Tiene 53 años, es dueño de Granel Oeste desde hace 14 y su presente es pleno en todos los aspectos. Pero no fue fácil llegar al lugar en el que hoy está. Tuvo momentos buenos y malos, pero el esfuerzo hizo que siempre saliera adelante para cumplir con lo que soñaba de pequeño: no quedarse en la comodidad y crecer.
Desde muy chico empezó vendiendo leche y diarios en su Santa Eleodora natal, pueblo que dejó a los 13 años para venir a estudiar a la Escuela Agropecuaria de General Villegas. Y ya no volvió. Aquí conoció a quien hoy es su mujer desde hace 30 años, con la que tiene dos hijos: Federico, que estudia Licenciatura en Administración y Producción Agropecuaria y en quien confía para continuar con la empresa familiar; y Sofía, que está en su primer año de Abogacía.
En el plano laboral tuvo muchos cambios hasta llegar a su presente, incluso con un momento muy difícil del que no le resultó fácil salir, pero pudo hacerlo. Siempre acompañado por su familia, a la que rescata permanentemente en toda esta historia, la empresa trabaja hoy en la elaboración de productos propios.
Ariel sonríe permanentemente mientras repasa con tranquilidad cada uno de esos momentos, de ese recorrido. Habla tranquilo, como si los torbellinos que le tocó atravesar no hubieran alterado para nada su interior. Nada hace pensar en cómo llegó al hoy si él no lo cuenta. Y qué destacable que además de existir personas como él, también tengan ganas de transmitirlo a otros para que sirva de motivación.
«Las oportunidades se crean», dijo el dueño de Granel Oeste en algún momento de la extensa charla que tuvo con ACTUALIDAD. Y vaya si puede dar testimonio de eso, desde lo laboral-empresarial y desde lo familiar, sin dejar de lado otra de sus pasiones: el automovilismo, donde también sigue creciendo. ¿Si hay más sueños? ¿Si tiene nuevos proyectos? ¿Ustedes qué creen?.
«Cuando pasamos los 50 todos tenemos una historia que contar, ya hay un camino recorrido, muchas vivencias y el caso mío no es la excepción», sostuvo Ariel, seguro en sus palabras.
¿Es la edad donde empiezan los balances?
Siempre he analizado mi vida a través del tiempo. La verdad que no me siento grande, casi siempre me he sentido en el mejor momento de mi vida y me sigo sintiendo así, eso es muy bueno. Generalmente he tratado de ir superándome en muchas cuestiones. Tengo la dicha de tener una hermosa familia, entonces eso no es motivo de preocupación. Me veo en plenitud con 53 años y siempre mirando el horizonte, viéndolo lejos. Sé que todos tenemos una fecha de vencimiento, pero yo no la miro. Me veo trabajando durante muchos años más mientras pueda, mientras tenga salud. Hemos armado con mi esposa una empresa familiar; y si tengo 80 años y tengo salud, aunque sea voy a ir a barrer o cebar mate, pero soy un apasionado de mi trabajo. Tengo la suerte de trabajar en algo que me gusta mucho y no me pesa hacerlo. Me levanto todos los días con ganas. Cuando alguien hace su trabajo con entusiasmo, las posibilidades de que le salga bien son muchas, porque lo hace con gusto, con esmero. Mi trabajo me gusta, me ayudó a cambiar mi forma de vida, a poder darme algunos gustos y disfrutar algunas pasiones, como el automovilismo, o los viajes que disfrutamos mucho con mi señora. Nosotros formamos la empresa, pero hay otra generación que viene y cada una de las que vendrá tiene la obligación de superar a la anterior. Creo que en las familias el matrimonio tiene que ser una base y los hijos tomar esa base e ir hacia arriba.
Estás en un momento de plenitud, pero el camino recorrido no fue fácil. Fue un gran desafío por las ganas de crecer desde muy chico, en tu Santa Eleodora natal.
Cuando tenía 10 años vendía leche a caballo en una yegua que me había regalado mi padrino, hasta que me pude comprar la bicicleta. Vendí diarios… hice muchas cosas. Quería ir superándome, mejorando mi vida y la de mi familia. Ese es el sentido que le veo a la vida y al trabajo.
Y llegaste a General Villegas. Trabajaste en distintos lugares, siempre buscando poder cumplir tu objetivo.
