El productor rural fue raptado en la entrada del campo en General Villegas, en 2007. Apareció asfixiado tres semanas después. Cinco personas fueron condenadas. La Agencia DIB hizo un informe especial del hecho que conmovió a nuestro distrito y que hoy ACTUALIDAD reproduce en forma textual.
Francisco White era amable, sencillo, con una vida social importante. Tenía 59 años, vivía en el barrio de la Recoleta y casi nunca andaba con plata en el bolsillo. El de una cuenta abultada era su padre, dueño de más de mil hectáreas en el Partido bonaerense de General Villegas.
En la noche del 6 de septiembre de 2007, el hombre cenó con amigos en el Club Ingeniero White de la pequeña localidad de Banderaló, algo que hacía semanalmente en esa institución fundada por su abuelo. Cuando llegó en su camioneta a la tranquera de la estancia San Francisco, tres sombras lo esperaban en lo espeso de la noche. A partir de allí, se inició un secuestro que terminó, tres semanas más tarde, con la peor noticia.
Tras el secuestro, los captores se comunicaron con la esposa de White, y le exigieron 250 mil dólares de rescate, mientras que mediante mensajes de texto desde el celular del productor entablaron contacto con la hija de la víctima. Según se supo después, fueron unos 25 los mensajes con duras amenazas: “No le vamos a dar ni agua ni comida” o “Acuérdense que tiene problemas cardíacos y diabéticos”. La idea era apurar el pago del rescate, pero todo se les fue de las manos.
Horas después, en Junín, a unos 200 kilómetros de esa tranquera de Banderaló, la Policía encontró abandonada la Chevrolet S-10 del productor rural. Fue una de las primeras pistas que, junto a los mensajes, llevó a los efectivos a desplegar rastrillajes en otras ciudades de la provincia de Buenos Aires. Pero en principio no hubo resultados positivos ni allí ni en los controles fijos que se montaron en rutas y caminos vecinales. Todo era monitoreado por el entonces gobernador Felipe Solá.
Lo cierto es que sus captores, mientras realizaron esos primeros contactos con la familia, llevaron al productor a una tapera, donde lo dejaron maniatado con alambre, con la boca tapada con cinta y su cabeza cubierta con un pulóver. Allí, a unos 500 metros del asfalto de la ruta 188, White murió por asfixia, sin la medicación que necesitaba, en esa casa abandonada del pueblo de mil almas que fue fortín contra los ranqueles a comienzos del siglo pasado.
Pero recién a él se llegó cuando uno de los detenidos -fueron cinco en total- se quebró. Esto fue 20 días después del inicio del secuestro. La suerte estaba echada tanto para los captores como para el productor, que de acuerdo a los médicos forenses había fallecido entre el 8 y el 12 de septiembre, es decir, hasta cinco días después de ser encerrado.
La reconstrucción
De acuerdo a testigos y lo que quedó plasmado en el juicio, el productor salió alrededor de las 22.30 de la peña en el club y unos 20 minutos después circuló con su camioneta por el centro de Villegas. Después, lo vieron en otro barrio y desde allí habría ido hacia el campo.
La reconstrucción indicó que White pasó por la casa de la meretriz Lidia Quiroz antes de seguir rumbo al campo. La mujer estaba en pareja con el remisero Pablo Lejarza, y ambos estaba vinculados con Javier “Mere” Miranda, un boxeador local. Los otros detenidos fueron Javier Tomas, hijo de los dueños del campo vecino, y Claudio Gómez.
Para la fiscalía, la mujer avisó por teléfono a sus cómplices que White se retiraba de su casa. En lo oscuro de la noche, lo esperaban Lejarza, Miranda y Gómez, a quienes se le atribuye haberlo capturado y trasladado en su propia camioneta hasta la tapera donde fue hallado muerto.
Fue Gómez quien llevó la camioneta hasta Junín, donde la abandonó. Luego tomó el colectivo de regreso a General Villegas, la ciudad que vio nacer a Manuel Puig, creador de “Boquitas Pintadas” o “El beso de la mujer araña”. Y fue él quien se quebró y dio detalles a los investigadores sobre dónde estaba la tapera.
Lejos los cinco estuvieron de ser “secuestradores profesionales”. Fallaron en todo, hasta en la inteligencia que suelen desplegar este tipo de bandas. Pensaron que White, por cómo se manejaba y solía aparentar, era millonario. Pero según los investigadores cobraba un sueldo de su padre, el dueño de la mayor parte de las tierras. Un sueldo que en muchos meses le alcanzaba para vivir con lo justo.
Tres años después del hecho, en septiembre de 2010, los cuatro hombres y la mujer fueron condenados a prisión perpetua. Para el Tribunal Oral en lo Criminal 1 de Trenque Lauquen todos fueron considerados coautores del delito de “secuestro extorsivo seguido de muerte”. Todos quedaron tras las rejas, salvo Quiroz, beneficiada con arresto domiciliario ya que tenía bajo su cuidado a una hija de un año. (DIB)