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miércoles, septiembre 10, 2025
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Marina Hechem: «El diagnóstico de cáncer hace recalcular tu sistema de necesidades»

¿María Inés Hechem, o Marina? fue la pregunta previa de ACTUALIDAD al dialogar con la villeguense que volvió a sus pagos para ser parte de las actividades que Entrelazadas viene proponiendo en este Octubre Rosa. «Marina, así me conocen todos», respondió rápidamente.

Ninguna de las dos maneras está mal de todos modos para la villeguense, psiquiatra y psicooncóloga, que tuvo a su cargo la segunda disertación del ciclo de charlas en marcha en el mes de la concientización y prevención del cáncer de mama.

Previo a la profesional, los presentes que se acercaron al Museo Carlos Alonso escucharon el testimonio de una paciente, Raquel Piracés, visiblemente emocionada y emocionando al resto. Raquel atravesó la quimioterapia embarazada y se operó hace pocos días. El proceso fue inverso a lo habitual en su caso.

La charla de Marina resultó muy interesante. Explicó qué función cumple la psicooncología, habló del cáncer de mama aportando información de lo que le toca ver y acompañar de cerca desde su profesión en la ciudad de Mar del Plata, donde vive. Y aportó datos concretos de la ciencia. Al final, dio lugar a otras voces y dialogó amablemente con ACTUALIDAD.

«Me siento bienvenida porque desde que llegué acá solo son palabras de agradecimiento, de amor, de reconocimiento, y para mí es un homenaje. Que mi ciudad me convoque para estas cosas primero, porque lo que están haciendo es una tarea admirable, lo que están logrando; y segundo que no se puede solo. Digamos que esto es una voz con otra voz y una mano con otra mano», expresó.

«Y yo orgullosa de poder hacer algo, como contar mi experiencia como psicooncóloga y acompañar. Aunque esté en Mar del Plata, todo lo que Villegas me pueda pedir a mí y yo pueda colaborar, con todo gusto», agregó.

¿Quién es Marina Hechem? ¿Hija de quién?

Yo soy hija de Jorge Hechem y de María Rosa Castresana. Muchos la conocen porque fue directora de la Escuela 17 muchos años; y porque la panadería Castresana fue el comercio más antiguo de la ciudad de Villegas. La panadería de mi abuelo Juan Castresana. Soy la menor de tres hermanos. Me fui en el ’76 a estudiar medicina a La Plata,  después hice la residencia en psiquiatría y ahora hace 28 años estoy en Mar del Plata. Pero mis amigos, mi infancia, están acá. Mi adolescencia está acá. Entonces, más allá de que hoy ya casi no tenga familia más que una tía, venir a Villegas siempre es un plan que a mí me me hace muy feliz.

La charla fue muy movilizante…

Sí, yo creo que esta charla fue movilizadora de entrada, por la paciente que se atrevió y voluntaria y espontáneamente dio su testimonio. Creo que nos dejó a todos un mensaje tan claro y tan personal, tan íntimo y a la vez tan profundo, pero con tanta necesidad de compartirlo, que me pareció maravilloso. Yo lo que hice fue ponerle nombre a esas cosas que ella contó que se sienten ante un diagnóstico oncológico, porque es una cosa que se ha estudiado bastante, por suerte, y también hice hincapié en que reclamemos, porque todos somos potenciales pacientes y además de tratarnos el cuerpo, nos podemos tratar desde la psicooncología. Hay un montón de recursos para que se trate todo lo emocional. No somos solo un cuerpo que está enfermo, una mama enferma, un hígado, un pulmón o un colon. Somos personas que tienen emociones. Los humanos somos seres emocionales y las enfermedades no son solo del cuerpo, entonces en psicooncología está demostrado que atender los aspectos emocionales, sociales, espirituales de una persona, tiene mucho que ver con la evolución de esa enfermedad y cómo la persona pueda afrontar esa etapa de su vida.

Hiciste referencia también al entorno del paciente oncológico. Hablaste de un cambio en la persona, de que hay un antes y hay un después. Y el entorno no siempre lo entiende.

No. Lo que pasa que es una enfermedad que si bien la padece una persona, salpica a toda una familia, porque cambia la dinámica desde el momento del diagnóstico por un buen tiempo. Y la va a cambiar para siempre, entonces como los humanos somos gente muy adaptable, aunque nos parezca que no podemos vivir con este cambio, vamos a tener que hacer el esfuerzo por el que lo está transitando, porque el cambio que se produce habitualmente es después favorable y nos hace bien a todos. Le hace bien al que lo padeció, se ajustan cosas que antes estaban funcionando como automáticamente, hay un replanteo de prioridades, de necesidades y se exponen las preocupaciones desde otro lugar. Ahora no me hago problema por las cosas que antes me hacía, ahora vivo la vida en el día a día. Eso es un aprendizaje que nos tiene que quedar a todos los que estamos alrededor.

¿El compromiso ahora es seguir entrelazadas de alguna manera no? porque también acompañás a otro grupo en Mar del Plata, por ejemplo.

