El doctor Oreste Crusat, con más de 35 años en la medicina, fue reconocido por el Concejo Deliberante como Personalidad Destacada. Luego del acto, dialogó con ACTUALIDAD.
¿Cómo recibe este reconocimiento?
Soy un agradecido. Ha sido un abrazo, una caricia, lo tomo como tal. Me hace bien. No obstante, creo que de todos los fundamentos y lindas palabras que escuché de los colegas, en boca de los concejales, deberíamos naturalizar que son cosas naturales. Yo no hice nada distinto. Soy un agradecido a esto, a mis colegas que tuvieron la idea, al espacio político que lo presentó, al Concejo Deliberante, pero íntimamente pienso que lo que hice es natural, no parte de ninguna personalidad destacada.
Seguramente lo toma como parte de su trabajo, pero hablan de una tarea que siempre continuó fuera de los horarios laborales, aprendiendo, conociendo, enseñando… Le ha puesto la vida a su profesión, su vocación.
Lo hago naturalmente. Si me preguntás por qué estudié medicina, no tengo la menor idea. Si me preguntás por qué hice internismo, tampoco. Yo fui un médico incompleto. Hoy, la concepción actual es el conocimiento y la gestión. Hice lo que pude con el conocimiento, pero gestión cero.
Usted ha humanizado la medicina, el acompañamiento al paciente que es muy importante para quien está atravesando una situación de salud, inclusive hasta el final.
Cuando uno estudia medicina, se estudia una medicina exitista. Idealizamos la curación como meta. Sin embargo, después pasan los años y nos damos cuenta que esa idealización es nada más que eso. Nos falta idealizar el otro 50 por ciento. Hay que acompañar, aliviar el dolor, el sufrimiento humano, el de familiares. En este aspecto, la facultad nunca fue formativa. Yo tuve la suerte de conocer a Francisco «Paco» Maglio, que hacía asistencialismo hasta los 55 años, después hizo antropología médica; y él me marcó en todo este aspecto que estamos hablando.
¿Y por qué gestión no?
Porque uno no nace con ciertas cualidades de liderazgo. Los ideales suelen estar y están buenos, pero una de las tragedias humanas es que los gestionamos muy mal. Entonces se diluyen en función de una mala gestión. Hay elegidos que tienen esa combinación espectacular del conocimiento y la gestión.
Quienes lo conocen hablan de usted como buena persona, buen profesional y también que es todo un personaje.
He tenido actitudes deplorables, miserables, dentro y fuera del trabajo. He tenido errores groseros, dentro y fuera del ámbito de la salud. Por ahora no hay autocrítica ni terapia, ni fármacos o sustancias que me apaguen eso. Me lo voy a llevar. Fuera de eso, intenté ser lo mejor como persona. Pero por ahí estamos magnificando cuestiones de la raza humana que son normales.

¿Volvería a elegir este camino de la medicina, incluso con aciertos y errores?
Yo disfruté mucho de la medicina en el ámbito público. La medicina interna me pegó un paseo fenomenal; te lo digo como en el fútbol. Fue muy lindo. No obstante, te digo que uno habla de amigos, de afectos, de amor, de la hermosura de esta profesión para mí inigualable, del internismo que me llenó, pero el que diga que salió indemne del ámbito de la salud estaba en otro lado, no estaba en la medicina. En países asediados históricamente, como el nuestro, las injusticias en el ámbito de la salud son diarias. Es la peor de las injusticias, es el atropello más vil a la dignidad humana. No sólo localmente. Uno convive con eso y yo no cerré los ojos. Cuando me iba del Hospital mis compañeros me preguntaban cómo me iba. Y me iba con todo lo que dije antes y con alguna tristeza, por no haber revertido en 35 años injusticias en el ámbito de la salud, que me dañaron. Entonces la obligación como médico, como agente de salud, el primer paso de justicia a las injusticias, es denunciarlas. Es una obligación médica. Yo lo hice en el ámbito que a mí me parecía correcto que había que hacerlo. Me fui sin poder revertir ni una de las injusticias que yo vi; y utilicé absolutamente todo para intentar hacerlo. No obstante, ya más reflexivo, entendí que nunca estuve en la franja de poder, sino en la de la resistencia y la hice; y no es poco. Eso lo tuve claro, supe de dónde venía, siempre incomodé al poder. Había un amigo que decía que nosotros, los médicos, debemos confortar a los afligidos, refiriéndose a los pacientes, pero tenemos que afligir a los confortados. Y cuánta razón tenía. Gente que detrás de un escritorio y un lapicero maneja la vida y la salud de los demás, sin poner en juego lo humano.
¿En la medicina hay que estar preparado, además, emocionalmente?
Yo nunca fui un valiente. Si la definición de la valentía es mantener el estado de ánimo en la peor de las circunstancias, nunca fui un valiente. Siempre necesité ayuda y la tuve. Se me puede decir que forjé un temple en mi profesión, pero eso es inherente a la formación médica. Dicen que compartí el conocimiento. Si todos venimos del mismo lugar, que es la ignorancia, naturalicemos compartir el conocimiento. No es una cosa excepcional. Los abrazos me abrigan, pero naturalicemos estas cosas y no lo hagamos con las injusticias en el ámbito de la salud. Así nos quiere el poder, autistas sociales, anestesiados, pacientes, planchados. Hay que denunciar, hay que intentar revertir estas situaciones, no sólo en el ámbito local. Este último tema para mí fue muy duro, después, en lo otro, fui rico gratis.
El Concejo Deliberante estuvo lleno de gente, eso habla mucho de usted. ¿Qué le dice esto? ¿Y qué le dice usted a sus pacientes, ahora retirado del ejercicio de la medicina?
Con la gente que asistí tengo un enorme agradecimiento. Todos me enseñaron algo. Por la condición humana debo haber tenido el porcentaje de error que habitualmente manejamos los médicos, a veces más, a veces menos. Lo asumo, como parte de lo que hice. Intenté lo mejor. Y que el Concejo Deliberante se haya llenado por este reconocimiento, yo soy rico gratis, en oro, con un montón de amigos.
En el fútbol también tiene amigos…
Sí. Y en el automovilismo también. Yo no quería trascender como médico, sino como pésimo piloto de rally (risas). El fútbol toda la vida, mi club es Eclipse, mi casa era Eclipse, papá era Eclipse, la escuela 3 era fútbol, el barrio Trocha era fútbol. Muchos amigos…




