La Magister Adriana Larramendi disertó esta semana, a través de plataforma Zoom, sobre «Habitar la escuela», invitada por Rotary Club de General Villegas.
Pero, qué fue de la vida de quien fuera profesora de Filosofía y Lógica; y directora, por mucho tiempo, del Centro de Educación Abierta Municipal (CEAM).
«A fines de 2019 me jubilé de mi carrera docente presencial, con mucho dolor y duelo. Me costó mucho. Seguí con mi carrera profesional docente en la Universidad Maimónides, a distancia. Soy profesora titular de una materia que se llama Metología de la Investigación, de Grado y Post Grado en Ciencias Sociales. Esto me ha permitido también ser Directora de Tesis, ayudar a los chicos a prepararlas para recibirse y a ser jurado de tesis. Desde ese lugar he seguido trabajando con alumnos, pero no de forma presencial. Por eso extraño el aula», le comentó a ACTUALIDAD.
«Seguí escribiendo -continuó-. A veces publican los artículos en Actualidad, o en una página web de España de comunicadores y científicos de Iberoamérica. Y la gente se entusiasma para seguir escuchando o leyendo lo que pienso. Como ahora no tengo alumnos que me escuchen, lo que hago es escribir, porque necesito comentar las cosas que me pasan».
«A su vez, aprovechando el tiempo que tengo y que antes no tuve, estudio el Doctorado en Educación. Esto también me completa mucho en cuanto a información, nuevas teorías, nuevos avances en determinados temas. Así que estoy con mucha actividad», dijo Adriana.
Y agregó que «en lo privado trabajo en orientación vocacional con adolescentes y adultos, porque de alguna manera toda mi formación en Ciencias de la Educación y en Filosofía, me ha permitido unir todo esto en este trabajo que tiene que ver con un proyecto de vida, donde hay raíces filosóficas y antropológicas».
«La educación es mi ámbito y realmente extraño mucho el trabajo con adolescentes, porque el adolescente siempre me ha dado un pragmatismo que la teoría no tiene (‘esto no lo entiendo’, ‘esto para qué sirve’, ‘me lo explicás mejor?’) y eso me ha hecho bajar a la tierra muchas veces. Contenidos que yo leía y quería reproducir y el adolescente me desafiaba a que lo baje. Extraño también la alegría con la que el adolescente aprende, la frescura, la improvisación, la espontaneidad que tiene. Eso me ha divertido a lo largo de los años de docencia. Por eso me gustó tanto dar clases. Realmente eso lo extraño mucho».
«Tengo tantos ex alumnos por todos lados y siempre recibo tantas palabras de afecto, que también eso se extraña. El contacto con los demás. Y saber que le he cambiado la cabeza a alguien, o le he dado la oportunidad de pensar diferente. Esas cosas son las que tienen sentido para mí», sostuvo Adriana.
¿Y lo malo?. «No lo tengo registrado. Lo negativo lo he borrado y he dejado en mi mente lo positivo. En realidad tengo una visión muy optimista-ingenua de la vida, digo yo, pero eso me ha permitido ver un lugar menos oscuro de las cosas y poder buscar lo positivo de cada cosa», expresó.
Orientación vocacional
Yendo un poco más allá sobre la orientación vocacional, manifestó que «ha cambiado, porque el contexto ha cambiado y nuestras cabezas también. Tenemos muchas más opciones. Hay un mundo laboral cambiante, incierto; hay variedad de carreras y también formas de relacionarte en el mundo laboral. Hay gente que por ejemplo es exitosa con poco estudio, pero con buenas herramientas informáticas».
«Y por otro lado, hoy en día aparecen muchos intereses de las personas en un mismo nivel, desde estudiar, viajar, tener un buen trabajo… O sea, hay muchas cosas para hacer. Entonces se necesita ordenar la cabeza para ver qué se hace primero. O qué se elige como tiempo libre y qué como ocupación y trabajo», añadió.
¿Y los adultos? «En algunos casos han tenido que quedarse porque no tenían oportunidad de irse a estudiar. Tuvieron que estudiar o trabajar de lo que había acá. Y ahora que sus hijos ya están recibidos y sienten que están como más ‘sueltos’, algunos ya jubilados de sus trabajos primarios, empiezan a pensar qué hacer con su vida. Cómo se reorganizan».
«Ahora somos personas útiles por muchos más años. Nos morimos mucho más tarde, entonces tenemos mucho por vivir. Eso hace que los adultos quieran pensar en organizar su proyecto. En eso consta la orientación vocacional, en ayudarlos a pensar, reorganizar y a veces, en eso, no es más que cambiar de lugar ciertas prioridades. O qué cosas que pensaban como necesarias en realidad son secundarias; y cambiar el punto de vista. Por eso también estamos trabajando con adultos», concluyó.