(Por José Giménez, de la redacción de DIB).- El senador Gabino Tapia fue electo en 2017, encabezando la lista de Cambiemos en la primera sección electoral. Para acceder a su banca debió obtener 415.761 votos en las elecciones generales de ese año. Juan Carlos Fiorini, su actual compañero de bloque, ocupó el primer lugar de la nómina oficialista de la cuarta sección, pero para llegar a la cámara alta solo tuvo que sacar 54.647 sufragios, casi 8 veces menos.
Esta diferencia entre dos dirigentes del mismo partido, que ocupan la misma banca, con igual poder de decisión, marca a las claras la desproporcionalidad que existe actualmente en la representación parlamentaria de la provincia.
En efecto, el reparto de bancas de la Legislatura está basado en datos demográficos de la década de 1940, cuando la población era apenas un cuarto que la actual. Ese régimen electoral (establecido por la Ley 5.109, vigente hasta hoy, con modificaciones) fue producto de un acuerdo con el Partido Conservador, que tenía la “llave” para definir la votación, por lo que le legaron a la Cuarta una representación similar a la populosa tercera sección y superior a la Primera, pese a que ambas la superaban ampliamente en población. Desde entonces, y aunque el último aumento de bancas favoreció a las secciones del Conurbano, la desproporción se mantiene.
En efecto, un escaño en la cuarta sección equivale, de acuerdo al padrón de 2017, a 24.290 votos. En cambio, en la Primera se necesitan 186 mil sufragios, y en la Tercera 158 mil. Una desproporción similar se advierte en la Quinta (cada escaño “vale” 73.656 votos) y en la Octava (la proporción es de 63.564 sufragios por cada representante). En tanto, al igual que la Cuarta, la Segunda, la Sexta y la Séptima también se encuentran sobrerrepresentadas.
La diferencia es tan grande que un representante del Conurbano necesita 8 veces más de votos que uno del interior (a excepción de la Quinta). Un número grafica como ninguno esta situación: si todas tuvieran la proporción de bancas por votante de la Cuarta, la Primera y la Tercera contarían con 176 legisladores cada una, y el total de ambas cámaras ascendería a 506 representantes.
En el otro extremo, si se aplicara el promedio provincial (cada una de las 138 bancas equivale a 89 mil electores), las secciones del Conurbano contarían con 48 escaños cada una (32 diputados y 16 senadores), mientras que al resto le quedarían apenas 42 (28 y 14, respectivamente). Esto generaría una desproporcionalidad inversa a la actual, reflejo de las grandes diferencias demográficas de la provincia.
Sin soluciones a la vista
En un trabajo académico, el licenciado en Ciencias Políticas Leandro López advierte que esta última solución puede derivar “en una concentración aun mayor” por parte del oficialismo de turno. Pero el especialista introduce otro problema del actual reparto: “Debido al número de representantes a elegir, en muchos casos muy bajo, se dificulta el ingreso de las minorías, por lo cual se pone en tela de juicio la representación proporcional establecida en la Constitución”.
Con todo, ninguna de las desigualdades establecidas en los ’40 fue subsanada en la reforma constitucional de 1994. El ex intendente de General Villegas y miembro de la convención constituyente, Gilberto Alegre, dijo a DIB que esta cuestión “no se puso en consideración para nada”.
El tema, claro está, es una “papa caliente” para la política, puesto que desarmar el actual statu quo requeriría de un amplio consenso y de que algunas secciones cedan una posición adquirida hace casi ocho décadas. “Es difícil encontrar un momento para establecer este tipo de debates en la sociedad, cuando hay mucho enojo por el gasto de la política”, agrega Alegre.
En los últimos años hubo algunos intentos para abrir el debate, pero ninguno prosperó. En 2009 se buscó aumentar el número de bancas para llevarlas al máximo permitido por la Constitución: 100 diputados y 50 senadores. Los 12 nuevos escaños se iban a repartir entre la Primera y la Tercera, según la propuesta.
Años después, en 2012, el entonces vicegobernador Gabriel Mariotto impulsó la ampliación de la Octava sección (hoy integrada únicamente por La Plata) con la incorporación de pequeños distritos que pertenecían a la Tercera. La propuesta incluía ampliar en tres el número de bancas, y permitía descomprimir la populosa sección del sur del Conurbano. Tampoco prosperó.
Finalmente, el exsenador radical Jesús Porrúa intentó sin éxito ampliar la quinta sección, la más perjudicada del interior. “La provincia debería replantearse este tema muy seriamente”, dijo el ex legislador en diálogo con DIB, al tiempo que propuso un camino alternativo para subsanar los problemas que traería una representación proporcional a la población: “Si el Senado tuviera la misma función que en el Congreso nacional y representara a los territorios por partes iguales, se podría contrarrestar un mayor peso del Conurbano en Diputados”, arriesga. El debate, por ahora, está lejos de plantearse. (DIB)