Recordar a José Luis Chavarri es inevitablemente hablar de una persona que dejó una huella imborrable en la comunidad villeguense. Amigo entrañable, periodista por vocación y vecino comprometido, su vida estuvo atravesada por la pasión, la solidaridad y el amor por su pueblo.
Nacido en 1934, hijo de José María Chavarri –odontólogo– y de Rosa Sagardoy, cursó la primaria en la Escuela N° 17 y luego se trasladó a Buenos Aires para completar sus estudios en el prestigioso Colegio San José. En aquellos años no había escuela secundaria en Villegas, por lo que quienes tenían la posibilidad eran enviados a la Capital. Ese colegio formó a personalidades tan disímiles como Hipólito Yrigoyen, Félix Luna, Julio César Strassera y Jorge Rafael Videla, pero también fue el lugar donde se moldeó quien, con los años, se convertiría en un referente local.
Una vida de afectos y compromiso
En 1960 contrajo matrimonio con Delfina Villamayor, el amor de su vida, con quien compartió una historia entrañable. Juntos construyeron una familia que comenzó con la adopción de dos niños, José y Cristina, y luego se completó con los hijos biológicos María Rosa y Carlos. En total, fueron cuatro hijos y nueve nietos que fueron su orgullo. Delfina, además, dejó su propia huella como directora del único jardín de infantes que existía entonces en Villegas.
Chavarri fue un hombre de carácter afable, educado y siempre dispuesto a tender una mano. Quienes lo conocieron coinciden en que era imposible enojarse con él: estaba siempre dispuesto a colaborar y a acompañar. No en vano, muchos recuerdan que “si había que quedar bien en algún lado, mandalo a Chavarri”.

Del campo al periodismo, pasando por la pasión del deporte
Aunque en su juventud trabajó en el campo, las vueltas de la vida lo llevaron a descubrir –o a reencontrarse– con una vocación que lo acompañó siempre: el periodismo. Tras vender sus tierras en un momento difícil, recibió el impulso de Mario Piacentini, quien lo invitó a sumarse a la radio. Y así comenzó una etapa en la que se convirtió en una de las voces más reconocidas de Actualidad, la emisora que respiraba en su casa de principio a fin de la jornada.
Pero su amor por la comunicación venía de antes, ligado a una de sus grandes pasiones: el ciclismo. Fue relator de carreras de bicicletas, cuando todavía las transmisiones se resolvían con ingenio y coordinación, como aquella vez en la que, para anticipar el paso del pelotón, se arreglaba con el banderillero de la esquina. También acompañó competencias de karting, la tradicional Vuelta al Partido y hasta la Maratón de Bolívar, entre tantos eventos que cubrió con profesionalismo y entusiasmo.
Un hombre de pueblo, presente en todo
José Luis no solo fue periodista: también participó activamente en la vida social y cultural de Villegas. Integró la comisión que construyó la pista de cemento para ciclismo, presidió la Fiesta del Sorgo en 1982, colaboró para que los cuadros de la “Guerra al Malón” se incorporaran al museo local y trabajó junto al Centro de Historia Regional. Sus micros radiales, sus charlas y su capacidad para rescatar anécdotas lo convirtieron en una fuente de consulta permanente.
Entre esas historias inolvidables está su amistad con Manuel Puig. En un viaje familiar a Río de Janeiro, sin teléfonos móviles ni redes sociales, Chavarri lo buscó en la guía y logró ubicarlo. Se vieron, compartieron un momento entrañable y José Luis se convirtió en el último villeguense que lo vio con vida antes de su partida a México.

Anécdotas que aún sacan sonrisas
En las tertulias del recuerdo aparece siempre la famosa carrera organizada a fines de los 60, en la que competían un caballo, una moto, un auto y un avión en una recta del viejo camino a Bunge. La escena, que pudo haber terminado en tragedia, quedó grabada como una de esas historias pintorescas que hoy provocan risas, aunque entonces se vivió con tensión. Chavarri la contaba con gracia, demostrando su amor por el automovilismo y el folclore local.
Su vida también rozó momentos históricos: en 1955, mientras hacía el servicio militar, destinado en Casa de Gobierno, presenció el bombardeo a Plaza de Mayo y debió refugiarse para salvar su vida. Siempre tuvo historias para contar, y cada relato salía cargado de datos, emoción y memoria.
Un legado que permanece
Hasta sus últimos años, Chavarri fue parte de las reuniones, de los asados, de las charlas en la radio. Aunque en un tiempo comenzó a excusarse por temor a olvidarse algún detalle, sus amigos insisten en que su lucidez seguía intacta. “Si hubiera venido más seguido, le habría hecho bien”, recordaron con afecto quienes lo acompañaron siempre.
Hoy, Villegas lo recuerda con cariño. Como aquel periodista que amó la radio, como el amigo leal, como el hombre que construyó comunidad con cada gesto. José Luis Chavarri fue, ante todo, una buena persona. Y ese, sin dudas, es el mejor título que se puede llevar.