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domingo, diciembre 15, 2024
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ALGO ESTA CAMBIANDO / Por GILBERTO ALEGRE (*)

Hace algunos años atrás se formaba el Frente Renovador en la provincia de Buenos Aires, en el que Sergio Massa lideraba a un grupo de intendentes, entre los que me encontraba.

En ese tiempo y en soledad, habíamos dado visibilidad a una posición disidente a un kirchnerismo gobernante y en pleno apogeo al que, con visiones críticas, habíamos acompañado hasta entonces.

Para dar sustento a ese proyecto, se formó una escuela de gobierno que realizó su presentación en una conferencia de prensa en el municipio de Tigre, contando entre sus invitados y como figura preponderante al Dr. Tabaré Vásquez que, en ese momento, había dejado la presidencia de su país.  En esa charla, tuvimos también el honor y el orgullo de contar con la presencia de varios compañeros de renombre en la política nacional y provincial, entre los que se destacaba Antonio Cafiero.

Después de la conferencia, Antonio, que era el centro de la escena, comentó algunas de sus riquísimas experiencias en la historia de nuestro movimiento. Fue entonces cuando alguien le preguntó cómo interpretaba que Perón después de un largo exilio, no fuera olvidado por su gente y pudiera retornar triunfante a nuestra Patria. Cafiero respondió que el General había comentado en una oportunidad, que se habían dado tres factores preponderantes: en primer lugar, colocó a Evita como la llama siempre encendida en el corazón de su pueblo, después la calidad de sus adversarios y por último, la suerte, porque sin suerte, habría acotado el General, es muy difícil triunfar.

La humildad de Perón hizo que él no se atribuyera ningún rol, cuando todos sabemos que las tres condiciones pudieron haber sido claves en la supervivencia de nuestro espacio político y su retorno a la Patria, pero sin su conducción, todas las otras variantes no hubieran sido suficientes.

¿Por qué recuerdo esto? Porque entiendo que esas condiciones que se dieron durante la proscripción del Peronismo, se repiten en cierto modo, en estos tiempos.

No puede dejar de reconocerse la calidad de conductora de Cristina Fernández, quien llevó a su espacio otra vez al gobierno, más allá de las diferencias que tenemos muchos compañeros con sus políticas. Parecía que su retorno no era posible y mientras muchos suponían que terminaría su carrera política en la cárcel, otros tantos deseaban que ese fuera su destino.

Sin duda, su capacidad (y también la calidad del adversario) hicieron que no se diera esa posibilidad y, por el contrario, que retornara al poder, tras ganar nuevamente las elecciones.

En su regreso, lo hizo formalmente acompañando a Alberto Fernández como su Vice Presidente, cargo al que históricamente se le atribuía una capacidad menguada para la toma de decisiones. Pese a esta situación, la mayoría de los analistas, le asignaban al Presidente un papel secundario, porque era Cristina, quien tenía la conducción de ese espacio y, además, porque el presidente había cuestionado severamente, tiempo atrás, a su compañera. Todo hacía pensar que la conveniencia política había dado lugar a esa fórmula y que la falta de acuerdo daría lugar a conflictos que se resolverían en el gobierno.

Ahora bien, según los dichos de Antonio, atribuidos al General Perón, la suerte juega un papel preponderante en los resultados políticos que, si bien puede haber jugado favorablemente en el retorno de Cristina, cabe preguntarse si el Presidente también ha sido favorecido por ese factor aleatorio.

Recordemos que Alberto Fernández se fue del gobierno en una etapa de la gestión kirchnerista aún aceptable, transformándose posteriormente, en un duro cuestionador de algunas decisiones. ¿Qué motivos lo llevaron a reconsiderar sus dichos para terminar aceptando ser candidato a presidente de Cristina? ¿Cuál es el acuerdo, si es que existió, para evitar conflictos futuros entre ambos en el gobierno?

Ese será siempre un análisis que pertenece a su fuero íntimo y el tiempo dirá si su decisión fue acertada.

Si nos atenemos a una célebre frase de Winston Churchill, quien dijo que “si uno no cambia, nunca logra cambiar nada”, su decisión puede ser atinada, si logra realizar las transformaciones que necesita nuestra Patria para volver a la senda del crecimiento y desarrollo.

El haber llegado a la Presidencia de la Nación en este contexto, lo hace aparecer como un político hábil y afortunado.

Sin duda, al Presidente le hubiera resultado difícil armar una estructura electoral sólida a nivel nacional que lo llevara a ocupar ese cargo.

Pareciera que el haber llegado a este lugar, fue el resultado de su habilidad acompañado por un golpe de suerte.  ¿Pero eso es suficiente para llevar adelante una buena gestión sin una estructura de poder propia? No debemos perder de vista que el triunfo, también le significa hacerse cargo de un país en condiciones económicas de gravedad severa, con un gabinete parcelado, un potencial frente hostil por los vencimientos de la deuda y una realidad interna de acoso por los potenciales conflictos políticos con las facciones más duras del kirchnerismo, refugiadas en algunos movimientos sociales y también en determinados sectores políticos de La Cámpora, sin descontar eventuales demandas generalizadas de gremios, que podrían iniciar reclamos por recomposiciones salariales afectados por la inflación.

