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martes, septiembre 30, 2025
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Jorge “Negro” Elicegui: un recuerdo imborrable en la memoria de Villegas

La voz de Goyo el Memorioso volvió al aire de Actualidad con un recuerdo cargado de emoción. Esta vez, el homenaje estuvo dedicado a Jorge Horacio Elicegui, más conocido como el “Negro”, un hombre que dejó huella en General Villegas a través del deporte, la amistad y el compromiso con su querido Club Atlético. Su historia, reconstruida con anécdotas, logros y recuerdos compartidos, refleja a una persona cuya humildad y pasión marcaron generaciones.

Nació en 1952 en la ciudad de Buenos Aires, hijo de Marcelo Elicegui, oriundo de Sauze, y de Adela Bella, de Ameghino. Tenía una hermana mayor, Analía, y aunque su lugar de nacimiento fue la capital, su vida transcurrió en General Villegas. Estudió en la Escuela N° 1 y pasó buena parte de su infancia jugando al fútbol en la «cancha del Cura». Siempre cerca de la Parroquia, fue monaguillo del Padre Alfonso Wesner.

El fútbol fue su primera gran pasión. Aunque en algún momento pudo haber jugado en Eclipse, fue Atlético quien lo incorporó oficialmente. “Tu papá me fichó en Atlético”, le confió alguna vez a su amigo Goyo. No se equivocaron: el Negro tenía talento natural. Jugaba bien a todo, desde el fútbol hasta el tenis, el ping-pong y la paleta. Esa versatilidad lo convirtió en un deportista completo y respetado.

La Plata, la paleta y la amistad

En 1974 se trasladó a La Plata para estudiar Arquitectura. Allí, la vida universitaria convivió con su amor por el deporte. Recorrió distintos clubes de paleta, como el Club Matheu, Universal, Everton y el Nacional, donde desplegó toda su potencia. Jugaba en pareja con Pedro Angerami, con quien formó un dúo imbatible. Incluso llegó a enfrentarse a Jorge Lecumberri, varias veces campeón mundial de paleta.

Su carrera de arquitecto se extendió más de lo previsto. No porque le faltara capacidad, sino porque la amistad, los asados, el fútbol y la paleta ocupaban un lugar central. “El Negro hacía de la amistad un culto”, recordó Goyo. Ese modo de vivir, sin apuros y siempre rodeado de gente querida, fue parte de su identidad.

Atlético, su gran amor deportivo

Mientras estudiaba en La Plata, el Negro viajaba seguido para jugar con Atlético. Integró el plantel subcampeón de 1971 y, más tarde, fue parte del recordado equipo campeón de 1975. Convertía goles de tiro libre en todas las canchas y era dueño de una pegada inolvidable.

Años después, ya como arquitecto, dejó su impronta en el club. Todos los proyectos y remodelaciones de Atlético contaron con su participación desinteresada. Pero el sueño mayor fue la construcción de la cancha de pelota-paleta. El proyecto se puso en marcha en 2002 y se inauguró en 2004. El Negro fue quien dio el primer golpe contra el frontón, dejando una marca roja en la pared que aún perdura como símbolo de su legado.

“Era el sueño de su vida, y cuando le dijeron que debía hacerlo él, se le iluminó el rostro”, recordó uno de sus amigos. Para Elicegui, esa cancha fue mucho más que una obra: fue la concreción de un anhelo compartido con toda la comunidad.

Mentores de la cancha de pelota a paleta: Lucio Brozzi, ex presidente de Atlético, Jorge Elicegui, Daniel Chiesa y Alfredo Castanheira
La familia y el deporte

En 2005 se casó con Bibiana Busso, con quien tuvo a sus hijas Martina, Mariana y Albertina, además de considerar como propia a Mariela, hija del corazón. “Mi novia es el deporte”, confesó alguna vez, reconociendo que la paleta y el fútbol ocupaban un lugar privilegiado en su vida. Sin embargo, nunca dejó de estar presente para su familia y mantuvo una relación de respeto y cariño aún después de la separación de su esposa.

Un sueño inconcluso y una despedida dolorosa

En 2023, Elicegui soñaba con ver a Atlético campeón otra vez. Decía que el equipo estaba para dar la vuelta olímpica. Pero no pudo presenciarlo: falleció en octubre de ese año. Su partida generó un profundo dolor en sus amigos, en su familia y en toda la comunidad deportiva de General Villegas.

“Hoy nos deja un hombre irreemplazable”, había expresado Lucio Brozzi, ex presidente de Atlético, en su despedida. Esa palabra resume lo que significó el Negro para Atlético y para quienes lo conocieron: alguien que siempre dio sin esperar nada a cambio, que trabajó con humildad y que dejó una marca imposible de borrar.

Un legado que sigue vivo

Hoy, el recuerdo del Negro Elicegui sigue presente en cada charla de café, en cada anécdota compartida en el club y en la memoria de quienes lo vieron jugar o compartieron un momento con él. “Era de esos tipos que dejan huella por la manera de ser, por la manera de vivir”, resumió Goyo.

En Villegas, su nombre es sinónimo de amistad, pasión deportiva y compromiso. Y aunque ya no está físicamente, su historia sigue latiendo en las canchas, en los recuerdos y en el corazón de todos los que lo conocieron.