Nació y se crió en Buenos Aires, pero siempre tuvo un fuerte apego por Florentino Ameghino, ciudad de su padre, donde vivían sus tíos y primos. En su niñez recorría alrededor de 400 kilómetros todos los veranos, para descansar, disfrutar y divertirse, en su segundo hogar, en tierras ameghinenses.
Daniel Haylan cuenta en su palmarés con grandes logros, entre los que se destacan las cuatro medallas Paralímpicas, sus seis títulos en campeonatos Panamericanos o incluso sus diplomas olímpicos, en Atlanta 1996 o Sídney 2000. De pequeño ni se imaginaba lo que el destino le tenía preparado. Una de las únicas certezas que tenía año tras año, era que durante el verano venía de visita a Ameghino, y él aguardaba ansioso esa fecha.
Hijo de José Oscar Haylan y Argentina Luna, nació en 1962, y a los cuatro meses de vida, adquirió una discapacidad producto de una secuela de poliomielitis, que causa problemas en la médula espinal y puede generar parálisis. Durante el transcurso de su infancia, y hasta los 11 años, Daniel tuvo que ser intervenido quirúrgicamente casi dos veces por año, es por este motivo que la escuela primaria la realizó desde su casa, en un sistema de educación llamado “Escuela domiciliaria”.
“Acá en Buenos Aires me la pasaba en la escuela y en los tratamientos. A Ameghino íbamos de vacaciones, y yo esperaba que llegara esa época para jugar y divertirme allá. No soy criado en Ameghino, pero le tengo un cariño especial”, afirmó Haylan, contando las vivencias durante su infancia en tierras ameghinenses.
La primera participación en un Juego Paralímpico fue en Seúl 1988, aunque cuatro años antes estuvo seleccionado para Los Ángeles 1984. Sin embargo, el deporte en sillas de ruedas se disputaba en Inglaterra, y Daniel afirmó que la Cancillería Argentina decidió no enviar a la delegación Nacional, por la reciente guerra de Malvinas.
“En Seúl estaba muy bien preparado, pero ni me imaginaba ganar tres medallas plateadas en lanzamiento de bala, lanzamiento de disco y lanzamiento de clava. Argentina consiguió nueve medallas en esos Juegos. Y la medalla restante fue la de Bronce, que la gané en Atlanta 1996, en tenis de mesa”, expresó Haylan.
En 1995 fue profeta en su tierra, ya que consiguió el Panamericano en tenis de mesa individual, dobles y de cuadripléjicos disputado en la ciudad de Buenos Aires, ya que el torneo en tenis de mesa sobre sillas de ruedas fue el único deporte que no se hizo en Mar del Plata. El campeonato se disputó en el Servicio Nacional de Rehabilitación, en aquel lugar en donde se colgó las tres doradas, 30 años antes iba a que lo operen por su discapacidad. Daniel aseguró que salir campeón y escuchar el himno en tierras propias es una de las sensaciones más bonitas.
“Si tuviera que elegir con qué torneo quedarme te diría el de Seúl 1988, ese Juego fue agridulce, porque quien me ganó fue el alemán Edund Weber, que mintió con su discapacidad y sacó ventaja. Aunque cada competición tiene su significado y trabajo detrás”, comentó Daniel, que, además, fue campeón mundial en Stoke Mandeville, Inglaterra, en 1993 y 1994.
En aquellas épocas todo era más difícil para los deportistas Paralímpicos, los viajes eran realizados a través de un arduo trabajo a pulmón, vendiendo rifas, organizando peñas o con la ayuda de la población. No existían becas para los participantes, que en muchas ocasiones tuvieron que rechazar algún torneo por el simple hecho de no poder pagarlo.
Daniel participó de cinco Juegos Paralímpicos consecutivos: Seúl 1988, Barcelona 1992, Atlanta 1996, Sídney 2000 y el último, en Atenas 2004. Luego debió retirarse producto de su discapacidad, por el síndrome post polio, que debilita las extremidades de las personas que padecen el virus, especialmente los brazos.
Luego de su retiro, Daniel fue director del CONADIS (2004-2017), la Comisión Nacional Asesora para la Integración de personas con Discapacidad; y trabajo fuerte en la impulsión de la ley 25962, junto a la Cámara de Diputados y Senadores. La mencionada ley nombra a cada deportista que haya conseguido una medalla en un Juego Paralímpico como Maestro del Deporte. Hasta el año 2004 solo se los nombraba a aquellos que obtenían medallas en Juegos Olímpicos.
Otras de las pasiones que corre por las venas Daniel es la música: es cantante de música folklórica, guitarrista y charanguista. Además, participó del primer Festival del Pueblo en Ameghino, en el año 1995.
“Tengo una casa en Ameghino, es mi lugar en el mundo y mi cable a tierra”, aseguró Daniel, que desde la Pandemia no visitaba su pueblo adoptivo.