Los villeguenses sabemos quién es Carolina Rada. Al menos los que tienen hijos o nietos que más de una vez han sido atendidos por ella.
Carolina es pediatra, como muchos otros profesionales médicos. Pero hablamos de ella en particular porque fue quien posteó en redes sociales algo que muchos deberían entender. Sobre todo los más sordos, que son justamente, los que deberían ofrecer soluciones para que cada uno pueda dedicarse sin pesadumbre, a hacer su trabajo.
La pandemia ha puesto el mundo patas para arriba, pero apenas volvimos a hacer pie, se nos olvidaron muchas cosas.
La médica pediatra escribió:
«Son las 2:46 am del 26 de Octubre de 2022. Afuera llueve intensamente y sin ganas de cesar, como queriendo recuperar tantos meses de sequía que viene sufriendo nuestra región.
Recién apoyo mi cabeza en la almohada, después de este día que tuvo como 100 horas para mí y para tantos compañeros de trabajo. Una jornada de salud en la que nacieron varios bebés, se operaron otros tantos y se internó el pacientito que me desvela. En casa, lejos de la tranquilidad, tengo medio equipo averiado, como todos.
Esta semana fue el «Día del Pediatra», y entre otras cosas, se habló mucho de la crisis que atraviesa la salud del país debido a la escasez de médicos que elijan formarse para atender niños. Se habló de la falta de cobertura de las residencias de Pediatría, de Neonatología y de Pediatría Infantil…eso quiere decir, que ya ningún médico recién recibido desea encarar esta hermosa especialidad.
Cuando a uno le preguntan ¿porque te parece que esto es así? se vienen muchas respuestas a la cabeza. Podríamos resumirlas en que los pediatras hacemos pediatría con todo el amor en el corazón pero con poca plata en el bolsillo… entonces una buena parte de ustedes entendería. Pero otra parte de ustedes podría decir que nuestra profesión nos enaltece y nos llena de orgullo y que eso nos debiera alcanzar, que tendríamos que hacerlo por vocación pero, nosotros igual que ustedes, tenemos cuentas que pagar que no se saldan con el amor, el respeto, y el orgullo que te da la profesión.
Nadie quiere hablar de esto. Nadie elije hablar de esto. Es mejor mirarnos como si fuéramos capaces de resolverlo todo.
Y aún así, para mí, hay una parte que hace que este escenario sea peor, la que nadie ve…Cada día hay pediatras que han pasado un día de 100 horas como el de hoy, que deben acudir a la cama de un paciente que los necesita, a las 2:46 am, como si el cansancio de este día nunca hubiera existido, como si la hora del descanso y el reparo no fuera fundamental para seguir.
Y se empieza de nuevo, y se trata de dar alivio, y se intenta llamar una vez más al teléfono de derivaciones y urgencias, para que por largas horas no te respondan, para que con cada tono de espera uno sienta la idea recurrente de «¿para que me dedico a esto?»…
Y acá estoy, esperando que la obra social me consiga un lugar para mi paciente, esperando que alguien atienda el teléfono de urgencias en la madrugada, esperando que el bebé resista, esperando que mi corazón soporte, rezando para que la gente entienda…»