Por estas horas el video donde se ve al intendente Eduardo Campana cenando y brindando con funcionarios, empleados de su área de prensa y otros particulares parece acaparar la atención pública.
Para unos repudiable espíritu de jolgorio en medio de la pandemia en curso que ya superó las 140 víctimas fatales en el partido de General Villegas; para otros una reunión más, como la de otros vecinos, con menos de 10 personas, con aforo del 30 porciento y en una parrilla habilitada de manera tal por el área de Comercio.
Como excepción, voy a hablar de manera personal. Les escribe Jorge Arias y soy en el presente de Actualidad su único responsable. Y cómo tal me voy a expresar, dejando de lado a un par de decenas de personas que hacemos el medio en sus distintas versiones de diario, radio y web. Ellos tienen su manera de pensar, que puede coincidir o no con esto.
Desde hace unos días debí ausentarme de manera presencial del medio por haberme contagiado de Covid, y lo mismo les pasa a varios de nuestros periodistas. Estamos todos bien, en franca recuperación. Aprovecho para agradecer en mi nombre y el de ellos tantos mensajes de aliento y deseos de pronta recuperación.
Ahora bien, ustedes lo saben pero vale reiterarlo: todos pensamos distinto. Ustedes y su círculo de familiares y amigos también. Y aquel, ese otro y esos quizás. No existe el pensamiento único, a Dios gracias.
Me valgo de la introducción para salir al cruce de algunas expresiones que equiparan a los medios locales con Campana, en este caso. Como si todos hubiéramos estado ahí con él, brindando, celebrando la vida. En la vorágine de la información diaria y la urgente premura de las redes para interpelar, pareciera que todos somos Campana, todos somos esto, todos somos aquello.
A mí no me gustó ver al intendente en esa posición, como tampoco me gustó que en su momento se fuera en la ambulancia de todos a internarse en un centro privado de la ciudad de Buenos Aires. Tampoco me gusta ver a otros de nuestros gobernantes rasgarse las vestiduras por la salud pública y correr a internarse en el Sanatorio Otamendi. O hacerlo por la educación pública y mandar a sus hijos a institutos privados.
A mí -insisto, desde lo personal- me gustaría que nuestros gobernantes en cualquiera de sus niveles vivieran como pregonan. Que nos pidan «sangre, sudor y lágrimas» y se pusieran primeros en la fila de los sacrificios, para acompañarlos gustoso. Que cobraran las mismas jubilaciones de nuestros padres y abuelos. Y también los salarios del sector privado, no de gerentes de multinacional a costa de los contribuyentes.
Eso pienso y creo. Espero quede claro: no me gustó ver al intendente en ese video. No es el lugar del líder, del que debe conducir con ejemplos. Después, cada cuál que piense lo que quiera. Pero no nos pongan en los zapatos que no son los nuestros.
Actualidad seguirá siendo el lugar donde todos se pueden expresar, con el debido respeto por el otro, y ese creo es el lugar común de todos los medios locales.
Desde mañana, martes 22 de junio, intentaremos retomar la normalidad informativa. Si usted, amigo lector u oyente, desea expresarse no deje de hacerlo en Actualidad. Mi teléfono es el 03388 15454315 y mi correo jorgearias@diarioactualidad.com