Por CARLOS GONZÁLEZ PRIETO (*)
Para predecir el escenario electoral hay que analizar cómo están los tres espacios con chances de quedarse con el poder: el oficialismo, el kirchnerismo y la ‘tercera vía’ con sus variantes.
Para predecir el escenario electoral hay que analizar cómo están los tres espacios con chances de quedarse con el poder en diciembre: el oficialismo, el kirchnerismo y la ‘tercera vía’ con sus múltiples variantes.
Con un Gobierno que al asumir generaba expectativas en el manejo de la economía y pintaba con poca capacidad para el armado político, Mauricio Macri llega al último año de mandato con la ecuación invertida: un fracaso en lo económico y un manejo razonable de lo político con una alianza (UCR y Coalición Cívica) que, a pesar de las tensiones naturales, está intacta y una oposición partida al medio que le termina siendo funcional al Presidente y sus aliados.
La suerte electoral del Gobierno parece depender más de cuestiones externas, como la marcha de la economía tercerizada al FMI , y de cómo se articule la oposición que de la capacidad intrínseca para generar una propuesta que cautive al electorado.
El macrismo apostó todo a confrontar con Cristina Kirchner y cree que tiene chances de ganarle en un ballottage, pero se queda sin plan B ante un armado conjunto de la oposición.
Los tejidos de Cristina
Cristina no ha dicho si será candidata, pero no hay dudas de que ya es la principal armadora de la oposición. Hoy es la líder informal de la dirigencia del PJ de la calle Mateu, donde convergen dirigentes como José Luis Gioja, Hugo Moyano, Gildo Insfrán, Sergio Uribarri y soldados de la ex presidenta como Agustín Rossi y Wado de Pedro, entre otros.
El PJ ya habilitó la política de alianzas, lo que implica que Cristina probablemente será candidata por Unidad Ciudadana desde la plataforma del PJ y desde allí desafía a todos los candidatos peronistas con ambiciones que se presenten a competir en una PASO. En ese armado deja aislados a Sergio Massa, Juan Schiaretti y Miguel Ángel Pichetto.
Pero lo que la convierte en la gran armadora de la oposición son las recientes alianzas impensadas con quienes hasta ayer fueron enemigos políticos. Sumó a sus huestes a Felipe Solá, que la enfrentó y le gano en el 2009 en una alianza con Macri y Francisco De Narváez; en Santa Fe compartirá la lista con el ex kichnerista Omar Perotti; en San Juan arregló con Sergio Uñac; en Entre Ríos hay un principio de acuerdo con el gobernador Gustavo Bordet y Sergio Urribarri; en Chubut, el gobernador Mariano Arcioni le abriría las listas a dirigentes de Cristina; Juan Manzur fue hace unos meses el anfitrión de una cumbre de Alternativa Federal y hoy juega con la ex presidenta, y en la Provincia de Buenos Aires no para de armar con los intendentes peronistas que quieren ir colgados de su boleta.
El gran problema de Cristina es, en una eventual segunda vuelta, quebrar ese 70% de imagen negativa que le pone un techo a su caudal electoral, la aleja del triunfo y la transforma en la elegida de Macri para el mano a mano de noviembre.
Los desafíos de la ‘tercera vía’
El desafío de Alternativa Federal es cómo seducir a ese 40% del electorado que no quiere volver al pasado ni continuar con este proyecto, pero también cómo pescar votos entre seguidores de espacios antagónicos.
Este espacio liderado por Massa, que, a priori, seria quien más chances tiene de ganar una interna con Juan Manuel Urtubey y el candidato ornamental Pichetto, se ve sacudido por el surgimiento de la candidatura de Roberto Lavagna.
El barrilete de Alternativa Federal, que pareciera ir para donde sopla el viento que interesa al electorado, no logra remontar vuelo. Y en ese contexto emerge la candidatura de Lavagna, que hoy deja en una situación incómoda a Sergio Massa.
Roberto Lavagna decidió ser candidato, aunque todavía no haya resuelto como dirimirá el lugar con Massa, a quien cuesta definir si es el líder o el ‘pollo’ del ex ministro de Economía.
Lavagna buscara ampliar el núcleo peronista que lo aclama sumando a sectores más progresistas como los socialistas de Santa Fe o la izquierda radical que se siente afuera de Cambiemos. La gran duda es si será capaz de tragarse los sapos que hay que comerse en política para que el armado sea grande y cómo hará para ensamblar a los progresistas con los peronistas no kirchneristas de ideas más conservadoras.
Con la candidatura de Lavagna, el peronismo podría comprar tiempo, porque, por una cuestión generacional, si gana no podría estar más de un mandato, y le da tiempo al justicialismo para consolidar el liderazgo de otro emergente que lidere el movimiento, que podría incluso ser Sergio Massa.
En el entorno de Lavagna se entusiasman con la idea de Massa compitiendo con Vidal por la provincia de Buenos Aires, pero Massa parece dispuesto a seguir insistiendo con la candidatura presidencial que lo tiene como favorito en una PASO sin Cristina.
Los tres factores que definen el resultado
Hay vasos comunicantes entre el kichnerismo y Alternativa Federal. Una alianza de estos espacios implicaría un escenario negro para el Gobierno, pero aunque las bases y las líneas medias se entiendan, es difícil imaginar a Cristina acompañando a un candidato no propio o a Massa, o a Lavagna haciendo campaña por Cristina.
Todo parece indicar que el resultado electoral estará atravesado por tres factores: la marcha de la economía durante lo que resta del año, las noticias judiciales que pegan directo en la política y, fundamentalmente, el articulado de alianzas que se tejan de aquí a junio.
En política nadie es tan amigo como para ser amigo toda la vida ni tan enemigo para serlo siempre. De esa capacidad para generar alianzas dependerá quien nos gobierne hasta 2023.
(*) Carlos González Prieto es periodista. Nació en Emilio Bunge. Publicó esta columna en El Cronista.