En el mundo del fútbol, como últimamente sucede en todos los ámbitos de nuestra vida, también hay grieta. Y esa grieta no es únicamente entre Menottistas y Bilardistas, sino entre los defensores del fútbol de antes y los cultores del fútbol hiperprofesional y físico que se juega hoy.
Quizás una persona que pueda encarnar a la perfección ese fútbol de potrero, desfachatado y atorrante, sea Mario Ángel Muriño, el «Yuyo».
Cuesta creer que este volante creativo, dueño de una zurda exquisita, haya arrancado jugando en el arco, pero así fue. Se inició en Eclipse, jugando de arquero y llegó a disputar varios partidos en primera en esa posición.
Pero cuando dejó los guantes y pasó a la mitad de la cancha ya nunca más volvió al arco. Tan bueno era lo del «Yuyo» que lo vinieron a buscar desde Quilmes. El mismo día de su partida se fue a despedir de su mamá y ésta se descompuso porque su hijo se iba. ¿Qué pasó? La gente de Quilmes se quedó sin el crack.
Le tocó hacer la colimba en Bahía Blanca y allí también dejó su sello. Jugó un año en Tiro Federal en la liga local y tuvo la oportunidad de fichar para Olimpo, pero cuando le dieron la baja volvió a General Villegas. La familia tiraba mucho más.
Jugó un año en Ferro de Alvear y luego recaló en Atlético Villegas, donde salió campeón y compartió plantel con excelentes jugadores de la talla de Álvaro, «Toco» Luna, Pedraza, Bitti, Castaños, entre otros. El «Yuyo» integró el plantel del mítico equipo académico dirigido por «Pancho» Ferraro.
Jugó hasta los 33 años y decidió colgar los botines. «A mi me gusta el fútbol para divertirme, como el que había antes. Hoy al fútbol lo han mecanizado mucho. El jugador que agarra la pelota tiene un compromiso; y el fútbol no es un compromiso, el fútbol es para divertirse. Para mí antes había jugadores más hábiles porque el potrero los hizo así», concluye Muriño, fiel exponente de esas interminables canchitas de barrio.
Cuando se iba de la radio, tras la nota con OVACIÓN, la charla siguió en la vereda de ACTUALIDAD. «A los 13 ya jugaba en primera. ¿En qué año fue el mundial en que lo echaron a Rattín? ¿En el 66? Me hiciste acordar que ese partido lo escuchamos en las calles, porque lo pasaba Solé (Emilio) por unos parlantes».
La anécdota de aquel partido mítico donde el volante central de Boca fue expulsado ante Inglaterra en el mundial organizado por ese país, matizada por el recuerdo de don Emilio Solé, aquel de la emisora, uno de los padres de la radiofonía local.
El «Chau Yuyo, nos vemos», no alcanzó para que subiera a su auto para volver a casa. Paró otro vehículo, se bajó un viejo rival con el que no se veían desde hace mucho tiempo. Abrazo interminable y la charla que se prolonga, ahora en la calle. Es el Yuyo, es el fútbol.