La vida de Bruno Úlla fue de película, así como las que planifica él. El rosarino brilló en cada parte del mundo donde anduvo, pero optó por la tranquilidad y buscó reinventarse en General Villegas.
Las coincidencias no existen, y menos en estos casos. Bruno es uno de esos que nunca perdió la humildad ni la sencillez que lo caracteriza. En los estudios de ACTUALIDAD, el joven contó su propia historia, tras escoger a Villegas como su nuevo lugar en el mundo.
Nacido en Rosario, Bruno se preparó en el Colegio Secundario Eliseo Náutico Militar. Allí compartió y generó una linda hermandad con un amigo, con el que frecuentemente siguieron en contacto.
Luego de sus estudios, Bruno recorrió el mundo conociendo distintos países. «He tenido una vida nómade», dijo el joven que exploró Alemania, Serbia, Estados Unidos y España, entre otros.
Su trabajo fue lo que lo llevó a todos estos lugares. Bruno es Director de Cine y ha hecho varios cortometrajes importantes, pero en el último tiempo esta profesión pasó a ser una obsesión para su vida. «Me sentía muy afligido y me dí cuenta que el trabajo quemaba mi cabeza, no me dejaba pensar tranquilo. Quería que todo saliera perfecto y me estaba volviendo loco».
Su objetivo de niño era ser Director de Cine, pero de largometrajes, aunque es muy difícil contar con los recursos necesarios para proyectar películas.
A su vez, ha hecho muchos trabajos audiovisuales, publicitarios y videos institucionales. A Bruno le gusta e interesa todo lo relacionado con «transmitir un mensaje en imágenes, ese mensaje que las personas tienen en mente. Va directo al subconsciente, no es necesario que lo explique».
Bruno se encontraba viviendo en Los Ángeles, Estados Unidos, tras obtener una beca para estudiar Cinematografía. Pero llegó la pandemia del Covid-19 y la Universidad en la que estudiaba cerró.
Nunca tuvo en mente retornar a Argentina, por la disconformidad del joven ante el manejo de la pandemia por parte del gobierno de turno. «No quería pasar por eso. Me parecieron muy drásticas las decisiones de los mandatarios», sostuvo.
Y luego de averiguar por estadías en otros lugares del mundo, encontró que Serbia siguió aceptando turistas al no imponer reestricciones por la pandemia. Es por eso que decidió establecerse por primera vez en Europa, en el país balcánico.
Lo que más atrapó a Bruno del suelo serbio fue la gente, a la cual asemejó con Argentina. «Viven con la calidez de un latinoamericano, son muy parecidos a nosotros y nos quieren. Hablan mucho español, entonces me hice amigos en seguida y eso facilitó todo. Quieren mucho a Maradona, de hecho tienen un mural de él», explicó.
Históricamente, Serbia ha sido reestructurado constantemente, y eso fascinó al joven. Serbia fue un reino poderoso hasta su conquista por los turcos en 1389. Obtuvo la autonomía en 1829 y la independencia en 1878. Pero luego pasó a formar parte de Yugoslavia, hasta que esta se disolvió en 1991, quedando conformado Serbia y Montenegro en 2003. Finalmente, el 5 de junio de 2006 quedó independizada Serbia.
Tras haber explorado distintos puntos del planeta, el lugar que menos le gustó fue Berlín, capital de Alemania: «Allí sentí mucha oscuridad en las personas, tuve esa percepción. Particularmente en esa ciudad la cultura es cerrada, también porque han pasado muchas cosas feas hasta hace poco tiempo inclusive. Todos visten de negro en invierno, se hace de noche a las 16 horas y hay cuervos por todos lados. Me gustó visitar el lugar, pero no me quedé a vivir».
Pero después de siete años a pura aventura en el «Viejo Continente», el rosarino regresó a Argentina al recibir una beca en la Universidad del Cine, del barrio porteño de San Telmo.
No obstante, luego de dos años se cansó de vivir en la capital del país, por lo que decidió establecerse en otro lugar. En principio tuvo intenciones de retornar a Serbia, pero por la guerra entre Rusia y Ucrania se hizo complejo conseguir alquiler, por las masivas inmigraciones.
Sin ningún destino en mente, pero con ganas de mudarse rápidamente, Bruno volvió a contactarse con su ex compañero de Universidad, con quien nunca perdió la amistad. Su compañero es Raúl Villar, villeguense, que le propuso la idea de vivir en General Villegas. «Raúl es como un hermano para mí. Ya conocí amigos de él, a su familia, así que estoy muy contento», expresó.
La oferta no fue rechazada por Bruno, que en sus primeros meses quedó muy conforme con la ciudad. «En Villegas estoy muy cómodo, porque hace bastante tiempo no sentía esto de estar acompañado. Yo me acostumbré a estar solo, a no conocer a nadie, y me había olvidado de saber que uno cuenta con gente que conoce», dijo. En General Villegas comenzó a trabajar en la Fotografía, un oficio que ya conoce desde sus inicios.
Según Bruno, el lugar que lo «ha capturado» de nuestra ciudad es el camino al Cementerio. «Me parece muy lindo y brinda mucha paz salir a caminar por ahí. El parque también me parece asombroso», expresó por último en su diálogo con ACTUALIDAD.