Agustín «el Nano» Cuevas siempre quiso estar dentro de una cancha de fútbol. Desde chiquito su mamá lo llevaba a Eclipse, donde poco a poco fue escalando divisiones hasta llegar a debutar en primera división.
«Entré a los 7 u 8 años a Eclipse. Clase 80. Era un equipo muy competitivo. Ganamos muchas cosas con esa categoría. Después fuimos subiendo, se fueron mezclando las categorías y ganamos campeonatos. CUando llegó Horacio ‘el Toco Luna’ hacía años que Eclipse no ganaba un campeonato en tercera. Tuvimos la suerte de ganar el interligas que se hizo con la liga de América y lo ganamos muy bien», recuerda el «Nano».
Mediocampista con mucho ida y vuelta, pero también con mucha marca, a Cuevas le tocó atravesar por un duro trance cuando tenía apenas 25 años y estaba en su plenitud física y futbolística: tuvo que abandonar su carrera de jugador.
«Yo había sufrido muchas lesiones. Me hicieron los estudios y me dijeron que tenía osteoporosis en los huesos, que no podía jugar más porque me iba a romper. Jugué dos o tres años más en Tiro y Karting, para despuntar el vicio», rememora.
Pero no era lo mismo. El «Nano» quería estar dentro de la cancha todos los domingos, disfrutar de ese ritual de pisar el verde césped y ver a la gente en las tribunas, escuchar los cantos y gritos de los hinchas, ser parte de esas tardes de fútbol que hacen que una ciudad se paralice. Como no podía formar parte de los 22 jugadores decidió ir por otro lado y hacerse árbitro.
«Yo quería estar dentro de la cancha, y como no podía jugar me hice árbitro. Es diferente al haber jugado al fútbol antes porque sabés cómo hablarle al jugador, sabés cómo actuar», remarca.
Su partido más complicado fue el primero: «El partido más difícil que me tocó dirigir fue cuando debuté. Fue un partido entre Cosmopolita e Ingeniero, en cancha del Cosmo. Es complicado ser árbitro porque no tenés hinchada y sabés que te van a gritar de los cuatro lados, pero te vas acostumbrando. Tenés que estar tranquilo porque no se puede dudar ni un segundo: o seguís o cobrás», señala.
Antes de que el coronavirus obligara a suspender el fútbol, Cuevas dirigía en diferentes ligas, como la de Huinca Renancó y América.
«Siempre trato de hablar con los árbitros de más trayectoria porque voy agarrando la experiencia de todos ellos», expresa el «Nano» quien, a pesar de un diagnóstico médico adverso, logró cumplir su sueño: seguir estando dentro de una cancha.