La profesora de historia Mirta Ramírez, integrante del grupo contra la violencia de género «Fuerza en mi voz», calificó el crimen de Milagros Robledo como «un femicidio, un crimen de odio hacia las mujeres a través de esta chica que tenía un montón de posibilidades por delante. Esto nos deja un enorme vacío y un enorme dolor como sociedad. Viendo el panorama general no nos toma tan de sorpresa, ya que cuando hablamos de violencias de género, desde el campo de la política, la salud mental o la violencia económica, nos dicen que hay otros problemas más urgentes que solucionar. Pongamos la vida ya las generaciones futuras por delante, porque esto es lo que vamos a tener dirigiendo los destinos de este país en 5, 10 o 15 años.»
¿Qué nos está pasando a los argentinos?
Nosotros observamos que todo va quedando irresuelto. No se siguen las trayectorias de vida de niñas y niños abusados. Nos encontramos que a fin de año en el Hogar el juez permite la reafiliación de chicos que han sido abusados para que vayan a pasar las fiestas con sus familias. Cuando las familias no dan respuestas a la contención y formación de los chicos es el Estado el que se tiene que hacer cargo. Y no quedarse machacando que es culpa del padre, de la madre y de la familia. Si la familia no consiguió veamos cómo seguir adelante.
Sigamos mirando las escuelas, que tendrían que estar dando ESI, que es la educación sexual integral obligatoria. Hay una enorme resistencia, hay brechas ideológicas, etc. No se está haciendo. Nos estamos preparando a los chicos. Milagros se encontró con que a lo mejor sabía cocinar y lavarse la ropa, pero no estaba preparada para defenderse a sí misma, para auto valorarse, para ver las alarmas que se le presentaban alrededor, y reaccionar en consecuencia. Esto es lo que está fallando: las organizaciones intermedias, las escuelas que expulsan, donde a mitad de año ya tenemos una enorme deserción. Vamos por Los Cardales y vemos chicos de distinto géneros, de 11 y 12 años, algunos han intentado suicidarse, otros tratando de consumir algún tipo de pegamento, y no están siendo contenidos. Se dice que es culpa de la familia. Pero es culpa de todos. Es culpa de la sociedad. Y ni hablar en los casos de violencia de género, donde se debe estar denunciando solo un 20 por ciento.
ACTUALIDAD: ¿Por qué solo un 20 por ciento?
Porque la mujer que va a denunciar se tiene que desnudar, literal y físicamente, delante de quien vaya actuar como policía o interrogador. Si va a la Comisaría de la Mujer porque ha sido golpeada, como no hay vehículo oficial tiene que ir caminando o como pueda hasta el Hospital, a la vista de todos, con la vergüenza que eso le provoca. Antes de los golpes esta mujer ha pasado por violencia psicológica y económica, por una serie de destratos que le han impedido decir antes lo que le pasaba. Llegar a decir ya es un triunfo. Y hay muchos que están diciendo y haciendo denuncias repetidas y han tenido que volver otra vez a la casa porque no tenían otro techo donde vivir.
Acá hace años se presentó un proyecto de refugio, pero las mujeres no tienen que estar refugiadas. El que tiene que estar refugiado y encerrado es el violento. Sí tendría que haber un hogar integral para mujeres donde se haga hincapié psicológica y médicamente, en la contención de sus chicos y en la capacitación para que pueda reinsertarse laboralmente, que debería ser prioritaria, ya que muchas de ellas tienen que mantener hijos. O mantenerse así mismas.
ACTUALIDAD: Días pasados, en el hogar de Trenque Lauquen, un hombre pretendió ingresar a seguir agrediendo a su pareja…
Es que así funciona la mentalidad patriarcal. La mujer es parte de sus propiedades. Él puede hacer lo que quiera con ella. Es como decirle «sin mí no sos nada»… ese es el mensaje que la víctima tiene en la cabeza y no le permite avanzar. Eso es lo que tendría que estar haciendo el equipo de psicólogos, y que no le está dando a las víctimas. Acá conseguir una asistencia psicológica lleva meses. No hemos conseguido para casi ninguna de las chicas.
ACTUALIDAD: Concretamente de su mensaje se desprende que el Estado no está haciendo lo que tiene que hacer.
El Estado en sus diferentes ámbitos, porque acá tendrían que estar articulados los mecanismos de prevención y de asistencia, con el seguimiento de las víctimas, pero todo eso fue desmantelado a nivel nacional y local. Tendrían que estar dando capacitaciones en la UDI, en los pueblos, pagados por el municipio, haciendo llegar información, dando poder a las mujeres y a los grupos vulnerables, como lesbianas, gay, travestis, trans, etc., que recién ahora están animándose a salir a la palestra, y de los que la sociedad dice «algo habrán hecho, se lo merecen». Es decir que estamos pensando en otro que no es igual al resto, que no es merecedor.
ACTUALIDAD: En el caso de Milagros la idea de vulnerabilidad se podría hacer extensiva a la familia, que vaya a saber por qué razones recién hizo la denuncia 12 días después de su desaparición.
Es porque piensan que la policía no les puede solucionar nada, como piensan la mayoría de las familias y de las mujeres de esa condición. Si soy humilde, si no tengo contactos, si no tengo garantía de ser respetada… siempre estamos esperando que las cosas se solucionen por sí mismas. Que «el masculino», como dice la policía, algún día va a mejorar, va a cambiar…
ACTUALIDAD: ¿Desde «Fuerza en mi voz» tuvieron la oportunidad de tomar contacto con la familia de Milagros?
Tenemos relación de vecindad a través de una de nuestras compañeras, que es Sandra Moreno, y vive en el barrio. Lamentablemente en ese lugar han pasado muchas cosas violentas, que van naturalizándose. Detrás del Hogar de Ancianos una madre -que quizás también sufra violencia de género- le dio una golpiza a una hija de 14 años. Los vecinos y el CPR tuvieron que retirar a la nena por un tiempo. Esperemos que muchas cosas cambien, que esta indignación sea capitalizada para hacer un cambio. En Villegas tuvimos una nena de 11 años, embarazada, a la que se la obligó a parir. Cuando analizamos las trayectorias de vida nos encontramos que la madre también había sido abusada por su padrastro en su juventud. Y pasó lo mismo con la nena, una nena de 12 años convertida por la fuerza en mamá. Se les pide demasiado a la víctimas, y sin darle ninguna herramienta para cambiar y afianzarse en la vida.