Las redes sociales explotaron para Nochebuena y Navidad por el uso de pirotecnia en General Villegas. Desde insultos, llamados de atención, datos sobre quienes vendían y el pedido para que se denuncien los casos que se conocieran, hasta una reunión entre miembros de Apavi y el secretario de Seguridad, Gustavo Santillán, se derivaron de una noche y madrugada de Fiestas.
Mientras en algunos pueblos del Partido se logró lo que denominan «Pirotecnia Cero», en nuestra ciudad se escucharon «ruidos» que afectan no sólo a las mascotas sino también a los niños autistas.
Hubo reconocimiento de parte del área de Seguridad de falta de control en este sentido y se dijo que este aspecto se intensificaría para la celebración de la llegada de un nuevo año, además de apelar a la concientización de los vecinos, teniendo en cuenta la vigencia de la ordenanza que, entre otras cuestiones, prohíbe la fabricación, venta y uso de pirotecnia.
Sin embargo, volvieron a escucharse «ruidos» la noche del 31 de diciembre y madrugada de 1º de enero del nuevo 2019. En algunos lugares más, en otros menos, dependiendo del sector de la ciudad donde cada uno celebró la ocasión especial.
Las redes sociales disminuyeron la intensidad en este sentido, pero el tema no estuvo del todo ausente.
Se conoció de este modo la muerte de un perro que, en su inocencia, se llevó a la boca un petardo encendido. Si bien el animal fue rescatado por miembros de Apavi que lo hicieron atender por un médico veterinario, Ángel -como lo bautizaron- no sobrevivió. Y entonces volvió a desatarse la polémica mientras, además, se dieron a conocer algunas imágenes que hacen aún más crudo lo ocurrido.
¿Cómo afecta la pirotecnia a las mascotas?
Los perros y gatos tienen una capacidad auditiva mayor que la de los seres humanos y pueden reconocer grandes densidades de ondas por segundo. Debido a eso, muchos de ellos sufren ante los estruendos durante las Fiestas.
La mayoría de los accidentes con los animales ocurre cuando intentan escaparse y refugiarse de los ruidos excesivos (como los petardos). Muchas veces, salen corriendo y son atropellados por autos. También pueden atravesar puertas de vidrios que le provocan grandes cortes. Estos accidentes pueden terminar con la muerte del animal.
Lo cierto es que las explosiones perturban a los perros y afectan sus sentidos. Un animal perturbado, atemorizado o alterado puede volverse violento incluso hasta con su propio dueño.
En algunos casos los perros pueden perder la audición si un petardo les explota cerca, pero con un tratamiento pueden recuperarlo. Otro problema es que el animal intente agarrar el cohete y éste le explote en la boca, ocasionándoles graves daños.
Los signos que con más frecuencia se pueden observar en un perro son el congelamiento, los temblores y la taquipnea (jadeos continuos). Además de estos síntomas, el animal también puede presentar salivación, taquicardia, actividad aumentada, estado de alerta y trastornos gastrointestinales.
En el caso de los gatos es distinto porque los ruidos pasan más desapercibidos. Por lo general, intentan ocultarse. Ellos encuentran refugio rápidamente y se quedan ahí hasta que se sienten seguros y salen.
Los humanos solo podemos percibir sonidos de hasta 20000 ciclos por segundos, mientras que la capacidad auditiva de los perros es mucho mayor, captando sonidos de alta frecuencia; de 60000 ciclos por segundo, es decir que los estruendo producidos por la pirotecnia ellos los perciben maximizados.
Los niños con autismo sufren con la pirotecnia
Los chicos con autismo, a menudo olvidados, sufren horrores con la pirotecnia. Una de las principales características de estos niños es que padecen un desorden del procesamiento sensorial, tienen los sentidos exacerbados, y especialmente el oído, percibiendo los ruidos de manera aumentada. Son hipersensibles a los sonidos y a las luces, por lo que el uso de la pirotecnia se convierte en una auténtica tortura para ellos.
Los estruendos les genera un alto nivel de ansiedad y estrés, incluso pueden causarles crisis, episodios en los que se ponen muy tensos, lloran, gritan, se tapan los oídos desesperadamente y en algunos casos pueden llegar a autolesionarse o presentar convulsiones.
Muchas familias con niños con autismo buscan estrategias para protegerlos, preparándolos con antelación durante días, o buscan sitios alejados para pasar las fiestas y así evitar exponerlos a los ruidos, pero no siempre es posible.