La investigación fue encabezada por el Dr. Héctor Carvallo. Los resultados fueron sorprendentes: el personal de salud que la tomó no se contagió de coronavirus y los pacientes infectados se recuperaron casi en su totalidad: la mortalidad se redujo en una relación 7 a 1 comparada con otros protocolos.
El Dr. Héctor Carvallo es endocrinólogo, ex profesor de Medicina en la UBA y la Universidad Maimónides, profesor de Medicina en la UAI y la Universidad de Morón, ex director del Hospital de Ezeiza e investigador principal de un equipo de investigación que aplicó protocolos con ivermectina de uso humano en dos grupos: como profilaxis en personal de salud y como tratamiento en pacientes enfermos de coronavirus.
Los protocolos se aplicaron a fin de junio y los resultados fueron elevados el 4 de julio a la Biblioteca Nacional de Medicina en Estados Unidos, que es la que nuclea todos los protocolos internacionales, y a las autoridades sanitarias nacionales y provinciales en Argentina.
Si bien la ivermectina es un antiparasitario que hace años se usa en la medicina y los resultados de la investigación encabezada por Carvallo fueron sumamente exitosos y auspiciosos, es fundamental remarcar que ninguna persona debe automedicarse y mucho menos utilizar ivermectina de origen y uso veterinario.
Pregunta: ¿En qué consistió la investigación y qué resultado arrojó?
Respuesta: Aplicamos dos protocolos: uno de profilaxis o prevención que fue destinado a personas sanas, y uno de tratamiento que fue destinado a las personas ya enfermas. En las personas sanas lo hicimos en personal de salud por dos motivos: uno porque es la primera línea de defensa, si se cae el personal de salud la población queda expuesta; y segundo porque podíamos controlarlo semanalmente para saber la evolución.
Inicialmente se enrolaron dos grupos: uno de 131 agentes de salud que recibieron el protocolo de Ivermectina con Carragenina y otro de 98 agentes de salud que no lo recibieron. Todos bajo el mismo techo, todos con los mismos equipamientos de protección personal, todos en el área de atención de COVID. Fueron sometidos a hisopados semanales durante un mes.
Al cabo de ese mes, dentro de los 98 del grupo control hubo 11 contagiados, y dentro de los 131 agentes que recibieron el protocolo de profilaxis no hubo ningún contagiado.
Después se siguió trabajando con esto, ya no como protocolo sino como una forma más de protegerse. Esto no reemplaza a lo otros cuidados, sino que los optimiza. Durante los 3 meses y medio posteriores, hubo 788 agentes de salud que lo recibieron -ya no del Hospital inicial, sino de otros hospitales- y otros 407 agentes que prefirieron no utilizarlo y aceptaron ser el grupo control.
De ese grupo control de 407 se contagió la mitad, y entre los 788 que sí continuaron con el protocolo no se contagió ninguno.
¿Entonces la ivermectina brinda inmunidad? ¿Basta con tomarla una vez o hay que seguir tomando?
No es una inmunidad en el sentido de inmunización, no es una vacuna. Es simplemente una reducción del riesgo de contagio. El protocolo lo aplicamos durante 8 a 10 semanas y después el efecto perdura durante otros 4 meses. Superando ese período se puede repetir sin ningún inconveniente. Ya hay mucha gente que está en la segunda tanda de aplicación.
Aún dentro de la comunidad médica existe el erróneo concepto de que el momento más peligroso del contagio es frente al paciente. Y no lo es. Está demostrado mundialmente que no lo es. ¿Por qué? Porque frente al paciente uno extrema las medidas de cuidado para no contagiarse y tiene la mascarilla N95, la máscara de acetato, el camisolín hemorrepelente, los guantes, la cofia y todas las medidas de protección personal. El principal momento de contagio es cuando uno deja de atender, porque se va al office agotado, rendido, frustrado, ansioso, cansado y se encuentra con los compañeros de guardia con los cuales uno convive más que con la familia desde que abrazó la profesión. Ahí es donde baja la guardia y se saca el barbijo y la máscara, se toma un cafecito, se toma un mate. Donde uno se descuida es donde más se contagia. Además nuestra vida no es dentro de la institución hospitalaria: nosotros salimos, vamos al almacén, compartimos con la familia. Donde uno más extrema los cuidados es frente al paciente y donde uno menos los tiene en cuenta es cuando sale de ese área. Al tomar esta medicación, tenga o no tenga el camisolín hemorrepelente, uno sigue medianamente protegido. Eso es lo que marca la diferencia.
¿Y cómo les fue con el protocolo a pacientes con COVID?
Lo dividimos en tres grandes grupos: leves, moderados y severos. Haciendo la aclaración que los leves son de manejo ambulatorio, y los moderados y severos son de manejo hospitalario y son los que saturan los sistemas de salud.
