En una reciente reunión de médicos de FEMEBA (Federación médica de Buenos Aires) de la zona a la cual pertenecemos; y que agrupa a 18 partidos del noroeste bonaerense (400.000 habitantes), un médico exclamó: estamos ante una “epidemia de salud”, y luego explicó los pormenores de tan rimbombante título. Lo que en definitiva quiso decir, es que no hay enfermos de las más variadas patologías deambulando por consultorios o los diferentes sistemas de salud como sí ocurría antes de que se estableciera el aislamiento social obligatorio.
En base a esto y a lecturas de libros, artículos periodísticos y científicos es que se escribe la presente nota.
Para empezar definamos los términos, epidemia, pandemia y salud.
Una epidemia se produce cuando una enfermedad contagiosa se propaga rápidamente en una población determinada, afectando a un gran número de personas durante un período de tiempo. En caso de propagación descontrolada, una epidemia puede colapsar un sistema de salud
Se llama pandemia a la propagación mundial de una nueva enfermedad.
Para que se declare el estado de pandemia se tienen que cumplir dos criterios: que el brote epidémico afecte a más de un continente y que los casos de cada país ya no sean importados sino provocados por transmisión comunitaria.
Definamos ahora entonces salud. «La salud es un estado de perfecto (completo) bienestar físico, mental y social, y no sólo la ausencia de enfermedad».
Citando a Yuval Noah Harari, en su libro “Homo Deus”, el autor hace referencia a que la humanidad va encaminada a buscar como nuevos desafíos la inmortalidad y la felicidad. Más allá de que esto pueda lograrse o no, la realidad es que hoy en día hay proyectos de inversión multinacionales que destinan fondos multimillonarios a tal fin. ¿Y por qué se hace esto? Bueno, la respuesta es que los últimos tres grandes desafíos que la humanidad ha superado son: las grandes hambrunas, las guerras mundiales y las pandemias. ¿Las pandemias? Por lo que estamos viviendo, si bien la cita bibliográfica tiene 4 años, esto último no parece ser del todo cierto. Bill Gates hace poco también afirmó que los problemas próximos de la humanidad van a ser las pandemias y no las guerras nucleares. Esto podría deducirse si analizamos a donde se destinan los fondos de dinero en el mundo.
La realidad es que estamos transitando una pandemia vinculada al COVID 19, a pesar de la tardía declaración de la OMS. Y sin duda esta no fue la primera y seguramente no será la última.
La humanidad ha padecido grandes pandemias:
La llamada peste negra que se inició alrededor de 1330 producida por una bacteria (yersnia pestis), transmitida por pulgas y su relación con las ratas. Murieron en 20 años en Europa y Asia cerca de 200 millones de seres humanos.
La conquista de América por parte de los españoles alrededor del año 1520 trajo consigo la viruela (virus). En 7 meses murieron 8 millones de aborígenes. También surgió la tuberculosis, sífilis, fiebre tifoidea, etc.
En 1918 los soldados de las trincheras del norte de Francia comenzaron a morir por una gripe muy virulenta (gripe española). Se calcula que en su propagación mundial murieron 100 millones de humanos.
Otras epidemias recientes fueron el SARS, gripe aviar, gripe porcina y el ébola.
Hoy la pandemia es la del coronavirus… y la del aislamiento!!!
En la Argentina al momento actual y en números redondos podemos decir que hay aproximadamente 7000 contagiados detectados y 350 fallecidos. Y ante todo esto, menos de 200 camas de UTI (Unidad de Terapia Intensiva) ocupadas por pacientes con la enfermedad.
¿Qué ha pasado con todo lo demás relacionado a la salud si nos abstraemos del coronavirus? ¿No hay personas con otras enfermedades? ¿No existen, o están ocultos de alguna forma? ¿No llegan al sistema de salud o el sistema no los detecta?
No podemos asegurar que las demás enfermedades desaparecieron.
Los pacientes no llegan a la consulta y esto puede deberse en gran parte al aislamiento obligatorio, al temor de contagio si concurren a los hospitales y a las dificultades que hay para trasladarse, sobre todo en las ciudades donde los medios de transporte público están limitados.
Con respecto a los receptores de pacientes, el sistema de salud argentino en un 35/40% está compuesto por el sector público y en un 65/ 60 % por pre pagos y obras sociales. Quizá existan dificultades operativas en los hospitales para recibir otras consultas no relacionadas a la pandemia, quizá la focalización obsesiva en diagnosticar y tratar el COVID 19 sea perjudicial al no permitir ver el espectro total de patologías.
Veamos.
