Ariel De Giorgi, actualmente radicado en General Las Heras, sigue ligado al deporte. Además de ejercer su profesión (es kinesiólogo), también se dedica a formar jugadores de tenis de «Los Teros Tenis Club», una institución que ayudó a crear cuando se instaló en la pequeña ciudad cabecera del distrito de Las Heras. Por supuesto, también despunta el vicio de jugar al fútbol en un torneo de veteranos.
Su debut fue en Atlético Villegas, a los 15 años. El DT era Francisco «Pancho» Ferraro, conocido por ser un técnico muy estricto. «Entre él y el ‘Toco’ Luna, que era el capitán, me apretaron. Yo tenía un cumpleaños de 15 de una compañera y me dijeron si quería ir a la fiesta o si quería jugar. Al final me dejaron ir al cumpleaños pero hasta las 10. Ni siquiera había empezado y yo me fui. Pero ese domingo ganamos y jugué bien. El ‘Toco’ me dijo que ni bien recibiera la pelota hiciera lo que sabía hacer, que era gambetear, ir para adelante y divertirme», recuerda, con cariño, aquellas épocas.
Ariel compartió plantel con jugadores más experimentados que fueron su escuela, como Mario Bitti o Gatica. Pero también hizo sociedad con jugadores de su edad, como su compañero de colegio secundario Fernando Millán, máximo artillero de la Liga de Fútbol de General Villegas, con quien jugó en Atlético Villegas y en Eclipse.
En la Academia, De Giorgi es uno de los máximos goleadores: convirtió 36 goles (al igual que Cristian Herrera) y quedó en 8° lugar de la tabla histórica del club.
Siempre jugó en Atlético, salvo en las ocasiones que fue cedido a Juventud, para jugar el regional, y a Cañada Seca, un año en que la Academia no participó. La «polémica» surgió cuando pasó a Eclipse.
«En los últimos años el técnico de Atlético (Hugo Déboli) no me permitió viajar. Yo entendí su decisión y por qué no tenía lugar. Pero no pude jugar por dos años porque el pase le pertenecía a Atlético y no me lo dieron. Después de esos dos años volví a jugar a Eclipse. Fue una decisión rara, porque yo soy de Atlético, pero una cuestión de amistad (en Eclipse estaba Fernando Millán, entre otros amigos) me permitió jugar con ellos. De hecho salimos campeones del torneo Clausura y perdimos una final increíble con Ingeniero. El primer partido tocó contra Atlético, en cancha de Atlético, y toda la gente que me quería no me trató muy bien, sin saber el trasfondo que había atrás. En realidad no me hubiese ido nunca de Atlético», explica.
«Me fui de Villegas a los 28 o 29 años, después de la última etapa que jugué en Eclipse, después de esa final que merecíamos haber ganado y la perdimos duramente. Eso me afectó muchísimo y no jugué durante mucho tiempo al fútbol. Es el día de hoy que me acuerdo exactamente el instante en que me perdí un gol increíble. Me afectó mucho y estuve mucho tiempo sin jugar.
Ahora hizo las pases con la pelota y juega un torneo de veteranos: «Volví a jugar, a entrenar y a recordar un poquito la diversión del fútbol», cuenta. Formó una familia: se casó con una mujer de General Las Heras y tienen 3 hijos.
Además de ejercer su profesión, también se dedica a formar jugadores de tenis: «Siempre me gustó el tema formativo, formar chicos. Junto a otras personas creamos un club de tenis y ahora formo jugadores», comenta.
Por último recuerda que cuando era un adolescente (tenía 13) estuvo 2 años en San Lorenzo, jugando partidos amistosos, viajando mucho, yendo y viniendo. «Un año dije ‘no voy más’. Extrañé mucho mi ciudad, mi pueblo, estar en mi casa. No era fácil estar en un club en Buenos Aires. Tuve posibilidades pero nunca se dio, en parte culpa mía que no le puse ganas de ir afuera. Tuve la chance de ir a Independiente Rivadavia de Mendoza, pero nunca estuve mejor que en Villegas», concluye.
Ahora, ya asentado en la tranquilidad casi rural de General Las Heras, Ariel reconoce que su lugar es General Villegas, aunque eso le valga el reto de su familia. Por eso cada vez que puede -ahora no por la cuarentena- vuelve al pago.