En estos días de mayo son recurrentes las alusiones al Cabildo de Buenos Aires, tanto en actos escolares, efemérides o festividades sobre la gesta patriótica de 1810.
¿Pero qué fueron los Cabildos, más allá del lugar simbólico donde nuestros próceres alzaron la voz de la libertad?. Fueron ante todo una institución política de participación de los vecinos sobre las cuestiones públicas de la ciudad, constituyéndose en un espacio preponderante de la administración colonial.
España adaptó su sistema de organización institucional a América, siendo los Cabildos un émulo de los Ayuntamientos. Otorgándoles un amplio grado de autarquía para que sean autosuficientes dada la distancia y la dificultad de comunicación con la metrópoli. Por más que en una monarquía la máxima autoridad es el Rey, dentro de los Cabildos siempre hubo tensiones con las autoridades que no emanaron del mismo pueblo. Claro ejemplo de ello fue el descontento en América por las reformas borbónicas que impusieron las Intendencias como centralización de autoridad, para restarle peso a los Cabildos como ámbito de participación.
Si trajéramos la figura del Cabildo a la actualidad con sus atribuciones y funcionamiento, sería un modelo de “gobierno local”, en algunos aspectos más moderno que nuestra municipalidad, ya que administraba la educación, la justicia, las obras públicas, el comercio, y sobre todo garantizaba un espacio de participación directa de los vecinos en la organización de la ciudad.
La amplia tradición Vecinalista en América, como la Municipalista en Europa, funden su raigambre en los Cabildos, como el primer lugar donde la ciudadanía podía expresarse y participar de lo público. En nuestro país esa concatenación histórica se completa con el federalismo, el cooperativismo y el fomentismo de los cuales también se nutre el vecinalismo.
Pensar y congregar al ciudadano como un “sujeto político” que tiene la capacidad colectiva de influir sobre lo público, es el gran potencial del vecinalismo; frente a las estructuras partidarias que ven a sus representados como “objetos electorales”. Al igual que 1810 con los Cabildos, sólo la participación y el compromiso nos harán más libres.
*Sergio Santandreu es docente, director de la Escuela Secundaria Nº 8 y vicepresidente de Acción Vecinal de General Villegas