La seguridad digital dejó de ser un tema exclusivo de especialistas en informática para convertirse en una preocupación cotidiana. Teléfonos celulares, computadoras, correos electrónicos, redes sociales y servicios bancarios forman parte de la vida diaria y, con ellos, la necesidad de adoptar hábitos de cuidado tan básicos como cerrar la puerta de casa o ponerle candado a la bicicleta.
En un nuevo encuentro del espacio Tecnología al Paso, Gustavo González abordó de manera clara y accesible cómo protegerse en el mundo digital, apelando al sentido común y a prácticas simples que pueden marcar la diferencia frente a estafas, hackeos y robos de información.
Durante la charla, González comparó las contraseñas con las llaves de la vida cotidiana. “Así como cerramos la casa cuando nos vamos, tenemos que cerrar nuestros dispositivos y cuentas con contraseñas seguras”, explicó. El uso de huella dactilar, reconocimiento facial o códigos de acceso ya no es opcional, sino una necesidad básica para evitar accesos no autorizados.
La contraseña, la llave de todo
Uno de los errores más frecuentes, según señaló, es usar la misma contraseña para todos los servicios. Correo electrónico, banco, redes sociales y plataformas de compras suelen compartir la misma clave “por comodidad”, pero eso representa un riesgo enorme. “Si alguien logra acceder a una contraseña, automáticamente tiene la puerta abierta a todo”, advirtió.
El correo electrónico ocupa un lugar central en esta cadena de seguridad. Muchas aplicaciones y servicios utilizan el mail como método para recuperar contraseñas, por lo que si una persona pierde el control de su correo, puede perder también el acceso a múltiples cuentas asociadas.
También alertó sobre las contraseñas fáciles de adivinar, como fechas de nacimiento, nombres propios o combinaciones simples. Este tipo de datos suele estar disponible en redes sociales y es utilizado por ciberdelincuentes mediante técnicas conocidas como “fuerza bruta”, que consisten en probar múltiples combinaciones hasta acertar.
Cómo recordar claves sin anotarlas
Frente a la dificultad de memorizar muchas contraseñas, González recomendó evitar anotarlas en papeles, cuadernos o notas del celular, prácticas todavía muy habituales. En su lugar, sugirió el uso de frases largas y fáciles de recordar, combinadas con números y símbolos, o bien herramientas específicas de almacenamiento de contraseñas.
Existen gestores de contraseñas confiables que permiten guardar todas las claves en un solo lugar protegido por una contraseña maestra. De esta manera, el usuario solo debe recordar una clave fuerte y el sistema se encarga del resto. Estas aplicaciones, además, suelen integrarse con el navegador o el teléfono y ofrecen altos estándares de seguridad.
El segundo factor de autenticación, clave
Otro punto central fue la importancia de activar el segundo factor de autenticación, conocido como 2FA. Este sistema agrega una capa extra de seguridad al requerir, además de la contraseña, un código enviado por mensaje de texto, WhatsApp o una aplicación específica. “Aunque alguien tenga tu contraseña, sin ese segundo paso no puede entrar”, explicó.
Este mecanismo resulta especialmente importante en correos electrónicos, servicios bancarios, plataformas de compra y aplicaciones de mensajería. En ese sentido, González remarcó que WhatsApp es una de las herramientas más atacadas, ya que permite acceder a contactos y suplantar identidades para cometer estafas.
Estafas frecuentes y señales de alerta
Durante la charla se repasaron algunas de las estafas más comunes: mensajes de supuestos familiares que cambiaron de número, avisos falsos de bancos o empresas de servicios, enlaces engañosos, ofertas demasiado buenas para ser reales y mensajes que apelan a la urgencia.
“La urgencia es una señal de alerta”, señaló González. Cuando un mensaje exige una acción inmediata, como transferir dinero o hacer click en un enlace, es fundamental frenar, verificar y, si es posible, llamar directamente a la persona o entidad que supuestamente envió el mensaje.
También recomendó prestar atención a los enlaces y a los sitios web, verificando que tengan el candado de seguridad y revisando cuidadosamente la dirección antes de ingresar datos personales.
Qué hacer ante un hackeo
Si una persona sospecha que fue víctima de un hackeo o estafa, el primer paso es no borrar información de manera impulsiva. Guardar pruebas es fundamental para una eventual denuncia. Luego, cambiar inmediatamente todas las contraseñas, comenzando por el correo electrónico y los servicios más sensibles.
González compartió el caso cercano de una empresa que sufrió un ataque de ransomware, donde los datos fueron secuestrados a cambio de un rescate. Gracias a copias de seguridad previas, fue posible recuperar la información, aunque la situación implicó días de trabajo manual y complicaciones operativas.
Pequeños hábitos, grandes resultados
Para cerrar, González dejó un mensaje claro: no hace falta ser experto en informática para cuidarse. “Es sentido común. Son hábitos simples, como cerrar la puerta de casa. Usar contraseñas seguras, activar el segundo factor, desconfiar de lo urgente y verificar antes de actuar”, resumió.
La seguridad digital, coincidió, llegó para quedarse. Incorporar estos cuidados a la rutina diaria es hoy una herramienta fundamental para evitar dolores de cabeza y proteger la información personal en un mundo cada vez más conectado.
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