El Comité de Cuenca de La Picasa postergó la reunión que iba a celebrar el pasado martes para el 14 de este mes, en medio de la tensión que enfrenta a Buenos Aires con Santa Fe por el manejo hídrico de la laguna.
El conflicto surgió a principios de abril cuando Santa Fe decidió avanzar de manera unilateral con la apertura de un canal de escurrimiento (Alternativa Norte) que podría afectar a distritos bonaerenses y que rápidamente provocó inquietud en el sector rural.
Ante esta situación, el subsecretario de Hidráulica de la provincia, Luis Giménez, se reunió a mediados de mes con representantes de distintos municipios que podrían sufrir las consecuencias de la derivación de agua y el gobierno de María Eugenia Vida solicitó «que la obra se desactive de su estado operativo» hasta la reunión del 30.
En diálogo con agencia DIB, Giménez había señalado que en ese cónclave esperan que Santa Fe «explique los alcances de la obra»; y que se plantee un «análisis del impacto» que tendrá en distritos de la provincia. Y confió en que «va a haber un ámbito de entendimiento».
Sin embargo, su par de Santa Fe, Juan Carlos Bertoni (secretario de Recursos Hídricos), se mostró terminante sobre la posición de aquella provincia, al considerar que «debemos trabajar en conjunto» pero «en la medida que no haya acuerdo. Nosotros manejaremos la compuerta como mejor nos parezca y haremos uso de la capacidad de almacenamiento dentro del territorio santafesino».
El manejo de agua de La Picasa, laguna que comparten Santa Fe y Buenos Aires, ha desencadenado conflictos históricamente. Los especialistas consideran que el espejo de agua creció 35 veces desde 1985 hasta la actualidad y pasó de tener 1.400 hectáreas hace 32 años a una enorme masa de agua que hoy abarca un territorio equivalente a 50 mil hectáreas, aunque su influencia se extiende aún más.
El fuerte crecimiento de La Picasa, en donde también vierte excedentes hídricos Córdoba, generó inundaciones periódicas desde fines de la década del 90, cortes en la ruta 7 y hasta modificó el ecosistema de la región. En 2017, los productores de la zona hablaban de la pérdida de 70.000 hectáreas productivas.