Viajar es abrir una ventana a otros mundos, y en esta ocasión el foco estuvo puesto en Portugal, un país que sorprende a cada paso por su historia, su cultura y la calidez de su gente. En el espacio radial de Herencia Viajera (todos los miércoles, en FM Actualidad), Romina Domínguez compartió detalles de su recorrido, con un relato que invita a recorrer Lisboa, Oporto, Belén y otros rincones del territorio portugués que despiertan admiración en quienes lo visitan.
Explicó que eligió este destino por su riqueza cultural y por la posibilidad de acceder a tarifas de vuelo accesibles, ya sea entrando por Madrid o directamente por Lisboa. “Madrid suele ser más barato para ingresar a Europa, pero Lisboa también puede ser una buena alternativa, dependiendo de la época del año”, señaló.
Lisboa, entre adoquines y librerías
La capital portuguesa recibe al visitante con la Plaza del Comercio, un espacio emblemático a orillas del río Tajo que se erige como símbolo de la reconstrucción tras el devastador terremoto de 1755. En tonos claros y cremas, la plaza parece iluminarse sola. Pero Lisboa es mucho más que su postal más famosa.
Romina relató que una de las experiencias más auténticas es caminar sus calles de adoquines, conocidos como “mosaico portugués”, colocados artesanalmente por generaciones de trabajadores. “Hoy son muy pocos los que se dedican a esa tarea, pero es un arte vivo que todavía embellece la ciudad”, contó.
Las excursiones a pie por el centro histórico, guiadas por especialistas que se identifican con paraguas rojos, permiten conocer de cerca no solo esa tradición, sino también las librerías antiguas y los cafés donde la historia se mezcla con el presente.
El fado y los sabores de Alfama
Lisboa no se entiende sin el Barrio de Alfama, donde el fado —ese canto nostálgico que emociona— impregna cada rincón. Allí, además, los visitantes pueden disfrutar de las múltiples formas de preparar el bacalao, plato emblema de la gastronomía portuguesa. “Dicen que en Alfama es donde mejor se come bacalao, con recetas que van desde el vapor hasta combinaciones con cremas y especias”, destacó la entrevistada.
El recorrido por Lisboa incluye también los tranvías históricos, como el número 28, que aún circula con sus coches de madera amarillos. Desde allí se puede llegar a Belén, barrio famoso por sus monumentos y por los tradicionales pasteles de nata, fabricados desde 1837 bajo una receta secreta guardada celosamente por unos pocos maestros pasteleros.
Belén y la herencia histórica
El Monasterio de los Jerónimos, la Torre de Belén y el Castillo de San Jorge son paradas obligadas en este circuito. La arquitectura, similar a la que puede encontrarse en ciudades españolas cercanas, refleja la mezcla cultural de la península ibérica.
Domínguez subrayó además la riqueza de la frontera luso-española, conocida como “La Raya”, donde pequeños poblados conviven a ambos lados del límite político, compartiendo costumbres y sabores. “Hay un programa muy interesante en el canal Gourmet que muestra cómo se fusionan las tradiciones de esas comunidades, compitiendo y compartiendo a la vez”, explicó.
Oporto, Sintra y otros tesoros
El viaje por Portugal no estaría completo sin pasar por Oporto, ciudad célebre por sus vinos intensos que forman parte de la identidad local. “El licor de Oporto se toma en pequeñas botellas, casi de un saque, y es una experiencia que hay que vivir”, comentó Romina.
Otro punto destacado es Sintra, con sus paisajes románticos y palacios coloridos, así como Coimbra, sede de una de las bibliotecas más antiguas del mundo, donde incluso los murciélagos cumplen la función de proteger los libros.
Para los amantes de la naturaleza y la adrenalina, Nazaré ofrece uno de los espectáculos más impresionantes del planeta: olas gigantes que desafían a surfistas profesionales de todo el mundo. “Es un lugar maravilloso, aunque no recomendable para nadar”, advirtió.
La cercanía geográfica facilita combinar Portugal con un recorrido por el norte de España, visitando Galicia, Asturias, Cantabria y el País Vasco. La gastronomía vasca y la cultura de la sidra son parte de ese itinerario que cada vez más viajeros eligen.
Planificación y accesibilidad
Romina recordó que este tipo de viajes requieren organización previa y un presupuesto pensado a mediano plazo. “No es un destino para una semana. Para cruzar el «charco» hacen falta al menos 15 o 20 días, pero planificando con tiempo se logra abaratar costos y hacerlo accesible”, aseguró.
Portugal, con su mezcla de historia, música, sabores y paisajes, se posiciona como un destino europeo que sorprende y enamora. Un lugar que, según los relatos, deja una huella imborrable en quienes lo visitan y que cada vez más viajeros de la región eligen como experiencia de vida.