Las principales causas de mortalidad en el mundo según la OMS son la cardiopatía isquémica y el accidente cerebrovascular. Luego siguen las enfermedades pulmonares crónicas y las infecciones de las vías respiratorias, los tumores o enfermedades cancerígenas y los accidentes. VIH/Sida ya no figura entre las 10 primeras causas.
Sin embargo en la Argentina las muertes tienen otro ordenamiento y esto se debe al bajo nivel de ingresos per cápita, o sea al bajo nivel socioeconómico:
A las enfermedades vasculares en general le siguen el cáncer y los accidentes de tránsito. La diarrea estival y las bronquiolitis tienen preponderancia en la población infantil.
Con respecto a las internaciones, las enfermedades no transmisibles son las que predominan (50%). Las causas de internación asociadas a eventos obstétricos ocupan el segundo lugar (22%) y tercero las enfermedades infecciosas (11%).
En la Argentina cada año mueren entre 90.000 y 100.000 personas por enfermedades cardiovasculares (cerca de 300 personas por día), sin embargo las internaciones y consultas por dichas enfermedades no están apareciendo ahora.
Con respecto a enfermedades respiratorias, las altas tasas de vacunación mitigarán este año la aparición de neumonía y gripe común, que además estará invisibilizada por el coronavirus.
En cuanto a las enfermedades relacionadas con el cáncer (150.000 nuevos casos y 45.000 defunciones por año), desaparecieron también las consultas.
Hoy, pandemia mediante, los hospitales están funcionando a un 30% de su capacidad operativa, y las UTI alrededor de un 40%. De las casi 9000 camas de UTI, menos de 4500 están ocupadas, y solo 150 por COVID 19. La mitad restante espera todavía el pico de la pandemia.
¿Quienes ocupaban las camas de UTI antes de todo esto? Pues, los accidentados graves, cuyo número ha disminuido debido al aislamiento, han caído las cifras de accidentados de tránsito y laborales; y de víctimas de violencia civil en las áreas urbanas.
Otra fuente de ocupación de camas de UTI son los postoperatorios de grandes cirugías, sobre todo oncológicas y cardiovasculares, que no se están realizando.
Otras cirugías programadas de menor complejidad tampoco se están llevando a cabo ¿Qué pasará?
No lo sabemos, pero la actual “epidemia de salud” podría significar que en los próximos meses/años se vean los efectos deletéreos de la falta de atención médica a otras patologías ocultas en estos tiempos. Sin controles de enfermedades prevalentes como la Diabetes, Dislipemia, Hipertensión Arterial, la ausencia de diagnósticos tempranos y la no realización de procedimientos como angioplastias, podrían hacer recrudecer casos de infartos cardíacos. El sedentarismo, la ganancia de peso, la falta de ejercicio y el estrés por encierro tienen un efecto nocivo sobre la salud psíquica, social y económica. Aparecerán enfermedades vinculadas a la falta de nutrición e inmunosupresión.
Los cuadros abdominales agudos que requieren cirugía urgente, al demorarse en su consulta, diagnóstico y tratamiento tardío tienen consecuencias graves y/o fatales.
Las enfermedades neoplásicas no diagnosticadas a tiempo implican tumores más graves y de difícil tratamiento con empobrecimiento de la sobrevida.
Muchas cirugías deberán ser reprogramadas en fechas muy posteriores, esto implica perdidas económicas al sistema de salud y a la sociedad por el alto costo laboral y de cesantías. En USA estas cancelaciones significan una pérdida de ingresos para los prestadores de salud de cerca de 161 billones de dólares para el periodo marzo- junio 2020.
Según datos de la Asociación de Hospitales Americanos (USA), en los últimos 4 meses las pérdidas son de 50 billones de dólares por mes. Se estima que el costo de tratar un paciente COVID es de 20.000 U$ y 88.000 si requiere terapia intensiva.
La economía mundial sufrirá una recesión de 15% para el segundo semestre de 2020, con un desempleo de más de 20%.
Para compensar esto, algunos países emprendieron planes de estímulo fiscal con una expansión de un 25% de su base monetaria.
Una potencial reparación en los próximos años va a depender de la recuperación sanitaria y coordinación de expectativas, políticas macroeconómicas viables y cooperación internacional; todo con la mayor velocidad de reactivación posible por sectores.
Para finalizar: la atención de “los otros pacientes” requiere también de creatividad, participación de todos los sectores y dedicación. Si no nos comprometemos con esto el número de nuevos enfermos y defunciones no relacionadas al coronavirus será mayor a lo que debería ser. Volvamos entonces a recordar: «La salud es un estado de bienestar físico, mental y social, y no sólo la ausencia de enfermedad».
(*) Médico especialista en cirugía general y en cirugía laparoscópica.
Presidente del Círculo Médico de General Villegas