Tras la convocatoria llegaron a la redacción de ACTUALIDAD las primeras fotos de la legendaria Cueva del Loco, que por años fue un ícono de la ciudad en Azcuénaga y Beruti, junto al Parque Municipal.
Las imágenes datan de 1964 y fueron acercadas por Julio Sequeira, quien posa en el lugar junto a su hermano Bernabé y Rubén Marenzana, todos integrantes del grupo folclórico Los Gauchos.
La Cueva del Loco fue hecha por Pedro Miguel en los últimos años de la década del ’40. Un hombre muy particular, callado, raro, que un buen día a pala y carretilla comenzó una extraña excavación.
«Mientras esta se profundizaba a la tierra que extraía la iba colocando alrededor de la demarcación y al mismo tiempo plantaba un cerco de tamariscos para retener la tierra que extraía. Y mientras le iba dando a las paredes una inclinación oblicua de 45 grados, con las paredes totalmente alisadas. Debido a la tierra arcillosa, le fue dando la forma de una pirámide invertida. Cuando las paredes estuvieron a un metro del fondo de la excavación comenzó la construcción de un montículo, recto pero cilíndrico, con una altura hasta el nivel del suelo y un metro de circunferencia», escribió de él Pocho Mendoza.
El escrito, relanzado por el Centro de Historia Regional de la Biblioteca local cita que «cuando Don Pedro terminó su obra, comenzaron todo tipo de especulaciones porque Don Pedro no atendió nunca a las preguntas que le hicieran, siempre estuvo sordo. Entonces vinieron las conclusiones que la gente imaginaba, unos decían que era para la cría de alevinos otro decía que era para un criadero de ranas.»
«Pero a nadie se le ocurrió pensar -continúa- que lo que Don Pedro había hecho era una verdadera obra de arte, no nos olvidemos que esta construcción tenía 10 metros de lado y 6 metros de profundidad, con paredes triangulares y en el centro una especie de obelisco cilíndrico de 6 metros de alto, todo esto pulido y alisados con delicadeza y pulcritud, digna de un gran artista, como si hubiera sido tomada del modelo de una maqueta de un arquitecto y con los cálculos de un ingeniero. Esta obra terminó después de dos larguísimos años de duro trabajo. Nunca se supo el motivo verdadero de esta extraña obra, que el tiempo, las alimañas y la falta de mantenimiento terminaron con la destrucción de la famosa Cueva del Loco.»
Pero no había fotos de la obra de Miguel en Biblioteca. Por eso, copias de las imágenes de Sequeira toman un valor histórico de relieve y ya forman parte de la registros públicos de la memoria de los villeguenses.