Por José María Ruiz (*)
En estos tiempos, cuaresma, pascuas y cuarentena, reflexionemos sobre nuestro actuar, caminando al lado del prójimo y colaborando con el desprotegido. Es increíble como algo tan microscópico como lo es un virus, haya dejado a toda la humanidad en la vereda de la vulnerabilidad absoluta.
Momentos en los cuales todos los integrantes de la sociedad, sin importar el estadío gubernamental ni la función social que se cumple, sepamos comportarnos a la altura de las circunstancias. La base de la Comunidad Organizada es la Solidaridad entendida en el marco de los intereses nacionales, por lo que el bien común forma parte indisoluble del valor de la solidaridad, y la comunidad organizada es la ingeniería política concreta de la misma. Siempre es necesario alcanzar SOLUCIONES, no sólo intelectualizar, las cuales deben tener el tinte del sentido común y del diálogo constante sin intenciones baratas ni politiquería de goma.
Pero recordemos siempre que en tiempos de crisis o de guerra no se puede dudar, primero se debe proteger la vida, y segundo, mediante el diálogo constante, buscar respuestas y sin falsas interpretaciones, para terminar con la pandemia.
Y siguiendo el pensamiento Emmanuel Levinas, que el «…Otro me es necesario para ser yo. No puedo ser yo sin el Otro. Está ahí su rostro y en ese rostro puedo ver que no existo solo y que el Otro no existe para negarme sino para completarme”.
No olvidemos que nuestro cuerpo es el transmisor del virus, no lo vayamos a buscar, porque un pueblo alegre y con salud es el único valor agregado al futuro de la humanidad.
(*) José María Ruiz –
Abogado Especialista en Derecho Público Provincial y Municipal
Profesor Adjunto – UCALP