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lunes, noviembre 10, 2025
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Dolor en Bunge por el fallecimiento de «la señora solidaridad»

Así recordarán por siempre en Bunge a Susana Romano de Pozzi, quien junto a su esposo Ercilio se radicó en el pueblo hace 60 años para realizar, juntos, una profunda tarea social.

Susana tenía 87 años y vivía actualmente en Rosario. Su deceso fue reflejado por el medio Noticias de Bunge y también motivó un emotivo escrito de su hija Susana, que destacan su obra  y legado, y publicamos a continuación.

Sentido adiós a la “Señora Susana” (Por Noticias de Bunge)

En su Bunge amado. Marcelo Pozzi, Susana Romano de Pozzi y Susana Pozzi en
los 50 años del Jardín de Infantes «Rosario Vera Peñaloza» (Mayo de 2016)
Nos hemos enterado que ha fallecido por tierras santafesinas, Susana Romano de Pozzi, la recordada y querida esposa del médico que sirvió den Bunge por casi 40 años. Andaba por los 87 años y, según me contó su hijo Marcelo (“Cepillo” para los bungenses”) le puso “garra” y sentido del humor hasta sus últimos días.
Susana llegó a Bunge el 9 de noviembre de 1962, siguiendo los pasos de su novio Ercilio por entonces, quien un mes antes había llegado al pueblo por un reemplazo solo por tres meses. El destino les tendría preparada otra cosa: ¡vivir en Bunge 39 años! Un año después se casaron y aquí también nacieron sus hijos.
Blanca “Totita” Salvador, enfermera de la clínica que levantó Pozzi con la ayuda de todo el pueblo, la recordó a su Susana como “la instrumentista del quirófano”. Es que hace cincuenta años atrás, Pozzi con el anestesista Centeno, realizaban entre 6 y 7 operaciones en un fin de semana del mes. “Totita” la recordó a Susana como muy compañera y amiga de hacer bromas también, como aquella vez que le metió un sapo en el monedero a Blanca Torres que trabajaba en el escritorio de Leporati y todos los días iba a la clínica a tomar mate.
Compromiso comunitario
Susana se tomó muy en serio la propuesta del padre Mancuso de que se abriera un Jardín de Infantes en Bunge. Junto a otras personas se dieron a la tarea a movilizar el pueblo. Recordó esos comienzos cuando nos visitó en ocasión de las “Bodas de Oro” del Jardín en mayo de 2016. Decía en esa oportunidad: “De los comienzos del Jardín me acuerdo que fuimos a ver a “las nenas” Bunge, porque así le decían. Nos atendió Catalina y nos cedió la casa donde empezamos. Hubo que arreglar las paredes, el techo que se llovía por todas partes, pero cooperó muchísima gente”.
Los Pozzi-Romano se fueron del pueblo rumbo a Rosario en el año 2000 con tristeza en el corazón por las raíces echadas aquí. Ni Ercilio, ni su esposa ni sus hijos han olvidado jamás este pago. “Cuando nos reunimos en casa, siempre sale algo de lo que vivimos acá” contó Susana.
Como bien escribió en su cuenta de Facebook su compadre “Carlitos” (Carlos Jorge) González, Susana ha sido “esposa y madre ejemplar, solidaria, humilde y muchas cosas lindas más”. Esa “lindura” del alma hermoseó nuestra vida pueblerina y eso se agradece.
¡Hasta más vernos “Señora Susana”, saludos al “Doc”, ¡y Gracias por todo”!
Cumpleaños de su hijo Marcelo en el primer edificio  del Jardín de Infantes. Susana (arriba, la 1ra. de la izquierda) junto a las docentes Cristina Blasquez, Elena Clara Gutiérrez, «Marieta» Manassero y su mamá. Entre los niños sus hijos Marcelo y «Susanita».
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Así te quiero recordar Mami (Por Susana Pozzi)

Con tu risa a carcajadas a flor de piel. Siempre buscando, y encontrando, el lado positivo a los reveses de la vida hasta que ya no pudiste más. La peleaste en los últimos tiempos y decías «tranquilos que aún no me voy». Y te fuiste hoy, silenciosamente como no queriendo molestar con tu partida. Sabíamos que el fin estaba próximo pero uno nunca quiere reconocer esas proximidades innegables de la vida. Nunca escuchamos una queja de dolor de tu parte. Todo en la vida lo enfrentaste con entereza, silenciosamente pero con grandes renunciamientos personales y grandes gestos para quien lo necesitara . Fuera familiar, amigo o un desconocido/da daba lo mismo, allí estabas.
Me quedan tus ejemplos de vida, tu dar infinito sin pedir nada a cambio. Tu pasión por la lectura, tu amor por el cine, especialmente esa pasión por Perfume de Mujer que viste una y mil veces y te seguía maravillando. Me quedo con esa imagen que me devuelven los recuerdos de niñez : vos en la sala de cirugía enfundada en el ambo verde, gorro y barbijo de un lado del quirófano, papi del otro lado (el viejo no entraba a la sala de cirugía sin vos! Se complementaban en el trabajo!) y nosotros en un extremo vestidos como ustedes (nuestros trajes en miniatura simulando los de ustedes) observando. Nunca nos dejaste, siempre nos llevaste con vos hasta las salas de cirugía y de partos ( no hubo lugar en nuestro imaginario infantil para «las cigüeñas que vienen de París portando niños» ja!). Siempre estuviste , a tu manera, sin querer interferir, junto a nosotros. Te sacabas el ambo y corrías a la casa, tomabas tu Pastalinda y hacías fideos para un batallón. Esa eras vos.
Y no puedo olvidarme de tu pasión por la fotografía. Siempre tu cámara presta y tu filmadora con la que todo registrabas. Y tenías tu proyector y nos entretenías así los días de lluvia. Fuiste madraza y muy buena tía de tus sobrinos. Hoy recordábamos esa anécdota de cuando llegaste a Bunge y te vino a buscar una señora llorando. La mujer lloraba y decía «mi marido se cortó» y vos , desconociendo usos y costumbres del campo, le dijiste «señora no llore, pasen por sala de espera que ya lo cocemos, dos o tres puntitos y listo. No es para tanto». Y contabas , entre risas, que la mujer te miró y te dijo «mi marido se murió, se mu-ri-ó» y así fuiste aprendiendo en ese lugar donde entregaste años de tu vida con lo que sabías hacer: dar, dar con amor infinito sin pedir nada a cambio.
Gracias por todo y por tanto Vieja. Hiciste todo por todos. Eternamente agradecida y feliz por haber caminado la vida junto a vos, por haber aprendido de vos. Las ausencias duelen pero estarás siempre cerquita como siempre lo has estado. Buen viaje. Te quiero mucho.
Puede ser una imagen de 2 personas y personas sonriendo
Susana Romano de Pozzi y su hija, del mismo nombre.