En las horas previas a la inauguración de Raíces Café & Restó en Emilio V. Bunge, hablamos con la persona que llevó adelante este proyecto, Mónica Spertino, una mujer que pareciera nunca cansarse de proponer cosas nuevas.
Como suele suceder antes de la apertura de cualquier emprendimiento, se produce una extraña mezcla de expectativas, ansiedad, nervios y alegría.
«Recibo un montón de caricias, de buenos mensajes», es un día «muy movilizador, cargado de emociones y de buenas energías», nos decía Mónica.
La mujer que no deja de sorprender con sus emprendimientos, recuerda que «empezamos la construcción el 1 de febrero y ya el 1 de diciembre, podemos abrir con todo terminado», por eso agradece por esta alegría a todos, «desde el pintor, el plomero, el carpintero, el albañil, que tanto hicieron para que esto fuera posible.»
La aventura de Raíces
Rápidamente, Mónica resume cómo nació y evolucionó, con contratiempos incluidos, la aventura de Raíces.
«Compramos primero, era un galpón mecánico que íbamos a arreglar, pero resultó que no tenía bien las vigas ni los tirantes, así que lo tiramos y lo volvimos a hacer del mismo tamaño y conservando las cabreadas que eran muy bonitas», explica.
Por eso su nombre, Raíces, porque fue a partir de esas cabreadas que la idea se hizo realidad, porque «estaban las raíces para que se pudiera hacer y para que pudiera progresar el proyecto», indica.
La celebración es doble. Se celebra el nuevo lugar. La apertura de un nuevo espacio al que no solo los bungenses, sino de la región, podrán ir a pasar un buen momento y comer algo rico. Pero también se celebra la idea, la intención de invertir en su pueblo, en el lugar donde vive, para verlo crecer.
Siempre acabamos llegando a donde nos esperan
Como expresa José Saramago en su novela El viaje del elefante: “Siempre acabamos llegando a donde nos esperan” y esto, que pareciera no tener relación, está íntimamente ligado a la vida, a la trascendencia.
Mónica tiene dos hijas que dejaron su pueblo para estudiar, pero ambas regresaron a Bunge y son parte del emprendimiento. Una de ellas, Melina, fue la que eligió el nombre, porque dice que «nosotros elegimos volver a nuestras raíces, somos agradecidos a nuestros ancestros, por quienes tenemos lo que tenemos.»
Además, el taller también era de gente de Bunge, está en las puertas «de un pueblo amistoso, solidario, generoso» y por eso la idea es que «tengamos un lugar donde compartir y mantener abierto desde la mañana a la noche», un espacio adonde la gente pueda «tomar un café, donde comer o pasar un buen momento», relata Spertino.
A puro coraje y corazón
En cuanto a la carta, se comenzará ofreciendo pizzas, lomitos, un plato especial, además de tragos, café e infusiones.
«Empezamos con cosas simples como para que todos puedan venir y y para que nosotros podamos ir aprendiendo, porque el chef hacía diez años que trabajaba en Rosario y sabe, pero el resto somos todos este aprendices», cuenta sobre Imanol Carlo, quien llegó de muy chico a Bunge, luego se fueron y tenía ganas de volver.»
A puro coraje y corazón, esta aventura familiar demuestra que «hay que aprender siempre, hasta de los contratiempos, pero si uno quiere, puede pero nunca solo, es necesario contar con todos los demás», finaliza diciendo Mónica Spertino, que en su documento seguramente está impreso, Nacionalidad: bungense.