El esfuerzo y la buena voluntad de los villeguenses que ofician de centinelas en el control de las personas y vehículos que ingresan a la ciudad no está en tela de juicio. Tampoco quienes volcaron tierra de sus camiones en las barricadas que cierran el paso de accesos alternativos.
Pero lo hecho no sirve o no alcanza si no nos hacemos cargo todos, desde nuestra responsabilidad, de cuidarnos y así cuidar al otro.
Con la presión social de la aparición de un caso de coronavirus en General Villegas el intendente Campana hizo lo que nunca lo había convencido: blindar la ciudad. Que es como intentar parar el agua con las manos.
Situación: un hombre regresa a Villegas en su auto. Lo paran en la entrada. Le toman la temperatura corporal y la patente del vehículo. Le preguntan cómo se llama, adónde va y si reside en la ciudad. Está todo en orden. «Adelante señor. Cuidese», le dice una chica, muy atenta.
Nunca le preguntaron de dónde venía, qué fue a hacer y con quién estuvo. Pero si lo hubieran hecho el hombre podría haber ensayado miles de respuestas diferentes. Venía de Lincoln, donde había ido a hacer un trámite de Verificación Técnica Vehicular (VTV), para el cual ni siquiera tuvo que bajarse del auto. Tenía todos los permisos, que tampoco le fueron exigidos al volver a Villegas.
Fue así nomás. Pero el hombre bien pudo haber estado en Liniers o en Olavarría, por citar dos posibles fuentes de la enfermedad, tapa de diarios de los últimos dias. Y decir, sin que nadie se lo objetara, «vengo de Ameghino, Moores o Tres Algarrobos».
La situación se repite por miles. El Estado debe estar presente en la prevención pero no alcanza si no decimos la verdad y nos hacemos cargo cada uno de nosotros de nuestro cuidado y del prójimo. Sólo eso nos salvará.