El Fiscal Fabio Arcomano está a cargo de la UFI N° 6 del Departamento Judicial de Trenque Lauquen. Pero detrás de esa investidura, por la que en reiteradas oportunidades su nombre se ve en los medios de comunicación locales, hay un hombre que tuvo una niñez, una adolescencia y que, además de formarse profesionalmente, también tiene una familia.
Con familiares en General Villegas, Arcomano habló con ACTUALIDAD de sus orígenes, su infancia, su profesión y los primeros pasos de su carrera, el orgullo por sus hijos, su pasión por el deporte, el punto de inflexión que significó para él un grave accidente en moto del que fue protagonista; distintas facetas que muestran que detrás del Fiscal de imagen rígida hay un hombre, un ser humano como todos, con un rol distinto al común de la gente.
Sus orígenes
Fabio Alberto Arcomano tiene 54 años de edad. Nació en Daireaux el 8 de enero de 1966. Concurrió a la escuela la primaria Nacional N° 35 -por aquel entonces- «Julio Argentino Roca». Él se define como un «buen alumno» e incluso menciona que «alguna vez fui a la bandera, como decíamos antes».
Es el mayor de cuatro hermanos varones: Diego, Hernán y Raúl, también nacidos en Daireaux. Su padre, Aldo, empleado bancario del BNA; y su madre, Norma, docente, maestra y directora de una escuela rural en el Paraje La Armonía del mismo Partido.
Su familia era típica de clase media. Yendo un poco más allá, relata que su abuelo materno, Leontino Peralta, era dueño-socio de la Gran Tienda Galli, prestigioso comercio con sucursales en el interior del país; y su abuela María, costurera nacida en Pehuajó.
«De la familia materna, Omar Peralta es uno de mis tíos, radicado en General Villegas en la década del ’70, Ingeniero Agrónomo del INTA y padre de Andrés, Pablo y Gastón, conocidos profesionales y mejores personas de esa ciudad», comentó Arcomano, seguramente sorprendiendo a más de un villeguense con este dato.
«Mi abuelo paterno, Alberto, empleado rural, peluquero en el Paraje La Larga -conocido por ser el lugar de residencia de Julio Argentino Roca-, luego empleado municipal. Rosa, abuela paterna, ama de casa», continúa.
¿Cómo definiría su infancia?
La infancia fue como para la mayoría de los chicos del interior, feliz, plena, sin las preocupaciones actuales por la seguridad. No era bueno para el fútbol, por lo tanto incursioné en el básquet, con salidas a pescar en las lagunas de la zona, picnics y campamentos en campos de familias amigas. También fui Boy Scout en la Parroquia del pueblo, en los inicios de la agrupación. Entrañable infancia, soñada.
El secundario lo hice en Avellaneda, ya que mi padre fue trasladado como gerente del Banco y nos radicamos en esa ciudad, particularmente en Wilde. Mis hermanos terminaron también la primaria y hacia 1983 fuimos a vivir a Ramos Mejía; luego a la Ciudad de Buenos Aires (Capital), justamente porque mi padre fue ascendiendo y cambiando de destinos.
¿Cómo comenzó su formación profesional?
Comencé la facultad en 1985 y ahí conocí a la madre de mis hijos, Claudia, estudiante de Medicina. Nos casamos en 1991, comenzamos a vivir en un departamento en Barracas, donde nació Julieta, la mayor de nuestros hijos. Me recibí de abogado en 1993, pero antes había comenzado a trabajar con el Secretario General de Presidencia, por aquel entonces Eduardo Bauzá, quien luego de la Reforma constitucional pasara a ser Jefe de Gabinete.
Luego pasé a trabajar al Ministerio del Interior y, antes de radicarme en Trenque Lauquen, trabajé en la Procuración General de la Nación, en la Fiscalía General de Política Criminal. En ese período nació Martín y luego Josefina, pero ya habíamos comprado una linda casa en Don Bosco, partido de Quilmes, a pocos kilómetros de nuestros trabajos en Capital Federal.
Realmente la vida en Buenos Aires nos resultaba estresante y, para alguien criado en el interior, los viajes, la seguridad (fuimos víctimas de varios robos, algunos con armas y otros a nuestra casa cuando no estábamos), la complejidad de una gran ciudad, la imposibilidad de que los chicos pudieran hacer una vida al aire libre, deportes, etc., nos motivó a radicarnos en 2001 en Trenque Lauquen, luego de vender nuestra casa y renunciar a nuestros trabajos.
Comencé como Secretario de una Fiscalía, luego fui Secretario de la Cámara Penal y después de rendir, aprobar y ser elegido por el Consejo de la Magistratura, el Gobernador de la provincia me designó Fiscal en este Departamento Judicial, en 2008. Aquí nació Octavio, nuestro cuarto hijo.
