«Recien llego a mi casa indignado. Salgo de mi trabajo que queda por la ruta y me encuentro con una abuelita del geriátrico tirada en la cuneta. Yo y mi compañero la socorrimos y enseguida llamamos a la ambulancia. Luego de haber hecho el llamado llegó el responsable del geriátrico en moto queriéndola llevar en esas condiciones y en moto de nuevo al geriátrico… lógico que le dije que NO y me dice que entonces en remis.» No se la lleva a ningún lado ya está por llegar la ambulancia le dije». Toda mojada estaba y con mucho frío, le puse una campera y la abracé. Cuando llegó la ambulancia sentí un alivio hasta que me díi cuenta que no la llevaron al hospital y la llevaron nuevamente al geriátrico. INDIGNADÍSIMO!!!!! Mirá si esa cuneta tenía agua y se ahogaba. Qué poca responsabilidad tanto del geriátrico como de la ambulancia.»
De esta manera Alejandro Halatino, empleado de la firma Nutrevill, daba cuenta de la situación en una red social. El fuerte compromiso asumido por él hizo posible que esta historia se haga pública.
La noticia impactó en la comunidad, sobremanera porque no es un hecho aislado: semanas atrás hubo un fuerte cuestionamiento a otra casa que alberga abuelos en General Villegas. Que tampoco fue la primera en cuestionarse.
Se reabre el debate de un tema que preocupa y agobia. Y lo hace en la semana que dos inspectoras del Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires, Analia Lasay y Gabriela López, inspeccionaron cuatro geriátricos de nuestra ciudad, tanto a nivel funcional como edilicias.
En la visita establecieron que los responsables de los geriátricos deberán presentar un descargo, en donde informarán el tiempo que solicitan para poder realizar las modificaciones observadas por las inspectoras.