Yo tenía el espíritu de ser independiente y libre, creo que esto viene de mis ancestros italianos. Me costó mucho conseguir mi primero trabajo, que fue en el INTA, donde pasé un año muy lindo. Me dejó muchas enseñanzas, conocí mucha gente con la que hoy sigo teniendo relación. Me fui de ahí para hacer un trabajo en un campo, no me fue bien y después entré en la parte comercial. Ahí retomé el vendedor que dejé a los 13 años para venir a estudiar a la Escuela Agropecuaria. Y en esa parte fue donde más cómodo me sentí, me gustó, me gustan las vinculaciones. Empecé a trabajar en una empresa francesa. «Titi» Quintana tenía un comercio de agronomía en el final de la calle Moreno, abrí una cuenta, hicimos una relación que dura hasta hoy y con un afecto mutuo. Siempre digo que fue muy generoso conmigo, para mí eran momentos que iban a crecimiento pero no eran fáciles. Me ayudó a vender para lograr objetivos y uno de los primeros que cumplí fue hacer un viaje a España y Francia en el ’98. Después paso por otra empresa, que se llama Agro Atar, trabajo en la parte de acopio en lo comercial, de ahí voy a trabajar a Sigra por seis años, pero siempre estaba flotando la idea de la independencia. Cuando empecé a hacerlo fue caminar sobre la cuerda sin red, ahora dependía de mí. Tenía 38 años, los hijos chicos, me despertaba a las 6 y me iba a caminar, porque estaba bastante loco. Arrancamos, nos fue muy bien, tuvimos algunos momentos complicados, en 2013 la pasé muy mal, pero pude salir con mucha dedicación, como siempre. A la par mi esposa, que eligió hacer una nueva carrera que sirve mucho hoy para la empresa, que es Abogacía; y ya está terminando. Hoy estamos en un sendero de crecimiento, tratando de ser creativos; y tenemos asesoramiento externos y nuestros vendedores tienen formación.
Una refundación donde comenzaron a trabajar productos propios…
En el 2015 empezamos con una línea de aceite vegetal. En ese momento empezamos con el aceite crudo, trayendo dos o tres tambores de 200 litros; y ahora nos parece mentira cuando traemos un camión, un equipo completo. Eso se desarrolló mucho. Hicimos un galpón para ese fin. Después el mercado nos pedía otro producto, como por ejemplo el aceite metilado, que hoy ocupa un lugar preponderante en la cantidad de producto fabricado, está en el primer lugar. Producimos para empresas, que lo envasan con marca propia; y producimos y vendemos en forma directa al productor, o a través de nuestros vendedores. Tenemos puntos de venta en San Rafael (Mendoza), Río Cuarto (Córdoba), Junín, Venado Tuerto (Santa Fe) y algunas ciudades intermedias. Hoy Granel Oeste es una empresa con llegada a nivel regional.
Y pensando siempre en más, ¿está la posibilidad de llegar al exterior?
No por ahora, pero nada se descarta. Nosotros tenemos una empresa que nació como agronomía, sigue así, pero con muchos productos propios. Empezamos con aceite vegetal, seguimos con el metilado, hoy tenemos un coadyubante, en la línea de semillas tenemos dos alfalfas públicas, que es Victoria y Monarca; estamos en busca de una tercera. Y este año se compró una línea de sorgo y de maíz, así que seguimos desarrollando nuevos productos. Y por el lado de fitosanitarios, para el próximo año tenemos el lanzamiento del inoculante para soja. Ya tenemos todo armado para empezar. Cuando estamos creativos estamos bien. Últimamente hemos tomado gente, he delegado cosas porque algunas me estaban superando. Hoy somos un equipo de planta permanente de siete personas y la idea es ir creciendo. No creo en las empresas que puedan mantenerse haciendo la plancha, quedándose quietas. Hay que estar creativo permanentemente. De hecho esa creatividad la ayudamos con asesoramiento externo.
¿Qué le dirías a aquel adolescente/joven que pertenece a una familia humilde que no ve una salida? ¿Cuál es el secreto? ¿Hay oportunidades?
No hay secreto. No hay suerte. Lo peor que me pueden decir es eso, es un insulto para mí. La suerte es que todas las mañanas tengo ganas de trabajar y me sigo levantando, al igual que todo el equipo. Lo demás se construye. Obviamente que si arrancás desde un lugar como me tocó a mí, es mucho más difícil, pero también hay lugares más difíciles. También conozco gente que nació en un pueblito de Chaco y armó una empresa. Tengo la suerte de conocerlo, trabajé para él en Agro Atar. Las oportunidades se crean. A los chicos les digo que estudien, que se formen lo más posible. Yo fui a la Facultad y me vine, no pude seguir, fue uno de mis tantos fracasos para tener éxito. Muchas veces te puede ir mal, pero no hay que bajar la guardia, tenés que seguir. A veces te dicen ‘antes era más fácil’. No hay momentos fáciles o difíciles, los gobiernos pueden ser buenos, malos, más o menos, de un color, de otro, pero el progreso personal depende de cada uno. Que los chicos se pongan metas, sea en la profesión que sean. Aprendan, busquen oportunidades. Habrá golpes, palos en la rueda, es parte del camino para armar algo más importante. En mi caso voy a luchar para seguir creciendo. Los límites se los pone cada uno. Creo que alguna de las virtudes que tengo es que cuando me trazo un camino no soy de escuchar, soy bastante rebelde. No me conformé con lo que tenía, con dónde estaba y seguí mi camino, tomando decisiones.
¿Cómo se superan los miedos al cambio, al riesgo que se está tomando?
Los miedos se trabajan. Hago terapia desde hace muchos años. Creo que todo se puede mejorar, pulir; y la terapia obviamente ayuda a superar los miedos. Pero no tienen que ser mayores a las ganas de triunfar. De hecho me gusta la adrenalina, por eso corro en auto.