¿Algunos de sus hijos continuó con su vocación?
Julieta (26) está a punto de recibirse de bióloga molecular en la prestigiosa Facultad de Ciencias Exactas de la UBA; Martín (24) a pocas materias de recibirse de abogado en la misma Universidad, actualmente trabajando como modelo en Corea; Josefina (23), cursando tercer año de medicina, también en la UBA; y Octavio (16), en 5° año de la secundaria y eximio defensor central del Club Argentino de TL.
¿Qué momento o situación fue la más difícil de su vida?
Un punto de inflexión en mi vida, el grave accidente que tuve en 2017 conduciendo una moto con mi hija, con un concreto peligro de vida en mi caso y algunas quebraduras menores para mi hija Josefina. Lo que pasó me hizo recapacitar sobre muchas cuestiones y aquello a lo que le daba prioridad pasó a segundo plano. Prioricé la familia, el encuentro con viejos amigos, compartir un asado y retomé con fuerza mi otra pasión, correr en la montaña.
Fabio Arcomano, también deportista…
Cuento con cuatro Cruces de los Andes (100 km.) y me estoy preparando para el 5° en 2021. Una docena de Ultra maratones de montaña (50, 70 y 110 km.) y varios proyectos relacionados con escaladas de montaña. Lugares de ensueño, impensados para cualquier otra persona que no se dedique a esta actividad. También practico el ciclismo como complemento del running. Este deporte lo descubrí de grande. Comencé a correr hace casi 8 años, fue una necesidad física y mental, porque el trabajo que tengo te provoca un gran nivel de estrés; con más razón hace más de un año, ya que además estoy a cargo de la Fiscalía 3, vacante desde agosto de 2019.
¿Cómo imagina el futuro de sus hijos?
Espero que luego de recibirse formen una familia y ejerzan sus profesiones en el país que les brindó las herramientas para desarrollarse, en una de las mejores Universidades del mundo, pública además. Por sobre todo que sean felices.
¿Y cómo se imagina Arcomano retirado de su actividad?
En unos años me imagino en una cabaña en el sur, a orillas de un lago, siguiendo con mi pasión, corriendo y programando el ascenso a una montaña; y comenzando a trotar con mis nietos por un sendero de pinos.
De su niñez, ¿qué travesura recuerda?
Una anécdota de mi infancia se remonta a cuando tenía 10 u 11 años. Jugando en un terreno o potrero contiguo a la casa de mi amigo Jano, en Daireaux, comenzamos a prender fuego el pasto. Haciendo rodar y caminando sobre un tambor de 200 litros, íbamos apagando los pequeños focos que prendíamos, hasta que me resbalé y caí de espaldas, mi amigo me asistió y cuando nos dimos cuenta se incendiaba todo el lote, dirigiéndose el fuego hacia varios autos estacionados en el fondo de un taller. Conclusión, el papá de mi amigo y los bomberos hicieron su tarea con el consecuente terror de los traviesos amigos.
Si retrocediera el tiempo, ¿volvería a caminar sobre sus pasos; o en algún punto del camino elegiría otra dirección?
Siempre, y particularmente en la escuela secundaria, tuve una actitud contestataria, podríamos decir. No olvidemos que cursé en toda la época de dictadura militar en el conurbano bonaerense y, ante cualquier conflicto relacionado con amonestaciones o sanciones y/o reclamos del director, estaba presente mediando o interviniendo, como una postura conciliatoria, pero dejando en claro que como estudiantes teníamos derechos. En 1983, estando en 5° año, el director del Colegio secundario, Dr. Giménez Bianco, nos hizo sacar todos los folletos políticos que habíamos pegado con otro amigo (Marcelo) en un pizarrón, porque no estaban habilitados lo que este señor entendía como actos políticos, cuando en realidad éramos un grupo de estudiantes con inquietudes, máxime que se volvía a votar ese año en el que Alfonsín se convirtió en el primer Presidente de una democracia incipiente. Por lo tanto, si bien hice el curso de orientación vocacional en el Hospital Borda, como todos mis compañeros, las cartas estaban echadas, la abogacía era mi vocación.
¿Qué palabras y/o acciones marcaron su vida?
Palabras como Italpark, discos de vinilo y cines en calle Lavalle, ropa barata en Munro, La Ciudad de los Niños en La Plata, asados en el Parque Pereyra Iraola, picnics del día de la primavera en el Campo Fortín Tordillo en Daireaux, primaria en la Escuela 35, Parajes La Larga y La Armonía, Laguna La Glorieta en Daireaux, Gran Casa Galli, Boliche Electric Circus de Quilmes, pantalones carpinteros Lee, grandes encuentros familiares en casa de Leontino y María, abuela Rosa y mi mamá Norma cuidándonos desde el cielo, hermanos presentes, cuatro bellos hijos… son palabras y acciones que marcan una vida.