Uno esperaría que un 10% de los leves evolucionen a formas más severas y requieran internación, porque hasta el caso más severo alguna vez fue leve. Nosotros tratamos 135 personas, por ello lo esperable era que entre 11 y 14 pacientes evolucionaran a formas más severas y requieran internación.
Esos 135 pacientes fueron dados de alta al cabo de un mes y ninguno fue internado.
En el grupo de los que sí estuvieron internados -los moderados o severos- nuestra intención era exclusivamente observacional: ver el tratamiento con ivermectina. No queríamos hacer dos grupos como se suele hacer -uno de tratamiento versus otro de placebo- porque utilizar placebo en una enfermedad potencialmente mortal es algo reñido contra la ética, contra la moral y contra la conciencia. Si tengo que basar el resultado de mi hipótesis sobre una pila de cadáveres estaría fallando en el Juramento Hipocrático. El cientificismo a ultranza en el medio de una pandemia es anacrónico e inaplicable. Sin embargo, se terminaron creando dos grupos porque todas estas medicaciones requieren un consentimiento informado: hubo gente que aceptó utilizar el protocolo y hubo otra que no porque prefirió el plasma de convalecientes. Se autogeneró un grupo control pero no con placebo y a la buena de Dios, sino con todas las alternativas terapéuticas que bajaron las autoridades sanitarias.
En esos dos grupos nosotros demostramos una reducción de la mortalidad de 7 a 1 en favor del protocolo con ivermectina versus todos los otros protocolos.
¿Y ante estos resultados tan buenos: Por qué no se aplica en todo el país?
En la Provincia de Buenos Aires hay varios municipios que lo están usando regularmente. Ya es oficial en la Provincia de Corrientes, por decisión de la Universidad del Noroeste y de la gobernación, ya es oficial en las Provincias de Salta, Jujuy y Tucumán. Si se fijan en los números de Jujuy y de Salta, tanto en personal contagiado como en cantidad de enfermos, y se comparan los números de hace un mes con los de ahora van a notar una diferencia. Algunos van a decir que es algo climático. Al principio pensábamos que era una enfermedad de arraigo invernal y que luego en verano se iba a reducir. No fue así, no se redujo ni en Europa ni en Estados Unidos. Pensar que el virus estaba influenciado por la temperatura fue un error que todos cometimos cuando seguíamos las indicaciones de la OMS, cosa que muchos dejamos de seguir porque no han sido exitosas.
Hay 41 ensayos con ivermectina inscriptos en la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos, de todas las partes del mundo. De esos 41, 8 ya tienen los resultados terminados; y de esos 8, 2 son nuestros. Todos obtuvieron los mismos resultados: la mortalidad se redujo 7 a 1, en otros casos fue 5 a 1, y en otros 8 a 1. No hay falta de evidencia, sino falta de ganas de leerla.
En Argentina no somos los únicos que han trabajado con Ivermectina. El protocolo que ya ha terminado el CEMIC, que lo hizo un par de meses después de nosotros con el patrocinio del CONICET, obtuvo los mismos resultados. ¿Por qué no se aplica? Es una buena pregunta. Una posibilidad es seguir a ultranza lo que dice la OMS. La OMS la considera una droga esencial pero no ha incorporado como de primera línea el tratamiento con Ivermectina. Si uno sigue a ultranza lo que dice la OMS, como un ciego sigue a otro ciego, entonces corta y pega lo que dice la OMS. Lo pongo dentro de la normativa nacional y no hago nada. Siempre es más fácil cortar y pegar que pensar.
¿Qué opina de las vacunas y la polémica que se desató?
Uno de los problemas que tenemos en la Argentina es la gran especialización que tenemos los ciudadanos: hay 45 millones de directores técnicos de la selección, 45 millones de ministros de economía y 45 millones de inmunólogos. Yo no soy inmunólogo, entonces mi palabra no es la más calificada. me remito a referentes de la inmunología como pueden ser el Dr. Salvarezza y la Dra. González Ayala cuyas declaraciones son públicas. Ellos dicen que una vacuna en condiciones normales no debe saltear etapas. Para que sea beneficiosa falta por los menos un año y medio o dos años.
Muchas veces hay que discernir entre publicidad y propaganda. Yo estoy ansiosamente esperando una vacuna, pero me gustaría una vacuna que haya pasado por todas las etapas por las que pasan todas las vacunas. Cuando me dicen que una vacuna saltea etapas, y no hablo solo de la vacuna contra el COVID, a mí me preocupa. No estoy diciendo esta vacuna sirve y la otra no, pero sí hay pasos que seguir para cualquier vacuna, sea del origen que sea. Esas etapas no son ignorables. Hay que seguirlas sí o sí.