En la últimas horas se observa personal pintando la ruta y colocando carteles de señalización, pero la novedad sería la colocación de radares para evitar que los vehículos desarrollen altas velocidades en el tramo de la ruta nacional Nº 7 que quedó tapado por la laguna La Picasa y dejó aisladas a las localidades de Aarón Castellanos y Diego de Alvear.
Con esta reparación, no sólo los pueblos santafesinas (y el bonaerense Vedia) quedarían nuevamente reconectadas, sino que se terminaría el by pass de casi 140 kilómetros que tenían que hacer los automovilistas para retomar la carretera.
El gerente de Operaciones y Mantenimiento de la Dirección Nacional de Vialidad, Luis Figliozzi, confirmó a LaCapital que esta semana se terminaron de reponer las barandas deterioradas por el oleaje y recolocar las existentes, se culminó con el calce de banquinas y ahora sólo falta la limpieza y la señalización vertical y horizontal.
La obra comenzó hace unos tres meses, una vez que el agua bajó lo suficiente como para drenar toda la estructura. «A la vista de los habitantes parecía que nos estamos demorando porque la laguna había bajado su nivel, la ruta estaba visible y los trabajos no comenzaban, pero habíamos hecho los estudios técnicos y detectado que había agua en la estructura de la carretera», explicó el funcionario. «Cuando ese problema quedó solucionado, comenzamos con los trabajos de limpieza, se acomodaron los taludes, se reparó y repuso el material y se comenzó con con las defensas metálicas que se tuvieron que recolocar a lo largo de los diez kilómetros, 20 en total», abundó.
Los trabajos se realizan entre los kilómetros 380 y 390 de la cinta asfáltica, en este caso, desde el acceso por ruta provincial Nº hasta la nacional Nº 33. Figliozzi recordó que mientras la 7 estuvo cortada había que hacer «un by pass de casi 140 kilómetros subiendo por la 33, empalmando por la ruta nacional Nº 8 para volver por la 14 (o viceversa)», o desviar directamente el recorrido tomando la ruta 8
Obra de Vialidad
La reparación estuvo a cargo directamente de Vialidad Nacional, ya que el tramo no forma parte de la concesión por Participación Público Privada (PPP). El organismo se hizo cargo directamente de los trabajos y el material.
El responsable nacional aclaró que aún no hay un estimativo del costo total de la obra ya que se trabajó con elementos provistos de distintos distritos. Y estimó que cuando se normalice la circulación «estaremos entre los 4 mil y 5 mil vehículos por día, con entre un 30 y un 40 por ciento de transporte pesado.
«Queremos bajar la ansiedad de la gente, no es una situación muy normal tener un tramo inundado de ruta durante casi dos años; igualmente, la habilitación será para todo tipo de tránsito pero restringidos los límites de velocidad por Agencia Nacional de Seguridad Vial, que tendrá presencia permanente en el tramo», reveló.
Recta final
El 20 de octubre, La Capital dio cuenta de que la habilitación sería inminente, aunque había que esperar aún algunos días para poder tener recompuesto el tramo que quedó intransitable a partir de abril de 2017, debido al último desborde de la Picasa, aunque el espejo de agua ya había avanzado años anteriores sobre la ruta.
En aquella ocasión, hace un mes, en la región se especulaba conque el final de la obra era cuestión de horas, pero fue el mismo Figliozzi quien aclaró que se estaba trabajando en el apuntalamiento de las defensas, y que habría que esperar algunos días más. Finalmente, se puso como fecha tentativa el 2 de diciembre.
De “manchita” a gran laguna
Tal como lo publicó oportunamente La Capital, la laguna La Picasa atraviesa una situación hídrica extrema que compromete en diverso grado las estructuras socioeconómicas locales. Así quedó demostrado a través de mediciones satelitales realizadas en los últimos años que muestran cómo La Picasa pasó de ser “una manchita” que ocupaba 1.400 hectáreas en 1985 a una enorme masa de agua que hoy abarca un territorio equivalente a 40 mil hectáreas, o sea 28 veces más que hace 32 años.
Se trata de un sistema complejo, ya que se trata de una laguna situada en una cuenca endorreica que no tiene salida. Gracias a los datos suministrados por satélite se pudo trazar una evolución en el tiempo de la cantidad de agua que contiene la laguna en sus diferentes capas, para establecer así una foto muy precisa de su trayectoria.
Entre los años 1998 y 2002 el nivel de agua se incrementó, y luego otro hubo otro período neutro durante el cual se registraron descensos que llegaron hasta 2016. Pero ese año se produjo un quiebre, ya que de la mano de un muy intenso fenómeno de El Niño la laguna llegó a cotas nunca antes vistas. La ruta nacional Nº 7 quedó tapada como nunca antes.
En febrero de 2017 la laguna avanzó sobre la ruta en el segmento que va de los kilómetros 380 y 391, lo que obligó a reducir el tránsito, el que debió ser definitivamente interrumpido en abril de ese año.
La ruta 7 es un corredor fundamental del sur santafesino y el norte bonaerenses, una de las regiones de mayor potencial productivo del país.
Es una carretera que nace en la ciudad de Buenos Aires y une las provincias de Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba, San Luis y Mendoza. Forma parte del más importante corredor bioceánico del país y es un ramal de la carretera panamericana, que continúa en territorio chileno como la ruta CH-60 hasta llegar al puerto de Valparaíso, en el país trasandino. (Fuente: La Capital)