Quienes vieron jugar a Jorge «Gallego» Santos -padre de Sebastián Santos- dicen que era pura habilidad. Siempre tenía una pisada, un caño o una gambeta para eludir rivales, ya sea en los partidos más accesibles como en los más «chivos».
Jugó en Eclipse y en Fútbol Club. Además, integró aquella legendaria selección juvenil de la Liga del Oeste que salió campeona a nivel provincial y subcampeona a nivel nacional (en realidad terminó en tercer lugar, pero el campeón -La Rioja- fue eliminado por incluir mal a algunos jugadores y por eso el combinado del Oeste terminó en segundo puesto).
«Nunca cargué a un rival por tirar un caño o pisar una pelota, era una alternativa de juego. Yo salía de una jugada complicada haciendo esas cosas. Nunca cargué a un rival. Es más, después de los partidos me iba a tomar un café con los muchachos. Todos mis adversarios fueron y son amigos míos en la actualidad. Era mi manera de jugar, los partidos difíciles y los no tan difíciles los jugaba de la misma manera porque tenía una sola forma de jugar. Era muy liviano y tenía que emplear la habilidad como recurso de juego», le dijo a OVACIÓN.
En cuanto a la comparación -inevitable- con su hijo -ambos habilidosos-, el «Gallego» no duda en señalar a Sebastián como el jugador más completo de los dos: «Yo no tenía sacrificio. A medida que me fui haciendo grande pensaba que tenía que estar entero en los lugares importantes de la cancha porque si me desgastaba corriendo al volante por derecha hasta el área nuestra después no estaba entero para lo que yo podía hacer, que era la asistencia, estar cerca del área. Mi hijo Sebastián es más completo que yo, tiene más gol, es más fuerte y tiene mucho más sacrificio. Pero eran otras épocas. Seguramente me hubiera adaptado a esta época de hoy donde lo físico es más importante. Lo que pasa es que el entrenamiento de antes no era nada que ver con el de hoy. Son casi profesionales hoy. Antes dábamos dos vueltitas a la cancha, hacíamos algún ejercicio y a la pelota», expresa.
La selección de la Liga del Oeste
«Esa selección nos marcó a todos los chicos. Fue un hecho futbolístico, pero también social que convocaba a todos los pueblos de la zona. Fue grandioso: entraban 480 equipos de toda la República Argentina y fuimos subcampeones y campeones de la provincia de Buenos Aires. Además, participaron los clubes de AFA. Se formó un equipo y un grupo espectacular que llevó a que tuviéramos ese éxito. Fue un hecho que no sé si lo vamos a volver a ver. Por ejemplo, el intendente de América había puesto un tren especial gratis para que la gente pueda ir a donde jugábamos. Hoy sería impensado eso. Teníamos 14 o 15 años y aprendimos que se puede jugar bien al fútbol, que se pueden conseguir logros y que cuando el equipo juega bien la gente acompaña», recuerda.
El sábado jugaba en San Luis y el domingo en Villegas
Cuando Jorge Santos fichó para Eclipse, justo coincidió con el inicio del servicio militar.
«Yo hacía la ‘colimba’ en San Luis Capital. Desde el primer día un teniente me llevó a jugar al fútbol. Así que yo jugaba los sábados en San Luis, fichado en San Luis, y al día siguiente jugaba en Eclipse, fichado para la Liga de Villegas. Una locura. En ese momento tenía 20 años, estaba físicamente un violín», rememora divertido.