«Hay que empezar a darle la posibilidad de que puedan hacer por ellos. Lo que necesitan es que uno los acompañe de otra manera. Lo más importante es confiar en ellos», dijo en ACTUALIDAD Viviana Pérez, profesora de educación especial
Vida independiente: el rol de las familias, la escuela y la sociedad, fue el tema elegido por ADERID para su espacio semanal de cada jueves en ACTUALIDAD.
Viviana Pérez, profesora de educación especial, fue la encargada de hablar del tema. Trabaja en la institución desde hace 13 años. Se desempeña como terapeuta de grupo en el Centro de Día y es miembro de los equipos interdisciplinarios en el Centro de Rehabilitación, cumpliendo el rol de estimuladora visual.
Tiene una amplia experiencia y formación en la rehabilitación de pacientes con discapacidad con patologías sindrómicas, neuromotoras, déficit de conducta y aprendizaje; y también forma parte del equipo de «Vida Independiente» de ADERID, que es nuevo.
«Si bien estaba en el proyecto de la institución desde hace un montón, empezamos a funcionar como equipo este año, con muchas ganas; y después se vieron un poco truncadas por la situación de pandemia. Eso no hizo que paráramos de trabajar, nos reinventamos y seguimos virtualmente, con la intención de ayudar a los chicos, que estén bien, que tengan experiencias positivas y no se frustren. Uno se acostumbra a hacer y decidir por ellos, pero llega una etapa de la vida donde hay que empezar a darle la posibilidad de que puedan hacerlo. Lo que necesitan es que uno los acompañe de otra manera», sostuvo Pérez.
Esto implica también otra forma de apertura desde la familia y la sociedad. «Tenemos que confiar en ellos y darles herramientas para que la vida independiente sea posible, porque necesitan estar preparados para otras cosas, necesitan empezar a formarse para eso», expresó.
Y ejemplificó con cuestiones tan comunes para cualquiera de nosotros, como prepararse el desayuno, bañarse, hacer la cama, vestirse y desvestirse, «cosas que les van a servir para un montón de aprendizajes. Se puede. Hay que animarlos a que lo hagan solos», dijo.
En este sentido, reconoció que «tal vez esto requiere que se trabaje la paciencia, buscar otras maneras de llegar a ese resultado, dar pequeñas ayudas (por ejemplo si no conoce cuál es el agua fría y cuál la caliente, a una le puedo poner una cinta de color para que lo sepa), para que ese niño-adolescente pueda llegar a ser autónomo en todo».
«Hoy en día una persona con discapacidad va una escuela común, al club, algunas están incluidas laboralmente. Tiene que ser un comprimo de todos y, a medida que vamos conociendo a esa persona, ganamos absolutamente todos. El encuentro con otros personas e instituciones es maravilloso, que se permitan conocerlos y todo fluye, es imposible que sea una mala experiencia», agregó Pérez.
Y destacó que ir obteniendo logros «a ellos les gusta mucho, se ponen felices. En muchas ocasiones están acostumbrados a que siempre les resolvamos cosas, entonces si bien al principio se sienten raros cuando los ponemos en otro lugar, una vez que tienen la posibilidad están felices, porque la gente los reconoce y, para el caso de los que trabajan, empiezan a compartir otros espacios propios de su edad».