En el cierre del ciclo radial, el ingeniero en sistemas Gustavo González repasó los principales ejes abordados durante el año y dejó definiciones claras sobre el impacto de la tecnología en la vida cotidiana, la educación, el trabajo y la seguridad digital.
La tecnología dejó de ser un tema del futuro para convertirse en una presencia constante en la vida diaria. Con esa premisa se desarrolló durante los últimos meses del año el espacio “Tecnología al paso”, un ciclo que buscó acercar conceptos complejos a la comunidad, bajar el lenguaje técnico y generar conciencia sobre los cambios profundos que atraviesan a la sociedad. En la última emisión, Gustavo González realizó un balance del recorrido y planteó los desafíos que ya están sobre la mesa.
Desde el inicio, el objetivo fue claro. “La tecnología nos está cambiando y nos está transformando. Cambia hábitos, cambia la manera en que trabajamos, estudiamos y hacemos cosas que antes hacíamos de otra manera, y muchas veces no nos damos cuenta, pero nos pasa por arriba”, explicó González.
Más tiempo… y menos tiempo
Uno de los conceptos que atravesó todo el ciclo fue la paradoja del tiempo. La tecnología permite hacer más cosas en menos minutos, pero al mismo tiempo genera la sensación permanente de que el tiempo nunca alcanza. “Por la tecnología tenemos más tiempo porque nos deja hacer más cosas, pero a su vez ese tiempo se nos va en otras cosas”, señaló.
En ese marco, recordó una frase del creador de Netflix que se repitió durante el año como disparador de reflexión. “Cuando le preguntaron cuál era su principal competidor, todos pensaban en YouTube o Disney, y él dijo: ‘mi competidor más grande es el tiempo y el sueño’. La gente quiere dormir y yo quiero que esté despierta mirando series”.
Para González, esa lógica explica gran parte del comportamiento actual. “Quedamos un poco prisioneros de la tecnología. No queremos ser prisioneros, sino usarla y disfrutarla, pero para eso hay que ser conscientes”.
Cambios cotidianos que ya naturalizamos
El ingeniero repasó ejemplos concretos de transformaciones que ya forman parte de la rutina. “Cada vez usamos menos plata en efectivo. Las transferencias existían hace mucho, pero ahora están en el teléfono”, explicó. Lo mismo ocurre con el acceso al conocimiento. “Hoy podés estar en Villegas, en tu casa, y estudiar con profesores de universidades de Estados Unidos. Hay cursos de Harvard que están liberados y son gratuitos”.
En ese sentido, destacó el impacto de la conectividad en zonas rurales. “En el campo antes luchábamos por la señal, te subías a un molino para ver si agarrabas internet. Hoy ves camionetas con una antenita cuadrada en el techo y eso es Starlink. Eso cambió la vida en los campos”, afirmó. Incluso mencionó que aerolíneas ya utilizan ese sistema. “Arriba de un avión hoy podés tener internet casi como en tu casa”.
Niños, pantallas y acompañamiento
Uno de los tramos más sensibles del balance estuvo vinculado al uso de tecnología por parte de niños y adolescentes. González fue claro al marcar la responsabilidad adulta. “No dejemos un regalo tecnológico para que hagan lo que quieran. Demanda tiempo de nosotros: aprender, entender y acompañar”.
En ese punto, advirtió sobre los riesgos del consumo de contenidos sin filtros. “Antes había horarios de protección al menor, había productores y controles. Hoy cualquier youtuber sube contenido. Hay buenos creadores, pero también muchos que no, y eso se refleja después en el lenguaje y en la escuela”.
“La cabecita de los chicos se está cableando todo el tiempo. Tenemos que tratar de hacerlo de la mejor manera”, sostuvo, y remarcó que el problema no es la tecnología en sí, sino el uso sin guía.
Inteligencia artificial: beneficios y límites
La inteligencia artificial ocupó varios capítulos del ciclo y volvió a aparecer en el cierre. González insistió en una advertencia clave. “La palabra en inteligencia artificial es ‘alucinaciones’. No creamos todo lo que nos contesta. Está creada para responder, entonces va a responder, aunque esté mal”.
Según explicó, el aprendizaje pasa por usarla como herramienta y no como verdad absoluta. “Nos pasó lo mismo con Google. Al principio hacíamos clic en cualquier cosa hasta que aprendimos a buscar mejor”.
También alertó sobre un uso cada vez más extendido. “Uno de los mayores usos de la inteligencia artificial hoy es como acompañante social. La gente interactúa casi como si fuera un amigo. El riesgo es que no tiene empatía. No existe”.
Seguridad digital y estafas
El cierre del ciclo estuvo dedicado a la seguridad, un tema que González definió como “la llave de todo”. “Nos están hackeando bastante. En estas fechas aparecen mensajes apurados, ventas falsas, pedidos de códigos”, describió.
La recomendación fue directa. “Cuando te llaman apurado, frená. El que te quiere robar aprovecha ese apuro. Decí ‘pará, te llamo más tarde’. Eso ya disuade”.
Entre las medidas básicas mencionó el segundo factor de autenticación, contraseñas seguras y, sobre todo, la desconfianza ante la urgencia. “Ellos usan el apuro como una debilidad nuestra”.
Aprender, preguntar y perder el miedo
Como síntesis del año, González remarcó que nadie necesita ser experto para usar tecnología. “Con poquito, leyendo o mirando algún video, podemos hacer un montón de cosas. Y si no, se contrata a un experto, pero no hay que tener miedo”.
“El mundo cambia muy rápido. A veces la tecnología nos pasa por encima incluso a los que vivimos de esto”, reconoció. Por eso insistió en una idea que atravesó todo el ciclo. “La mejor manera de romper el mito de ‘yo no soy tecnológico’ es preguntar. Siempre hay alguien que ya hizo eso que vos querés hacer”.
El cierre dejó una conclusión clara: la tecnología no se detiene y seguirá profundizando cambios en la vida cotidiana. El desafío, como se repitió durante todo el año, es usarla con conciencia, criterio y sin perder el control.
PD: Ya tiene fecha la segunda temporada de Tecnología al Paso
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