Hoy en día hablar de Santa Rita es hablar de uno de los clubes más estables institucionalmente y con un rendimiento deportivo superlativo que lo ha colocado en lo más alto de la tabla, obteniendo los campeonatos del 2012, 2014, 2015 y 2019. El Lobo siempre está en la discusión. Gane o no gane, siempre es uno de los candidatos: es un equipo compacto, que juega bien y con jugadores de buen pie que dejan todo por la camiseta.
Fuera de lo deportivo también da el ejemplo. El césped del campo de juego es uno de los mejores de toda la zona y se están llevando a cabo obras en la cancha y en la sede.
Pero no siempre fue así. Hubo momentos más difíciles, donde todo se hacía más «artesanalmente», donde había que llevarse la ropa limpia desde casa para jugar el domingo, donde los jugadores no estaban impecablemente uniformados y algunos tenías medias o pantalones de distinto color, donde para ir a jugar de visitante había que viajar en la chata del «Cholo».
Aníbal Ponzi, conoció ambas época. Y salió campeón con Santa Rita en el año 1983, cuando el fútbol local estaba dominado por equipos más poderosos y con otros presupuestos.
«Era difícil salir campeón en esa época. Y encima con casi todos pibes del pueblo. Se nos pudo dar. Se sumaron algunos jugadores de Cosmopolita que ese año no entró. La parte de la cancha donde jugaba yo estaba llena de rosetas y hoy es un billar. Con esa clase de canchas el fútbol que se juega es otro», comenta Aníbal Ponzi en diálogo con OVACIÓN.
«Debuté casi con 15 años. El DT interino era mi papá. Fue contra Larroudé. Recuerdo que pegué un tiro en el travesaño y para mí era como haber salido campeón del mundo. Perdimos perdimos 4 a 1, pero yo estaba feliz por haber pegado un tiro en el travesaño», rememora entre risas.
Para los Ponzi Santa Rita es una pasión, es su casa. Siempre hay un Ponzi trabajando por el Lobo. «Mi abuela cosió las primeras medias de Santa Rita, allá por el 61 o 62. Mi vieja siempre laburó en las ravioladas. Mi viejo manejaba el colectivo, jugó y siempre estuvo en la comisión. Mi hermano es presidente del club. Tengo tres hijos y un sobrino en el equipo. Es un orgullo verlos en la cancha defendiendo la camiseta que uno tanto quiere», subraya Aníbal.
«Fueron épocas muy lindas, tanto aquellas como lo son éstas. Cambió muchísimo el club. Las comisiones están haciendo las cosas bien. Es muy difícil mantener una institución así en un pueblo chico y en los tiempos que corren», concluye Aníbal Ponzi.