Lo
que comenzó como un hobby, se convirtió tiempo después en un emprendimiento que
la mantiene ocupada gran parte del día y en el cual participa toda su familia.
La protagonista de esta historia es María Rosa Cognigni, tiene 50 años, nació
en Bunge, está casada con un villeguense, tiene 4 hijos, tres nietos y vive
hace 30 años en nuestra ciudad. Conozcámosla.
Inicios
A
María Rosa siempre le gustaron las manualidades, talento que heredó y que
comparte con sus tres hermanas. "De adolescente lo que más me gustaba era
tejer y bordar, lo cual aprendí de mi mamá. Cuando mis hijos eran chiquitos les
hacía toda la ropa", nos cuenta. Un día, casi por casualidad, su habilidad
para el bordado y la costura llamaron la atención de otras personas, que
quisieron comprarle su producción. Así empezó todo.
"Hace
algunos años, mientras trabajaba atendiendo un negocio, hice un curso de
bordado mexicano. Empecé a bordar en los ratos libres y a exponer lo que hacía
en el local. Lo que fabricaba lo hacía para mí, sin intención de vender, pero
poco a poco la gente comenzó a hacerme encargues. Mi primera clienta fue Nerina
Balán, que me compró unos almohadones tejidos", recuerda.
El nombre
"Mate
Amargo" fue el nombre que eligió para este emprendimiento, en honor a s padre
y sus característicos mates amargos. "Siempre admiré mucho a mi papá, y el
mate amargo fue algo muy característico de mi casa", nos cuenta.
Ferias
"En
mayo de 2016 me invitaron a la primera Feria de Artesanos que se hizo en
Villegas. A mí me daba vergüenza, pero mi familia me insistió para que lleve
mis cosas", nos cuenta María Rosa.
Luisina,
su hija de 24 años que la compaña en la nota agrega: "Cuando empezamos a
sacar las cosas que teníamos para llevar nos dimos cuenta de que era muchísimo,
y que el stand que nos habían dado nos quedaba chico". Hablan de
"nos", porque en Mate Amargo participa toda la familia.
Los
puestos de Mate Amargo están repletos de artesanías y decorados con muebles de
la familia, que hacen que los productos se luzcan mucho más.
"Lo
mejor de las ferias son los comentarios y las palabras de aliento de la gente.
Es muy lindo ver que lo que hacemos gusta mucho", dice Luisina.
Hay equipo
María
Rosa comparte su entusiasmo por el bordado mexicano con su hija Luisina, a
quien le enseñó la técnica y con quien lleva adelante Mate Amargo. Pero además
participa su marido, que la ayuda en todo lo relacionado a detalles con cuero, y
sus hijos, que colaboran en el armado de los puestos en las ferias y en el
diseño de muebles para exhibir las creaciones.
"Tengo
la suerte de tener un marido que además de ser muy buen padre es super
hacendoso y que me acompaña en todo. Él es el que me corta el cuero, me ayuda a
colocar las tachas y me hizo las herramientas. Su idea, más adelante, es
comprar una máquina para trabajar el cuero; es un hobby que le gusta mucho",
dice María Rosa.
La
mayor parte de la materia prima la compran en Junín y Lincoln, y algunas telas
las traen de Mendoza.
Traspasando
fronteras
Sin
planteárselo, el emprendimiento comenzó a crecer de manera tal que sus creaciones
parten a otros pueblos del partido. Además, han participado de ferias en otras
ciudades, como Cuenca, Ameghino y en Villa de las Rosas, Traslasierra (Córdoba)
"Volví de Córdoba a Villegas sin nada. Vendí todo lo que había llevado, y
la experiencia fue hermosa", recuerda.
Lamentablemente,
María Rosa coincide con la mayoría de los artesanos locales al afirmar que es
prácticamente imposible vivir de las artesanías, "Lo hacemos porque nos
gusta, pero reinvertimos todo lo que ganamos. Es muy difícil poder ganar dinero
a partir de las artesanías", afirma.
Productos
Entre
los productos que fabrican, los bolsos y carteras bordadas son toda una
atracción y están decorados con muchísimos detalles. También tienen
almohadones, monederos, adornos, agarraderas para la cocina, prendas de vestir,
mantas tejidas en crochet, pies de cama y mucho más. La prolijidad es su
característica y eso se nota en cada producto.
Este
hobby, que se convirtió en un emprendimiento laboral, hace que compartan tiempo
en familia y, de a poco, su marido va incorporando sus productos artesanales
realizados en cuero, como billeteras, llaveros y cintos.
Proyectos
María
Rosa y su familia están construyendo un local en el Barrio Progreso, donde su
marido tiene el taller mecánico. "La idea es vender todas las cosas en un
negocio propio y seguir participando de las ferias. Nos gustaría que sea una especie
de talabartería, con cosas hechas por nosotras y las artesanías en cuero y
hierro de mi marido", explica.
Quienes
estén interesados en las creaciones de María Rosa y Luisina pueden encontrarlas
en las ferias o contactarlas por Facebook, como Mate Amargo.