¿Qué Alberto conducirá el gobierno? ¿El crítico de algunas de las etapas de la gestión kirchnerista, o deberá resignar este lugar, que aparecía como fruto de sus convicciones, para alinearse con las decisiones de la vicepresidente?

En este panorama de incertidumbres, irrumpió en el escenario mundial y nacional una pandemia que trastocó la vida normal de todos, y mutó los escenarios en algo nuevo y desconocido.

Frente a eso, nuestro Presidente rápidamente se puso al frente de la situación sanitaria, demostrando una capacidad de liderazgo que sorprendió a la mayoría de la comunidad, otorgándole dicha acción un amplio reconocimiento social, reflejado en el crecimiento de los índices de su imagen positiva.

Sin duda, esta situación le ha dado una entidad como líder, desconocida para la gran mayoría de los argentinos. Y su liderazgo se consolidó en principios éticos muy profundos, donde puso como valor la vida por sobre cualquier otro interés. Ante esta realidad nuestro presidente planteó que la caída del PBI se puede recuperar, no así las vidas humanas que se pierdan.

¿Cuáles serían entonces los riesgos que enfrenta el presidente Fernández hacia el futuro?

Sin duda, los objetivos que aparecen como prioritarios son la renegociación de la deuda, la recuperación de la economía, la reparación de los sectores que han caído en la pobreza y la inserción internacional de nuestro país en un mundo complejo.

Nuestra Nación ya no contaría con capacidad de crédito, las posibilidades de emisión monetaria también aparecerían como muy limitadas y, ante esta situación, podría ser necesario aumentar la ya agobiante presión tributaria para lograr recuperar las fuentes de trabajo, rescatar a todos los que han caído en la pobreza como consecuencia de esta crisis y retomar la senda del crecimiento y desarrollo que hemos perdido hace muchos años.

Además, insertar en el mundo del trabajo a los excluidos desde hace varias generaciones para volver a pensar en la movilidad social ascendente como objetivo central de nuestras políticas y no solo en planes sociales. Volver a los grandes objetivos del Peronismo quien proclamaba en una de sus verdades, que decía “Para el peronismo existe una sola clase de hombres: los que trabajan”.

Para llevar adelante un programa de esas características y con calma social, se necesitará un amplio consenso dentro de nuestra sociedad.

¿Se puede lograr? La grave situación que afrontamos haría posible este desafío, pero conseguir una amplia mayoría de voluntades no se conseguirá resignando banderas que hacen también a la salud, en este caso, de la República. Olvidarnos de la corrupción y seguir insistiendo en ocultar esas prácticas que tanto daño le hacen a la convivencia de nuestros compatriotas, no sería un buen punto de partida para comenzar la recuperación.

En nuestro país existe cierta tendencia negacionista, llevada adelante por quienes eligen ocultar la realidad de hechos generalmente aceptados, para evadir una verdad incómoda. Es necesario investigar como mínimo, no solo la corrupción del gobierno kirchnerista, sino también los presuntos negociados durante la gestión del presidente Mauricio Macri. Estos son algunos de los acontecimientos que no pueden caer en el olvido. Seguro hay muchos más. No será fácil. Hoy solo lo puede lograr alguien como nuestro Presidente que, levantando las banderas de la vida frente a cualquier otra especulación, está llevando con éxito y amplio consenso social esta difícil tarea.

La próxima etapa será muy dificultosa y se necesitará un amplio apoyo de todos los sectores.

Solo se puede aspirar a semejante objetivo levantando bien alta la bandera de la ética y el sacrificio. Seguramente, la sociedad está dispuesta al sacrificio, pero con justicia. Sin duda debe convocarse a personalidades con experiencia en el manejo de crisis, quienes junto a jóvenes elaboren un programa que permita elegir un camino consensuado y apropiado para esta realidad.

En esta etapa los jueces deben jugar un rol protagónico. El presidente debe saber que no está solo. Él dio el primer paso con un claro ejemplo, al no convalidar un acto de corrupción aberrante como hubiera sido la compra de alimentos con sobreprecios, en plena crisis sanitaria.

Una golondrina no hace verano, pero es una señal de que algo está cambiando. Tenemos una nueva oportunidad. No la desaprovechemos.

 

(*) Ex Concejal

Ex Director Provincial de Promoción del interior

Senador Provincial (MC)

Vicepresidente Primero del HCS Buenos Aires

Convencional Constituyente de la provincia de Buenos Aires

Intendente Municipal de General Villegas (5 mandatos)

Diputado Nacional (MC)