¿Y cómo nace el automovilismo? ¿En qué momento?
Cuando pude. Y otro de los sueños que pude concretar, gracias a todo lo que pasé. El automovilismo me gustó desde siempre. Hay un tío de mi familia al que le gusta. Y yo me volvía loco cada vez que iba a ver alguna carrera, aunque muchas no podía ver. Nunca imaginé que iba a poder concretar ese sueño y llegó un momento en que dije ‘bueno, soy grande, ya tengo 40 años’. Tengo la suerte que mi familia me consiente en casi todo. Mi señora siempre me apoyó, así que un día empecé con las picadas y armé un auto para eso. En junio de 2010 estaba en el sur, me compré una Cafetera y en agosto estaba corriendo.
¿Cuál es tu actualidad con el automovilismo?
Estoy en un momento bueno. El automovilismo fue a la par de la situación económica de la empresa, cuando pude corrí muchas carreras, y cuando no fueron una o dos. He corrido una sola carrera en todo el año y lo he disfrutado, he hecho todo el esfuerzo para eso. Este año que fue atípico, salvo por alguna rotura, estamos corriendo todo el campeonato. También trabajando un poco en la parte dirigencial, armando categorías. Hoy lo estoy viviendo a pleno. Tengo la Cafetera y armé un Gol de Turismo 2000 para incursionar en una categoría nueva. La idea es no salir del Zonal, pero me veo con muchísimos años por delante en el automovilismo.
Hablemos un poco más de la familia. Encontraste una gran compañera…
Llevamos 30 años juntos. Tener una buena familia es fundamental para cualquier desarrollo personal. No es alguien que me ayuda en la empresa, sino que es la otra mitad. El proyecto fue mío, pero ella también se lo puso al hombro y hoy está terminando su carrera, con algunas horas de docencia, entonces está algunas horas menos que yo, pero a pleno con Granel Oeste, trabajando y diría que hoy es mucho más protagonista de lo que fue en un principio.
En algún momento de la charla dijiste: «las futuras generaciones tienen que ser mejores». ¿Genera algo de presión en tus hijos?
Federico estudia Licenciatura en Administración y Producción Agropecuaria. Está haciendo una formación con la idea de continuar dentro de la empresa. Eso me pone contento y me motiva para seguir haciendo cosas, porque voy a tener una continuidad. Eso es muy bueno. No iba a dejar de hacerlas, pero me entusiasma más saber que hay alguien en el banco de suplentes que se está formando para entrar. Y Sofía, hoy por hoy, está concentrada en su carrera que es la Abogacía. Colabora en algunas cosas con la empresa, pero no la veo interesada. Pero no lo sé, tal vez en el futuro… Nunca se sabe. Yo a mis hijos no les puse condiciones, no les insistí con ninguna carrera; al contrario, les dije que estudiaran lo que quisieran, que hagan su camino. Yo los iba a apoyar en lo que quisieran hacer. Afortunadamente uno de los dos está formándose para seguir en esto. No les voy a aconsejar hacer cosas que no hice, como quedarse conformes con lo que hacen, con lo que tienen. Soy el menos indicado para decirles cuál es el límite.
Hoy, a los 53 años, con todo lo hecho, ¿hay algún sueño por cumplir?
Hace unos años me había planteado hacer algo en la parte política y no lo descarto. Tiene que estar mi empresa con autonomía, con vuelo propio. Si algún día logro eso, me gustaría que toda la experiencia y la formación que tuve a lo largo de los años, todo el conocimiento, aportarlo a la comunidad de alguna manera. Eso es algo que me quedó pendiente y no descarto retomar. Después, como hobbie, hago notas para un par de canales de YouTube y Facebook, como TC4000 y Pasión Fierrera, uno de Pehuajó y otro de Casares. Eso es algo que me gusta, un programa de automovilismo también está en la cabeza. Voy a seguir haciendo cosas.
No te imaginás quieto…
No. Ojalá tenga salud. Seguro voy a estar trabajando y disfrutando. Con el automovilismo paso a otro mundo, es otro Ariel, conozco mucha gente, tengo algunas ideas en la cabeza, pero no quiero mezclar al Ariel comercial con el deportista. Quiero disfrutar la pasión. Del automovilismo me vienen tentando con algunos proyectos y les vengo diciendo que no. El día que me baje del auto puedo llevar adelante alguna categoría. No quiero tomar un puesto dirigencial mientras esté arriba del auto.
¿Necesitás un día de 48 horas?
Trato de tener el día bastante organizado. Mi día se corta de las 14 a las 15 horas, que apago el teléfono y duermo un rato la siesta. Siempre lo hice. El resto del día estoy despierto. La siesta es un paréntesis, salvo algún día de invierno que salgo a caminar. Sino es una parada obligatoria.
Una costumbre de pueblo que no impide seguir proyectando. Siempre pensando en más, no sólo para él, sino para su familia, con el entusiasmo de que aquel sueño que nació como Granel Oeste continúe por mucho tiempo.