11.4 C
General Villegas
viernes, noviembre 28, 2025
InicioMaratónDaniel “Pluma” Amione y una vida entera corriendo el Maratón de los...

Daniel “Pluma” Amione y una vida entera corriendo el Maratón de los Barrios

A sus 66 años, el Pluma Amione participará de la 26° edición del Maratón de Los Barrios, donde ostenta el récord de presencias. Entre anécdotas increíbles, humor, madrugadas de entrenamiento y una filosofía de vida simple y luminosa, el atleta villeguense se prepara para su cita obligada del 14 de diciembre.

Daniel “Pluma” Amione no necesita presentación en General Villegas. Su figura delgada, su sonrisa permanente y su presencia infaltable en el Maratón de los Barrios lo convirtieron en un símbolo de la competencia que organiza Diario Actualidad. No corre para ganar, no corre para competir: corre porque lo disfruta, porque es parte de su vida, porque —como él mismo dice— «aunque sea caminando, tengo que estar».

Su apodo tiene una historia tan pintoresca como su forma de encarar la vida. De chico, junto a su amigo Daniel Rizzolo, se trepaban al enorme pino que estaba donde hoy funciona el Registro Civil. Desde allí se dejaban caer entre las ramas, livianos, suaves, «como plumas». El apodo le quedó para siempre.

Una racha histórica

Con 66 años, Amione mantiene un récord que muy pocos pueden contar: participó en todas las ediciones del Maratón de los Barrios. Ni viajes, ni compromisos, ni el paso del tiempo lo frenaron jamás.

«Recuerdo un año que estaba en los Esteros del Iberá y me volví especialmente para largar. Era jueves o viernes, pero yo sabía que el domingo tenía que estar», contó. Y no lo dice para presumir: lo dice porque realmente lo siente como una tradición que lo atraviesa.

A veces llega con el tiempo justo. «Me dejaban en la esquina, ya inscripto, y largaba sin volver a casa», recuerda entre risas. Su presencia se volvió tan esperada que él mismo lo siente: «Es malo, porque me ejerce presión, la gente pregunta dónde está el Pluma».

Entrenar por el placer de vivir

El Pluma no compite en otras carreras desde hace años. Se entrena todos los días, pero no para mejorar marcas. «Un día corro y un día remo. Me levanto cinco y media, tomo tres mates y salgo. Me apasiona levantarme a esa hora», comentó.

Su rutina está marcada por la naturaleza, el parque, la laguna y la tranquilidad de la mañana. «A las siete y media ya terminé mi actividad física, desayuno y me voy al negocio. Es fantástico», dice.

La salud, para él, es una motivación poderosa. «Ves amigos que están robotizados por la falta de actividad. Eso me mueve a seguir». Con orgullo reconoce que su peso —68 o 69 kilos— se mantiene casi idéntico desde hace veinte años, igual que sus tiempos en el maratón: «La diferencia es de dos o tres minutos. Eso muestra lo bueno que es mantenerse activo».

Un corredor que contagia buena energía

Su relación con el deporte siempre fue más emocional que competitiva. «No soy tan competitivo. Disfruto. Y el humor para mí es fundamental». Así, alentando a quien pasa o a quien lo pasa, Pluma se convirtió en un personaje querido por todos.

Incluso en un trámite cotidiano recibe el reconocimiento: «Hace una hora venía del banco y el cajero me dijo: ‘Vos irradiás energía positiva’. Es un poco eso, el deporte te mantiene».

Una filosofía simple: disfrutar y ser buena persona

Amione habló de su vida con una franqueza que desarma: «La única carrera que corro es el Maratón de los Barrios», aseguró, y eso basta para entender qué lugar ocupa este clásico villeguense en su calendario emocional.

Pero también reflexiona sobre lo que realmente importa: la familia, los amigos, el humor, las pequeñas cosas. «La vida pasa por ahí. Y también por ser buena persona. Parece obvio, pero hoy no es tan común«, dice.

Cada mañana se despierta pensando en cómo ser mejor o cómo ayudar a alguien. «La vida es un boomerang. Te devuelve lo que das«, afirmó.

Rumbo al 14 de diciembre

El Pluma estará otra vez en la largada. No importa si llueve, si hace calor o si la vida se complica: él estará. Es parte del paisaje, del pelotón multicolor y de la memoria afectiva de una ciudad que lo adoptó como emblema. El 14 de diciembre, cuando suene la cuenta regresiva, todos sabrán que Pluma está ahí. Como siempre. Como nunca dejó de estar.