Por Joaquín Labarta Liprandi
Abogado, Escribano, Miembro de la Conducción Nacional del Peronismo Militante
“ES LA GEOPOLÍTICA, ESTÚPIDO”
En mayo del año pasado visité por quinta vez la República Bolivariana de Venezuela. Ya lo había hecho en otros procesos electorales y otra vez sería veedor. El “Chavismo” conducido por Maduro hacía una “avivada” y adelantaba un par de meses las elecciones, con lo cual agarraba a la oposición muy desarmada, ya que venía de una derrota en las legislativas que no esperaba. Adelantar o desdoblar elecciones suele ser una atribución del poder ejecutivo, a veces completamente legal, otras rozando la ilegalidad. En el caso venezolano, la constitución así lo autoriza siempre que se respete el año electoral. Por estas pampas tenemos cientos de ejemplos en igual sentido. Actualmente, la Gobernadora María Eugenia Vidal, intenta desdoblar las elecciones y adelantarlas con el año electoral en curso y sin ley que la ampare, para intentar retener el poder y desligarse del salvavidas de plomo que representa el presidente Macri en la misma boleta luego de 3 años de naufragio en su gestión.
Maduro, por su parte, ganó las elecciones por amplio margen sacándole al segundo candidato, Henry Falcón, más de cuatro millones de votos de ventaja a diferencia del último ballotage argentino de 2015, donde el margen fue de un escueto 1,4 puntos porcentuales. A ello hay que agregar que en la República Bolivariana las elecciones transcurrieron en absoluta calma y el proceso fue avalado por la comunidad internacional. Desde la Fundación Carter, conducida por el ex presidente de EEUU Jimmy Carter, hasta los veedores de Naciones Unidas expresaron su conformidad con el proceso. En mi caso, pude recorrer decenas de escuelas aquel día y observar en barriadas humildes y barrios acomodados, la normalidad del proceso y la presencia de fiscales de distintas fuerzas. Maduro fue reelecto y el señor Juan Guaidó, ni siquiera fue candidato.
Nos guste Maduro, lo detestemos, o nos resulte indiferente, fue quien se alzó con el triunfo en las últimas elecciones y así es la democracia. En Argentina en 2015 asumió un nuevo presidente por escasísimo margen, con el 49% de la población votando en contra, pero es quien ganó las elecciones. Las reglas de la democracia no son solo para los que nos caen bien ideológicamente, son para todos y todas.
Pero el problema venezolano no reside en la transparencia de sus elecciones, en su respeto a los derechos humanos o en sus resultados económicos. El problema de Venezuela es geopolítico. Venezuela tiene la primera reserva mundial de petróleo. Esa es su virtud natural y su talón de Aquiles. La segunda reserva está en territorio saudí, pero en manos norteamericanas. La tercera se encuentra en territorio y bajo poder ruso. Solo EEUU de los países nombrados consume más petróleo del que produce, lo que genera un alza en el precio de este insumo vital. Las reservas en Arabia Saudita se encuentran en manos de una monarquía sanguinaria, donde las mujeres son decapitadas por supuestas infidelidades y la democracia no existe. Esto, sin embargo, no parece ser un problema para los EEUU mientras el petróleo fluya raudo y en cantidades vertiginosas hacia las petroleras americanas. El problema venezolano es que su presidente y su antecesor, Hugo Chávez Frías, decidieron que el petróleo y su renta, sea de y para los venezolanos, y que, además, puedan comerciarlo en otra moneda que no sea el dólar americano cuando quieran. Y esto es inaceptable. Estamos inmersos en una segunda guerra fría, los países que tienen más petróleo y gas del que consumen, como Rusia, desean lo opuesto que Estados Unidos, quieren que el precio suba. Y si el petróleo venezolano queda en manos norteamericanas, su precio bajará. EEUU no tiene enemigos ni amigos, solo intereses, siempre maquillados de voluntarismo democrático y respeto por los derechos humanos.
Volviendo al circo mediático, analicemos brevemente al “Presidente Encargado” que tanto mandatario arrodillado se apura en reconocer. Juan Guaidó es el titular de la asamblea nacional, no fue candidato a presidente en las últimas elecciones y su pueblo nunca lo votó. Es como si aquí, porque no nos gustan las políticas económicas de Macri, porque la inflación es descomunal, porque no se respetan los derechos humanos, porque se endeuda al país a un ritmo que va directo al default o porque ganó por un escaso margen, el titular de la Cámara de diputados se autoproclamara “Presidente Encargado” y varios países salieran a reconocerlo porque les conviene geopolíticamente. Sería ilegal, ilegítimo y contrario a los principios democráticos, aquí y allá. Porque lo que está mal, está mal cuando nos gusta el gobierno, y cuando no nos gusta. Porque la democracia, debería estar por encima de los intereses y apetencias geopolíticas de las potencias mundiales. La figura de “Presidente Encargado” no existe en la constitución venezolana ni en la nuestra. Cada vez que un gobierno democrático latinoamericano ha defendido sus intereses y recursos naturales sin arrodillarse a las potencias de turno, se comenzó con un ataque económico para generar descontento en la población, luego con un golpe de estado y por último con el nombramiento de un “Presidente Encargado” que no es más que un golpista al servicio de los Estados Unidos. Los Peronistas lo sabemos por experiencia propia, hemos sufrido un bombardeo en la mismísima plaza de mayo contra un gobierno democrático en nombre de la Libertad. El saldo fueron 340 muertos, una democracia que tardó 40 años en recuperarse y la entrega del patrimonio nacional. Por eso, nunca, pero nunca, apoyaremos un golpe de estado, sea contra un presidente que nos guste o nos produzca arcadas. Por eso cuando los carapintadas se alzaron contra Alfonsín estuvimos con él. Por eso Cafiero se fue hasta campo de mayo a respaldarlo. Porque con la democracia no se jode.
Capítulo aparte merecen los dirigentes oficialistas argentinos, Juan Manuel Urtubey y Sergio Massa, que salieron raudos a aceptar a Juan Guaidó como presidente de Venezuela. Recordemos que ambos tienen en común su deseo de reemplazar a Macri en la Rosada y ambos aparecieron como asiduos visitantes de la embajada yanqui en Argentina en las filtraciones de cables de la Embajada Norteamericana en Buenos Aires (“Wikileaks”). Además, ambos entienden de geopolítica y envían mensajes en ese sentido a los norteamericanos diciendo: “miren que si nos toca a nosotros, reconocemos lo que ustedes digan, donde ustedes digan”. Porque como dijo Bill Clinton en aquella campaña que lo hizo presidente de EEUU: “It´s the economy, stupid” (es la economía, estúpido), solo que esta vez “es la geopolítica, estúpido”.