Hugo Triaca y Ernesto Segretín son amigos. La distancia -Triaca hace muchos años que no vive en nuestra ciudad- no pudo destruir algo que nació cuando eran compañeros y alumnos en la vieja y querida Escuela N° 17, institución que acaba de cumplir 100 años de historia.
La promoción 1961 -de la que ambos forman parte- publicó en las páginas de la edición del domingo 18 de abril de diario Actualidad un saludo a la Escuela N° 17, a todo el plantel docente, a directivos y a ex alumnos. Muchos ya no están con nosotros, pero siguen fijos en el recuerdo y la memoria.
«La Escuela 17 nos enseñó muchas cosas. A mí me enseñó que la única aristocracia que hay es la del saber, la del pensamiento, la de la gente inteligente y la del esfuerzo. También me dio un compromiso con la igualdad y la solidaridad de la gente. Y Ernesto es el egresado más brillante de nuestra promoción, una persona comprometida con el prójimo, con el pueblo y la comunidad villeguense», manifestó Triaca.
Por su parte, Segretín sostuvo que «estos días hemos sacado del arcón de los recuerdos muchas cosas que este centenario nos ha hecho replantear. La memoria no es algo infinito, y revivenciar aquel tiempo maravilloso nos hace recuperar recuerdos que, de otro modo, irían quedando en el camino».
Pero además, Ernesto reflexionó sobre el por qué de esa vinculación tan fuerte que antes los alumnos construían con la escuela y las maestras, vínculo que las nuevas generaciones ya no construyen: «Mis hijas tuvieron un felicísimo paso por la escuela primaria, pero no tuvieron la intensidad del después que nosotros hemos tenido y que seguiremos teniendo. Esto es así porque aquella escuela y aquellas maestras ocupaban un lugar comunitario que hoy ya no ocupan, me refiero a la centralidad que tenían las maestras como verdaderos referentes sociales y a la centralidad que tenía la escuela como centro gravitacional de la comunidad. Si alguien sospecha que perder esas dos centralidades tiene algo que ver con que perdimos el rumbo como sociedad, no tenga ninguna duda porque es así. Este ida y vuelta nuestro tan fuerte e inextinguible ha sido fruto de una coincidencia fenomenal: fuimos una generación que tuvo una actitud y un sentido de pertenencia muy especial respecto de la escuela. No lo digo yo, lo dicen nuestras maestras. Eso ha hecho tan fuerte el vínculo. Aquella Escuela 17 y aquellas maestras son las responsables de este vínculo tan fuerte», argumentó.
«Estamos tan galvanizados porque la promoción 1961 nunca nos fuimos de la Escuela 17. Seguimos siendo la Escuela 17, la llevamos in péctore (en el pecho), sus valores, su sentido de compromiso y todas las enseñanzas que nos dieron nuestras queridas maestras. Siento que no me fui. Es la parte principal de mi Villegas querido» dijo Triaca. Por su parte, Segretín adhirió a este pensamiento: «Nada puede ser más cierto. Jamás nos fuimos de la Escuela 17. Le mandamos un saludo muy grande a una maestra que hoy es la Escuela 17: Nora Álvarez Urquiza de Gabriolotti, próxima a cumplir 90 años. Para nosotros ella es un tesoro viviente y le mandamos un enorme afecto. Ya nos vamos a tomar revancha de esta pandemia y, por supuesto, vamos a dar rienda suelta a los recuerdos», prometió.