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jueves, diciembre 12, 2024
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Alberto y Oscar, unidos en matrimonio: «Hemos tenido una hermosa vida»

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Alberto y Oscar son nombres que en General Pico quedarán grabados en la memoria popular. Formaron el primer matrimonio igualitario en La Pampa.

El 17 de agosto es un día en el calendario piquense que quedará marcado para siempre. Es que hace diez años, en ésa misma fecha, Alberto Peralta (71) y Oscar Omar García López (67) se juraban amor eterno en el Registro Civil de General Pico, ante el juez de Paz suplente, Marcelo García Mossman, formando el primer Matrimonio Igualitario de La Pampa.

Ambos dieron el puntapié inicial en La Pampa para este tipo de uniones civiles, marcando un antes y un después que resultaría un “alivio” para muchas otras parejas. Su valentía incidió positivamente para que hoy la ciudad cuente con un aproximado de diez casamientos constituidos por personas de un mismo sexo.

En la madrugada del 15 de julio de 2010, el país se convirtió en el primero en América Latina y el sexto a nivel mundial en reconocer el derecho para aquellos enamorados que decidan contraer matrimonio con aquel amor del mismo género. La aprobación, en el Congreso de la Nación, generó gran expectativa en el ámbito local.

Las férreas historias de amor que unen a dos personas no se buscan, no se crean. Simplemente suceden. Así fue como Alberto y Oscar, un chaqueño y un piquense juntaron sus caminos en Buenos Aires, a miles de kilómetros de sus lugares de origen, para no separarse más.

Treinta y nueve años atrás, en un mes de marzo, cruzaron miradas durante largo rato en un vagón de tren que iba de Once a Moreno. Alguien dijo “hola” y para ello hubo otra respuesta igual, dando comienzo al amor. “Somos personas normales, nos conocimos como personas normales. El hecho que yo sea heterosexual, no quiere decir que sea diferente”, explicó Oscar.

Durante unos seis meses se veían con ciertas limitaciones hasta que Alberto fue más allá.

“¿Por qué no te venís a vivir conmigo?”, consultó a su pareja. “Durante ese tiempo hubo mucho respeto entre ambos. Él tenía muchos dolores, había perdido a su pareja y yo también tenía los míos”, el más joven de ellos.

López decidió aceptar la propuesta y, a partir de allí, se volvieron tan inseparables como puede ser una goma de mascar en el pelo de una niña. “No nos despegamos más. Tuvimos una hermosa relación durante muchos años. La familia de él me aceptó muy bien y todos los chicos me dicen tío, aunque ellos ahora son padres o abuelos”, añadió.

Juntos se desempeñaban en un taller textil, con dieciocho personas a cargo y un gran empuje laboral. En ese contexto, dos jóvenes oriundos de Bolivia se cruzaron con ellos para que su vida cambie de un rotundo giro de 360 grados cuando fueron “adoptados” por esta noble pareja.

“Primero vino uno, Luisito, muy educado. Empezó a trabajar con nosotros, Alberto le enseñó las cuestiones propias de esta actividad y luego apareció Javier. Ellos son nuestros hijos del alma, chicos que se criaron al lado nuestro, que aprendieron a trabajar y que hoy por hoy, nos han superado. Tienen sus talleres, también sus familias”, agregó un nostálgico Oscar.

Dos sobrinos, con una familia un tanto ausente, quedaron bajo el ala protector de este noble matrimonio que debió asumir la responsabilidad que toda familia tiene por delante cuando suman niños a su vida. Las travesuras y las “rateadas” en el colegio son recordadas hoy con una mezcla de felicidad y resoplos.

“Hace algunos días se nos cayeron las lágrimas por no tener hijos con nuestros nombres. Pero entendimos que ya habíamos criado cuatro, somos bisabuelos. La vida nos ha premiado con cosas hermosas, amigos hermosos”, señalaron.

Casamiento

General Pico los recibió y cobijó hace dos décadas. Vinieron a una ciudad en la que, según les habían mencionado, encontrarían mayores libertades dentro de una sociedad que siempre resultó prejuiciosa. No encontraron a nadie, aquellos que se fundían con otra persona del mismo género aún eran reticentes a mostrarse públicamente o, por lo menos, lo hacían en cierto círculo.

El año 2010 sin lugar a dudas que fue especial para ellos. La aprobación de la Ley de Matrimonio Igualitario les abriría nuevas puertas que para el momento no eran esperadas. “Lo vivimos con mucha sorpresa, con mucha alegría y a mí se me prende que me quiero casar”, dijo Oscar, pese que Alberto no estaba tan seguro aún.

Pero todo ello tenía un motivo: Peralta sufre de diabetes y en las continuas visitas al hospital, sólo dejaban entrar a familiares directo, pese a que ellos se reconocían como pareja. “Entonces le dije que nos casemos ante cualquier eventualidad. Si lo hacemos, vos decidís sobre mí y yo sobre vos, nadie más tendrá injerencia. Esa es la idea del matrimonio”, dijo el piquense.

La entereza y unión de ambos les permitió seguir adelante con una relación que no flaqueó en ningún momento. Con discusiones, como todas las parejas, con momentos buenos y otros en los que debían juntar fuerzas para seguir, con “mucho aguante”, llegaron al 17 de agosto.

