«Algo malo debe tener el trabajo, porque si no los ricos ya lo habrían acaparado para ellos». Cantinflas.
«El trabajo es algo que no se le desea a nadie». (Escuchado por ahí).
«Oye primo no hemos quedao sin trabajo» «No primo, nos hemos quedao sin patrón, trabajo tenemos» (diálogo entre Pablo Escobar Gaviría y su primo)
Se habla por estos días de reforma laboral y de la necesidad de, a través de ella, buscar nuevas formas de contratación, mayor flexibilidad en las relaciones laborales, reducir el desempleo, adaptar la legislación a los tiempos que corren y otros argumentos similares. Todas estas iniciativas, han sido bloqueadas en el pasado por las asociaciones de trabajadores en forma permanente en aras de «mantener las fuentes de trabajo» y no hay evidencias que indiquen un cambio en este comportamiento para el futuro.
En forma desvinculada de esta batalla, debemos diferenciar entre dos grandes grupos de trabajadores (dependientes e independientes) a quienes las variaciones en la economía, la evolución tecnológica y otros factores, afectan de manera muy diferente. Para explicar esto consideremos a dos personas, una dedicada al trabajo administrativo en una empresa y otra a un oficio; ambas con 28 años de antigüedad en el desarrollo de sus actividades.
El empleado administrativo tiene un sueldo totalmente previsible, con los aumentos consensuados entre el sindicato y las asociaciones de empleadores, tiene obra social, vacaciones una vez al año y un regalo cada veinticinco años de antigüedad. Con cada ingreso del importe del sueldo en su cuenta corriente, paga los servicios (electricidad, agua, gas), los consumos con tarjeta de crédito, las compras habituales en el supermercado y aún puede quedarle algo de ahorro (si no se excede con su debilidad … el licor de menta). No suele despertarse en el medio de la noche preocupado por algo y suele decirse a si mismo que las cosas «marchan bien»; excepto porque a partir de algunos meses a esta parte han comenzado a redimensionar el departamento de administración, gracias a la adquisición de un nuevo programa de gestión empresaria que reemplazará una cantidad, por el momento incierta de puestos de trabajo en el departamento de administración. Estar desempleado le afectaría significativamente, sumado a que reingresar en el mercado laboral a su edad (50 años), sería bastante complicado.
La persona que desarrolla un oficio tiene ingresos variables, tiene días o semanas en los que puede generar buen dinero y otros peores donde apenas cubre los gastos; pero año tras año sus ingresos son similares; tras 28 años de trabajo, son pocos los momentos en los que ha estado sin trabajo. Dada la variabilidad de sus ingresos, siempre se queja de no gozar de la seguridad laboral de otros trabajadores, ignorando que quizá esa sea su verdadera fortaleza. Los trabajadores autónomos como los sastres, los carpinteros, los plomeros, los profesores de tenis y en general quienes desarrollan un oficio, tienen ingresos variables, pero sus riesgos son muy claros y son – por esa razón -, bastante resistentes frente a una situación inesperada que pueda dejarlos sin ingresos. No pasa lo mismo con los asalariados, cuando sus ingresos desaparecen después de una llamada telefónica del departamento de personal.
Las variaciones pequeñas hacen que los trabajadores independientes se adapten continuamente y aprendan del entorno, porque en cierto modo están obligados a hacerlo, una semana con menos ingresos obliga a revisar el entorno y un mes sin ingresos probablemente genere un replanteo en la manera de realizar los trabajos o analizar a la competencia. Además, tienen la libertad de seguir trabajando hasta que lo deseen y son su propio jefe, al empleado administrativo le va a costar mucho más ser contratado máxime si tiene una antigüedad considerable.
Cuando se habla de reforma laboral, solo se habla de una parte de la fuerza de trabajo (los trabajadores dependientes), además las mejoras y adelantos tecnológicos son sistemáticamente obstaculizados en aras de sostener la «estabilidad en el trabajo». Desde el gobierno en diferentes épocas, han intentado establecer reformas, sin éxito; basta recordar que Raúl Alfonsín empezó a tambalear cuando no le fue aprobada la reforma laboral en el Congreso en 1985, pasando por la Banelco de Fernando De La Rúa y el intento del actual gobierno en el mes de diciembre de 2018, que no llegó a ser discutido en el Congreso.
El común denominador en estos intentos fallidos fue que políticos y sindicalistas intentaron definir la política laboral mirando solo el salario y la medida en que esas determinaciones salariales afectaban la inflación del próximo período, sin importar el resto de las variables como las condiciones de trabajo, el desempleo, las formas de contratación, los incentivos para nuevas empresas e inversiones en la contratación de personal, la situación de los trabajadores independientes y otras cuestiones que debieran ser revisadas. Habida cuenta del fracaso de estas estrategias y no solo una vez sino varias, tal vez sería momento de convocar a expertos en temas laborales referidos al trabajo en sí mismo y no solo en temas de legislación, en temas tecnológicos, psicólogos y en general profesionales que puedan dar una idea de como es el mundo laboral en la actualidad y de como va a ser en los próximos años, considerando corto, largo y mediano plazo.
El desempleo es analizado como un concepto unívoco, sin variantes ni relieves, cuando en mi opinión dentro de ese concepto conviven las más variadas especies, hay quienes no quieren trabajar (¿son desempleados ?), hay quienes «estarían» dispuestos a trabajar pero no encuentran el trabajo que les agrade (son desempleados?), hay quienes habiendo sido despedidos de sus trabajos, buscan un trabajo igual que el que tenían (complicado, si te despidieron de uno igual), hay quienes con fallas en la educación y falta de asistencia escolar pretenden un trabajo que no esta a la altura de sus posibilidades (ven las condiciones y el ambiente donde se desarrolla el trabajo y no las habilidades necesarias para desarrollarlo) y la lista es infinita. Quizá esto explique, en algún modo, por que los extranjeros consiguen trabajo más fácil que los habitantes del país y porque los argentinos que emigran, realizan en el extranjero trabajos que aquí no estarían dispuestos a hacer.
Mientras tanto la tecnología avanza sin pausas capturando puestos de trabajo en todos los niveles de la actividad (productivos, administrativos, financieros), haciendo desaparecer tareas y creando nuevas, lo importante es mantenerse capacitado y conectado con la realidad para captar nuevas oportunidades de trabajo o de mejorar el mismo, si es que se posee uno.
Fuentes referenciales cuya lectura recomiendo:
El Futuro del Dinero – Bernard Litaer / Antifragil – Naasim Nicholas Taleb.
(*) Omar Emín es Licenciado en Administración y Contador Público. Colabora en medios de comunicación en temas fiscales, laborales y económicos en general. Socio fundador de Echenique, Emin, Albin & Asociados, firma dedicada a trabajos profesionales de carácter administrativo, laboral, contable e impositivo. Se desempeñó en el ámbito educativo universitario, terciario y secundario, con algunas experiencias en educación a distancia en el nivel universitario.