Sí,  no hay duda. Es que esto se vive de una manera en soledad y de otra manera entrelazando. Todos lo sabemos, el abrazo, el que te mire alguien y sepa lo que estás pensando porque ya lo pasó, o sepa lo que vas a sentir cuando te hagan un diagnóstico o cuando esperes un resultado. Esta cosa tiene una fuerza grupal que no hay medicina, ni quimioterapia, ni cirugía que se le compare. Esta fuerza que da lo humano, este simbolismo que hubo aquí hoy de abrazar al que tenés al lado. Yo creo que con ese abrazo todos nos dijimos un montón de cosas al final de la charla, porque pasaron muchas cosas ahí. Creo que ese abrazo final fue francamente como un cierre de oro. Ahí te das cuenta que nosotros somos humanos en cuanto hay otro humano que nos mira como tales, porque sino somos materia que anda por la vida. Yo a estos grupos lo apoyo, lo valoro y pongo todo lo que pueda de mí.

La jornada tuvo una importante concurrencia en el Museo Carlos Alonso.

Marina compartiste al principio una poesía que habla del lugar de la mujer de ser siempre fuerte y sostén de todos. ¿Y a ella quién la sostiene, no?

Creo que por suerte hay un cambio y estamos las mujeres rompiendo ese mandato que siempre recibimos, de que vos sos mujer y tenés que poder. Tenés que poder tener hijos, tenés que poder hacer la comida, tenés que poder si no tenes plata, tenés que poner cara de que está todo bien con los tuyos porque no tienen que verte preocupada, porque sos el sostén de esa familia. Si a vos te pasa algo qué pasa con los hijos, siempre hay alguien primero que nosotros, cuando no son nuestros padres son nuestros hijos, o nuestros hermanos. Hoy es el trabajo, o son los nietos, y a lo largo de la vida nos vamos postergando, porque total ya va a haber un tiempo en el que podamos. Cuando los hijos crezcan, cuando los nietos sean grandes, cuando me jubile. Es mentira eso, porque hay cosas que son de hoy. El diagnóstico de cáncer lo que hace es recalcular tu sistema de necesidades y te pone a mirar cosas que hay que hacerlas hoy, porque no sabés si  las vas a poder hacer cuando te jubiles, o cuando tus hijos crezcan. Lo que dice esa poesía es eso, date tiempo para vos porque te necesitas más de lo que crees. Nosotros creemos que los demás nos necesitan, por eso no puedo flaquear. En realidad me necesito yo también, porque sino no voy a poder estar con los demás, esa es la cuestión. Esa poesía es de una poetisa española, Magdalena Sánchez Blesa, que escribe de cosas muy profundas de la vida, siempre en un tono poético muy claro, muy sensible. Esa poesía se llama «Te necesitas», como para que uno lo tenga cada tanto presente. Yo me necesito a mí, además de querer estar para los otros.

Marina hablaste también de respetar la decisión del paciente.

Ese es un tema que quiero que se difunda, quiero que la gente se informe de esto. Hay una ley que se llama Ley de Derechos del Paciente. Hace muchos años que existe, protege las decisiones consensuadas, o sea, ya no decide más el médico lo que es bueno para el paciente. El médico le dice lo que podría ser, pero nosotros somos quienes decidimos aceptar o no un tratamiento, quienes decidimos hasta dónde vamos a seguir y quienes decidimos no hacer algunas cosas. Eso se llama directivas anticipadas y hay que hablarlo tempranamente con la familia y con el médico. Si a mí me pasa algo, no quiero por ejemplo ir a terapia, no quiero un respirador, no quiero alimentación artificial. No quiero nada que prolongue mi vida si no va a ser reversible. Hay otras personas que dicen: quiero todo lo que haya para hacer. La gente que tenga todo para hacer se lo harán, pero que nadie decida por uno, eso es una ley, hay que poder hablarlo, escribirlo si es necesario. Cada vez es más importante, porque hoy la medicina tiene mucha tecnología. Hoy un robot opera a la distancia, ni siquiera sabe quién sos vos ni que cara tenés, ni que te gusta en la vida. Es una máquina que decide y te opera a la distancia. Pero hay otras cosas, ese robot no va a saber nunca lo que te pasa vos, o qué ganas tenés de tener un post operatorio de dos meses, o si tenías un plan para ese tiempo. Entonces, hoy vos tenés que parar y decirle al médico: este tratamiento que usted me propone, qué beneficios me va a dar y cómo me va a dejar vivir los próximos seis meses. Las directivas anticipadas son un documento vital que uno hace cuando está bien, para que si en algún momento está en una situación que no puede decidir, sea por una enfermedad oncológica o por cualquier otra situación, uno es dueño de su cuerpo y de las decisiones sobre ese cuerpo. Hay que respetarlo, más allá de lo que el médico crea o la familia a veces crea que sería bueno. Hoy hay que respetar esa palabra, así que pido que se informen sobre las directivas anticipadas, es una cosa que podemos hacer todos.