Aseguró que aquel día perdió amigos. Quienes se suponen deben ser incondicionales, sólo miraron a un costado cuando la oportunidad de hacerse fuertes se hizo presente y fue aprovechada por Alberto y Oscar. “Había que tenía que tener cojones y ganas de salir adelante, no sabíamos cómo iba a reaccionar la sociedad. Yo decía, si hacemos el bien, si somos educados, por qué nos van a tratar mal”, apuntaron.

“Fue un martes, recuerdo. Había, como todos los días, trabajo en el juzgado. Marcelo García Mossman fue el subrogante quien nos casó. Hubo un gran revuelo, se agitó el avispero porque gente de todos lados querían saber y los medios de comunicación que se hicieron presentes”, señaló un locuaz López.

“Yo dije, mientras nos casábamos, hemos hecho patria. Hoy en La Pampa nos hemos podido casar”, contextualiza en una jornada que también tiene mucho significado para la sociedad, marcada por el fallecimiento del general San Martín. Casi a modo de primicia, comunicaron que en esta fecha iban a renovar los votos aunque, como consecuencia de la pandemia, prefirieron postergarlo.

Uno de los momentos que más caracterizan a la fusión amorosa de dos personas, estuvo ausente. El beso entre ambos brilló por su ausencia y se justificó, tal vez, por la carencia de egoísmo: “No lo hicimos por respeto. Cómo dos hombres iban a estar besándose. Lo único que hicimos fue darnos un abrazo largo y profundo”, dijeron.

“Hemos tenido una hermosa vida. Sin problemas, sin tropiezos. Siempre nos han tratado con mucha educación, respeto y cariño. De nadie hemos tenido, salvo algunas cuestiones, problemas algunos”, añadió.

Diferencias

La ansiedad de los enamorados llevó a que a las pocas horas de la aprobación en el Congreso, fueran a pedir el turno para concretar ese anhelo que los uniría para siempre. “Con Marta Covella, quien era la jueza en ese turno, tuvimos diferencias. Al otro día, a las 08 de la mañana, fui a pedir turno y ella solicitó atenderme”, dijo Oscar.

El piquense que no fue a violar ningún derecho, sino a exigir el suyo aunque las respuestas no fueron las esperadas. Idas y vueltas se produjeron por las distintas posturas ideológicas, que demoraron una ceremonia podría haber sido la primera en Argentina.

“Ella nunca me trató mal, pero tenía una postura muy rígida en cuanto al matrimonio igualitario”, agregó. Su insistencia fue tal que, un día de ellos, la tomó de la mano y le aseguró que esa situación sería resuelta por Dios, ya que ambos son cristianos.

Si bien se supo que la magistrada tomó licencia durante el lapso de una semana, aproximadamente, el feliz matrimonio dio a conocer algunos ribetes de aquella historia que no habían sido dados a conocer: “Me habían ofrecido, de forma privada, hacer juicio al Estado. Era una buena suma de dinero y entiendo que hasta el más sano tiene precio, pero no veía por qué hacerle juicio a esa señora, si ella solamente tenía una postura diferente a la mía”, señaló.

Con Covella, con el paso del tiempo y la comprensión, lograron construir una buena amistad. Las asperezas de un comienzo lograron ser limadas y el final fue el indicado para todas las partes involucradas.

Cobijo

Allí en Buenos Aires, la madre de Alberto incorporó rápidamente al piquense e igual actitud tomó la suegra del chaqueño cuando éste se trasladó hasta General Pico. Ni en un lugar ni en otro, sufrieron la discriminación de los ciudadanos afirmando que nunca dejaron lugar a ser maltratados.

Todo es muy tranquilo hasta el día de hoy, no nos han gritado nunca nada en la calle, nos han tenido siempre mucho respeto. Al contrario, nosotros no somos mucho de salir pero cuando lo hacemos por ahí la gente nos grita, nos saluda y pregunta cómo estamos, aunque a veces no sepamos quiénes son, son bien recibidos “Todo es muy tranquilo hasta el día de hoy, no nos han gritado nunca nada en la calle, nos han tenido siempre mucho respeto. Al contrario, nosotros no somos mucho de salir pero cuando lo hacemos por ahí la gente nos grita, nos saluda y pregunta cómo estamos, aunque a veces no sepamos quiénes son, son bien recibidos”, añaden.

Su popularidad ha trascendido fronteras y se han replicado las noticias hasta en la Antártida, desde donde han enviado recortes algunos allegados. Su casamiento recorrió el país entero y hasta pudo haber sido el primero a nivel nacional si no se hubieran producido algunas demoras burocráticas.

Sin embargo, no todo fue color de rosa puesto que surgieron algunas excepciones lamentables. Durante su unión civil en el Registro piquense, un periodista se acercó mofándose de la ceremonia y debió ser calmado para evitar que la situación esquive a su rumbo normal.

Un trabajador de un ente público también les ocasionó cierto contratiempo. Con poca apertura cerebral, registró el nombre de Oscar con el CUIL de su esposa, por lo que no podía acceder al sistema: “Después, cuando se jubiló, tuve la oportunidad de verlo y decirle, ¿te acordás cuando me pisabas los documentos?, eso fue lo único”, cerró. (La Reforma)

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