La directora de Aderid, Analía Campana, cerró el espacio que la institución tenía cada jueves, desde hace un par de meses, en ACTUALIDAD.
«Cuando organizamos este bloque de ocho semanas con el equipo directivo e Inés habíamos pensado en llegar, desde la radio, a cada lugar al que a lo mejor no llegamos a través de las redes sociales, o desde un contacto personal con la gente. La verdad que a mí me emocionó cada una de las charlas y cada una de esas personas que colaboraron en poder dar su testimonio, que sea motivador para una comunidad como la nuestra, que siempre ayuda a ser cada vez más inclusivos y tener la mente más abierta para recibir a las personas con discapacidad desde un buen lugar; y permitirles a ellos el mismo derecho que tenemos todos: de pertenecer. Creo que cada nota, que después pudo también leerse, replicó muy bien en la comunidad», manifestó Analía.
«Es tan interesante escuchar la mirada del otro. Y la radio impacta en un número altísimo de gente. Tenemos más testimonios y vamos a volver, ojalá que pronto», agregó; al tiempo que agradeció a «Famyl, por el acompañamiento que tuvo con nosotros, a Christian Francucci y a los chicos que se animaron a hacer la publicidad que me emociona tanto escuchar. Ellos son nuestros maestros, los pacientes que nos van diciendo hacia dónde hay que ir y qué hay que hacer por ellos».
Actualidad: Con un mensaje muy fuerte desde Aderid en lo que respecta a la inclusión…
Campana: Es nuestro gran desafío y en eso vamos a seguir trabajando. Venimos muy bien. En todos estos años Villegas ha crecido mucho en relación a eso. Dejarlos de ver desde la lástima, el «pobrecito». Nadie tiene que tener lástima, sino que hay que darle apertura. Vamos a poder aprender tanto de ellos. Por lo menos yo de cada persona que viene aprendo mucho. Se aprende a vivir y a sentir de otra manera; y creo que nos lo tenemos que permitir todos; eso va a hacer que las barreras se derriben. Las barreras sociales son más fuertes que las arquitectónicas, entonces hay que ir por ese objetivo, no sólo por los que vienen a Aderid sino por todos, para que seamos una sociedad heterogénea, donde podamos aceptar a cada uno como es y darle el lugar que se merece y que necesita.
Se aprende a vivir y a sentir de otra manera, ¿y también a valorar, conociendo tan de cerca otras realidades?
Sí. Se valora fuertemente lo que uno tiene. Se es feliz con menos. Yo trato, por ejemplo, de educar a mis hijos de la misma manera. Vivir con menos y ser felices. Uno a veces cree que la felicidad está en tener grandes cosas, conseguir grandes logros y a lo mejor con un poquito menos y con mucho esfuerzo -porque una sonrisa o una calma nos lleva años de trabajo- se puede estar bien. Uno aprende a vivir de otra manera y cuando vas a tu casa tratás de valorarlo de otro modo. Y en estos tiempos tan difíciles que estamos viviendo tiene un gran valor, porque vamos para adelante, pensamos en el bien, tratando de valorar la familia, lo que uno tiene, que estemos sanos. Y creo que este aprendizaje en este tiempo es mucho más fuerte.
Una institución como Aderid que está afianzada en General Villegas desde hace mucho tiempo y que, según coinciden los profesionales, no hay en otros lugares de la región.
Uno recorre y acompaña otras instituciones de la zona. Nosotros somos miembros de una red de Centros de Rehabilitación del Noroeste de la Provincia de Buenos Aires, que incluye Nueve de Julio, Chivilcoy, Junín, Bragado, Lincoln y Trenque Lauquen; y no lo hay. Nuestro equipo está integrado por profesionales muy capacitados, pero nosotros buscamos que tengan ese costado humano para que lo desarrollen. Cuando uno es profesional pero mira a la familia desde lo humano, puede entrar a la casa, comprender más empáticamente lo que pasa en esa familia o al paciente, no sólo en su casa sino también en la comunidad; y poder acompañarlos. Estamos haciendo un trabajo muy fuerte en qué objetivos trabajar con el paciente; y tiene que ser el que la familia necesita. Si nosotros ponemos los nuestros, no estamos invitando a las familias a ser parte de ese tratamiento; y si no escuchamos lo que les pasa, es muy difícil modificar la vida de esa persona. Si nuestro objetivo es mejorar la calidad de vida del paciente, tenemos que ir al domicilio, a la escuela, a su trabajo, al barrio o al equipo de fútbol adonde pertenece; o si quiere pertenecer hablar con los profes para que lo convoquen y pueda participar en el deporte que quiera. Creo que lo hemos ido logrando a lo largo de los 22 años y medio que llevamos trabajando; y eso nos caracteriza mucho como institución.
Y con muchos proyectos en mente que no se están pudiendo llevar a cabo en este momento…
Ahora estamos muy concentrados en la realidad, a la que nos hemos podido amoldar. Estamos evaluando todo lo que viene pasando y qué es lo que la comunidad necesita, así que tenemos proyectos para llevar a cabo que se están «cocinando». Pero la realidad hizo que tuviéramos que reacomodarnos respecto a dónde trabajar, cómo hacerlo, cómo cuidarnos. Afortunadamente tenemos un 90 por ciento del personal de Aderid vacunado y un alto porcentaje de los pacientes vacunados; sólo nos quedaron afuera los que son menores de edad que, obviamente, no se pueden vacunar. Esto nos va a permitir poder salir un poco más. Ahora tenemos que reacomodar y reestructurar la parte edilicia, porque tenemos mucho menos espacios, pero ya tenemos ideas de dónde ampliar. Y ya les iremos contanto.