Matías nació en Bahía Blanca, de donde también son oriundos sus padres, Martín Micucci y Fabiana Sánchez, pero antes del año de vida se radicó con ellos en General Villegas, cursando sus estudios primarios y secundarios en el Instituto María Inmaculada.
Cursó el seminario en Mercedes, provincia de Buenos Aires, y tras ser ordenado en la Catedral de Nueve de Julio tiene como destino Trenque Lauquen.
Llamados, consagrados y enviados para un servicio de amor en la comunidad y en la sociedad. Tal expresión resume el sentido y significado de la celebración vivida el sábado 12 de marzo con la ordenación diaconal de Matías Micucci e Ignacio Medina en la Iglesia catedral nuevejuliense.
El sábado 12 de marzo en horas de la mañana tuvo lugar la ordenación diaconal de los seminaristas Ignacio Medina y Matías Micucci conferida por el obispo diocesano Ariel Torrado Mosconi en la Iglesia catedral de la diócesis.
La misa fue concelebrada por gran parte del presbiterio diocesano. Entre los sacerdotes se contaban los párrocos de las localidades de origen y del nuevo destino pastoral de los ordenandos, así como formadores del seminario arquidiocesano de Mercedes-Luján en el cual se formaron los nuevos diáconos. Participaron gran cantidad de fieles, entre ellos los padres, hermanos, familiares y amigos junto a feligreses de las comunidades donde Matías e Ignacio habían ejercido su apostolado en los tiempos de su formación.
Luego de la proclamación solemne del Evangelio comenzó el rito de ordenación con el llamado y el diálogo del Obispo con los ordenandos en los cuales manifestaron sus promesas y compromiso de desempeñar fielmente con la ayuda de la gracia divina, el ministerio que se les iba a conferir.
En la homilía el obispo reflexionó: “Hoy, en estos tiempos particularmente difíciles como los que estamos viviendo, marcados por la pandemia, una larga crisis social y económica en nuestra patria y en el mundo una guerra cuyas dimensiones no sabemos hasta dónde llegarán, brilla una pequeña luz de esperanza. Sí, dos jóvenes de nuestra tierra quieren entregar su vida para el servicio de Dios y de su pueblo. Podría parecer insignificante ante la necesidad que presenta nuestro tiempo, sin embargo, en el plan de Dios, siempre ha sido así. El pequeño sí de algunos ha llevado a la salvación de todos. Esta respuesta desde la pobreza de unos pocos puede cambiar el rumbo de la historia y abrir caminos insospechados, tal como sucede en la vida de los santos”. Luego, dirigiéndose a los ordenandos afirmó: “¡Llamados al servicio! Esa es la gracia que hoy reciben. Y, por eso mismo, es llamada a salir de sí, superando todo egocentrismo y el narcisismo, “virus” de nuestra sociedad actual. Y-admitamos también- del así denominado “clericalismo” deformación y vicio diametralmente opuesto al servicio pastoral”. Finalmente exhortó a todos los presentes y, particularmente, a los próximos diáconos a: “Queridos Matías y Nacho, hijos, hermanos, fieles todos en el Señor: “Señor sálvame” debe ser la súplica humilde, confiada y esperanzada, admitiendo la tempestad y reconociendo nuestro temor cuando sobrevienen las dificultades. Debe ser, también, la oración de la Iglesia toda en esta hora compleja y desafiante con la certeza que Dios escuchará nuestro grito y calmará las tempestades. No tengamos miedo al viento en contra de las ideologías o a ser zarandeados por las olas de las críticas porque Jesús viene con nosotros y nos sostiene”.
Terminada la homilía se invocó la ayuda divina mediante el canto de las letanías de los santos, a lo cual siguió la imposición de manos y la plegaria de ordenación por parte del Obispo. Una vez ordenados fueron revestidos con los ornamentos propios de su orden como son la estola y la dalmática. Luego recibieron el libro de la Palabra y fueron recibidos por los diáconos presentes con el saludo de la paz.