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lunes, junio 30, 2025
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Marta López: «La tarea educativa es muy apasionante»

Marta López tiene 71 años de edad. Ya jubilada de la docencia, en el marco del Día del Maestro ACTUALIDAD dialogó con quien además fue directora de la Escuela N° 1 y vicedirectora de la 3, a modo de homenaje a todas las mujeres de guardapolvo blanco que hoy ya no están en actividad.

Comenzó a estudiar magisterio a los 12 años, porque eran otros tiempos y el sistema de estudio también. A los 18 ya estaba dando clases y hoy, tantos años después, sostiene que la tarea educativa «es apasionante» y no duda en que la volvería a elegir, más allá de que por aquellas épocas más que una elección fue una imposición familiar. «No había otra opción», dice Marta.

¿Por qué eligió ser maestra y no otra cosa?

Cuando terminé 6° grado no había muchas opciones en Villegas. Estaba la Escuela Técnica, pero todavía no recibía mujeres; ya funcionaba el Colegio Nacional y el Magisterio. No me preguntaron, me mandaron al IMI para que, con cinco años, tenga una posible salida laboral. Me mandaban y yo iba. En esa época te decían ‘eso no se hace’ y no lo hacías. Mi madre, que tenía otras aspiraciones, decía que yo iba a ser bioquímica. Pero a lo largo del estudio me fui apasionando con muchas de las materias que tenía la carrera. Y si bien tenía cierta facilidad para matemática o química, por ejemplo, para la forma en que se aprendía en esa época, me fui apasionando con literatura, psicología, historia argentina… Es decir que fui maestra no por elección mía, porque en esa época ibas a donde te mandaban tus padres. Mi papá pensaba que los hijos tenían que tener un nivel educativo más que los padres, pero no alejarse mucho.

Y comenzó a dar clases a los 18 años.

Sí. Cuando yo me recibí sobraban maestras. Sin planificación, se seguían produciendo maestros y no había sistema que los absorba. Tal vez había poca visión y compromiso. Yo me incluyo. Hoy a lo mejor ser docente no es una opción muy elegida y, sin embargo, cuando uno lo hace es realmente apasionante. Nosotros, desde la enseñanza básica que tuvimos, tratamos de crecer, aunque después fueron llegando asesoramientos, actualizaciones, empezaron los seminarios; y hubo que cambiar ese molde de ‘me recibí y ya está’. Se instaló el concepto de la educación permanente y la verdad es que, cuando uno está comprometido con algo, no deja de estudiar nunca.

Fue directora de la Escuela 1 y vicedirectora de la 3. Mientras fue docente de grado, ¿en qué instituciones estuvo?

Y vice de la 1 también. Trabajé en la Escuela Especial, en Cañada Seca, en la N° 2, en Piedritas, Moores, Drablee, Jardines de Elordi y N° 6, la Escuela de Adultos, con alumnos que tenían de 16 a 58 años; y yo tenía 20. Estuve en Bunge también, en una escuela de campo adonde iba en sulky. Los chicos lo paraban y ataban el caballo, yo iba temblando porque no conocía nada de eso. Era divino abrir las ventanas y tener la imagen del campo en primavera.

¿En aquella época existía la contención del alumno, como hoy?

Sí, se hacía de todo. Se hablaba con los chicos y los padres. Y siempre tuve la lucha de la escuela y mi casa, porque a veces no volvía a la salida del trabajo, me quedaba con algún padre o madre para hablar.

¿Cómo hubiera sido en aquel entonces una situación como la que tenemos hoy, con la pandemia y sin tecnología?

No lo se. Confío en que los chicos vuelvan de otra manera. Nosotros siempre notábamos que después de las vacaciones de julio, por ejemplo, volvían de otra manera. Los chicos habían hecho un gran vuelco después de esos días de no ir a la escuela. Dentro de los recursos personales y de la información escasa que teníamos, uno pensaba que los alumnos no progresaban de la manera que se esperaba. Pero volvían de las vacaciones de julio no sólo más altos y más ‘vivos’, sino con los contenidos aprendidos. Eso pasa si uno le da ciertas herramientas para trabajar su maduración y estimularlos. Confío que este año les sirva para que su madurez esté en todo sentido. Si bien no van a tener los contenidos de algunas áreas, que no podemos pretender que aprendan solos, espero que hayan madurado en muchos sentidos. Pienso que entonces el trabajo no va a ser tan arduo, aunque no podemos ignorar que en muchos hogares los padres no ayudan por sus ocupaciones, o donde no pueden hacerlo por sus mismas dificultades. Siempre sostengo que si uno tiene la cabeza pensando en si hoy va a poder tener un plato de comida, o dinero para las compras, no puede estar pensando en si el chico hizo o no los deberes, si adelantó o no. Hay una escala de prioridades que es inevitable.

¿La docencia también le dio amistades?

Yo tenía eso de que ‘la casa es la casa; y la escuela es la escuela’. Pero he tenido gente con la que me encontraba y era una felicidad. Nos divertíamos mucho con lo que hacíamos y compartíamos el trabajo. En las escuelas grandes generalmente había tres divisiones de un mismo grado, cada uno con una docente. También teníamos a Walter Pinedo, un compañero que nos ‘sacudió’ la cabeza. Muy estudioso, tan compañero y tan personal.

¿Qué le quedó pendiente en educación?

Me quedó pendiente crear una escuela modelo. Me hubiera gustado. Haber ido a dar clases al sur o el norte, al principio, cuando estudiaba, decía que era lo que iba a hacer. Para mí, mi trabajo fue chato. Me hubiera gustado que la escuela se transforme en algo más importante, con otras opciones, que la enseñanza de la computación hubiera sido de otra manera, que el laboratorio funcione de otra forma. Me quedé con ganas de más.

Pero habrá dejado recuerdos en sus alumnos…

No se qué dirán los chicos. Pero sí uno encuentra madres, padres y chicos -grandes y medianos- que ya tienen pareja, hijos y algunos hasta nietos. Te deja eso y es hermoso. Cuando ves lo que lograron, que tienen su familia, trabajo, que han estudiado una carrera. Que te conozcan y saluden…

¿Si hoy pudiera elegir qué hacer…? (y no dejó concluir la pregunta)

Elijo ser maestra, pero hay que condimentarla con un montón de cosas. Más tiempo y contenidos, de otra manera. En algunos países, por ejemplo, un año hacen perfeccionamiento y al año siguiente le toman una evaluación y le asignan dónde trabajar. Tenés que capacitarse pero en forma. Nosotros hemos hecho cosas pequeñas que van cambiando la cabeza.

Con logros y sueños por cumplir Marta cumplió su etapa y se jubiló, pero no se quedó quieta. «Tomé clases de computación y de inglés. Pinto, hago yoga, pertenezco a la comisión del Museo Histórico Regional. Trato de estar activa», concluyó el diálogo con ACTUALIDAD. Y aprendiendo, agregamos nosotros.