Calor sofocante. Días tórridos de un verano que todavía no llegó pero que ya se siente. El sol castiga sin clemencia. Uno camina por la calle buscando la sombrita protectora de algún árbol, pero el viento es como el aliento de un dragón. Quema en la piel. Sudoroso y con esa sensación de que la ropa se pega en la piel, uno llega desesperado a la canilla. Ese manantial de agua fresca, ese oasis que le permite a uno empaparse la cabeza antes de sufrir una insolación o mojarse la piel que está reseca y deshidratada.
Y no sale ni una gota. Nada. Sequía absoluta. Desierto total.
¿Qué pasa con el servicio de ABSA?
Al ya paupérrimo y costoso servicio de ABSA -que acumula múltiples deficiencias como cloacas colapsadas y pérdidas en la red- se le debe sumar una nueva mancha: la presión del agua es tan escasa que no alcanza a subir al tanque. En días de excesivo calor como los que estamos padeciendo, y cuando más se necesita el servicio de ABSA, el tanque está prácticamente vacío y no hay presión suficiente para que el líquido vital llegue a todos los hogares.
Vale destacar que esto excede a los empleados de la empresa, que hacen lo humanamente posible para brindar un buen servicio.
Son muchos los oyentes que llaman a Actualidad para quejarse. «Estamos sin agua», «Apenas sale un chorrito» y «Tengo que pedirle al vecino» son algunas de las frases más escuchadas. Algunos directamente se rinden y deciden utilizar agua de pozo o instalar alguna bomba presurizadora.
Ante la falta de presión, trascendió extraoficialmente que el mes que viene empezarían a colocar medidores para, de a poco, comenzar a controlar el consumo. El inconveniente no es que la planta produzca poca agua, sino que el consumo es exorbitante. Este año, ante la imposibilidad de viajar por la pandemia, la venta de piletas fue un boom: la gente decidió pasar sus vacaciones en la pileta del patio de su casa. Esto colapsó el servicio de ABSA y nos sumerge de lleno en el problema de la falta de agua (vaya paradoja, sumergirse en un tanque con tan poca agua) que parece ser el tema del verano.
La empresa no da ninguna clase de información oficial. Los empleados fueron consultados, pero no están autorizados para hablar con la prensa.
Es muy factible que la implementación de medidores evite el derroche, pero genera un interrogante: ¿El servicio -que ya de por sí es deficiente y deja mucho que desear- se encarecerá demasiado?