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lunes, noviembre 11, 2024

Historia de un lechero | Escribe Miguel Alegrí*

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Se llama Atilio Raúl Oscar Bilesio, su madre fue Eusebia Andrade y su padre un chacarero, José Bilesio. Nació en la provincia de Buenos Aires, lo asentaron en la de Santa Fe y lo enrolaron en Bunge. Nació un 25 de noviembre de 1924, pero lo asentaron el 3 de diciembre. De joven trabajó en tareas rurales en diferentes campos y estancias, entre ellas El Ñandû. Su primer emprendimiento particular fue comprarle el reparto de leche al conocido lechero, don Fornero. Así comienza con la profesión que realizaría hasta su jubilación. Para el reparto compraba la leche a los tamberos vecinos del pueblo, en especial a la familia Trojaola. Su carro, que se fue adaptando con el paso del tiempo, tenía grandes ruedas con llantas de hierro que fueron cambiadas en su última etapa por ruedas de goma. Al principio, por el uso diario, debía enllantarlo seguido, concurría a la herrería La Unión de la familia Alegrí que se encontraba en la calle Alvear frente de las vías del ferrocarril, muy cerca de la curva. En aquel primitivo carro llevaba diez tarros de metal de cincuenta litros cada uno, acompañados de unos más pequeños para servir en las ollas que los esperaban. Su recorrido comenzaba muy temprano y lo hacía por todo el pueblo, lo ayudaban dos personas más. Tuvo alrededor de quinientos clientes y también en ciertos tramos del recorrido se sumaban otros, eran los pibes de los barrios que se subían al carro para acompañarlo, siendo una tradición esperarlo para el divertido paseo. Nunca sobraba leche, cuando ocurría lo dejaba en la Casa del Niño o en el Asilo de Ancianos.

Siempre recuerda en su juventud el servicio militar en el batallón de Granaderos a caballo y de su asistencia temporaria al Coronel J. D. Perón. Tiene dos hijas Mirta y Graciela. Desde pequeñas estuvieron pupilas en la escuela de Hermanas donde cursaron los estudios. En la actualidad vive en el mismo lugar donde se encontraba una quinta, exactamente en la calle Isturiz y De La Torre. Nació un día memorable, el día del encuentro boxístico entre Firpo y Dempsey y fue bautizado así, sus íntimos lo llaman Firpo, conocido con ese nombre por sus amistades en Piedritas y Cañada Seca, y aquí por Bilesio, dice sonriendo con picardía. En el recorrido histórico que va relatando recuerda a muchas madres de los barrios que lo esperaban en la calle y, acercándose al carro, le pedían leche para las mamaderas, aquellas madres que no la podían comprar y que Firpo le dejaba para varias mamaderas. Firpo hoy tiene 96 años, conserva una prodigiosa memoria y tiene en su poder un archivo histórico de su vida impecablemente ordenado. Es un placer escuchar a Firpo relatando acontecimientos políticos, como cuando fue granadero y otras historias que nacen en el reparto de su recorrido cosechando amigos; pero es enternecedor cuando recuerda los paseos y ocurrencias de los niños del pueblo cuando se subían a su carro.

Esta es la historia de un lechero del pueblo, esta es la historia de un hombre que con su profesión puso un grano de arena para hacer una montaña de su lugar, un ciudadano que no debe caer en el anonimato, se debe rescatar su magnifica obra e introducirla para que perdure en la historia de nuestro pueblo.

*Profesor de historia jubilado y miembro del Grupo de Amigos del Museo Histórico Regional.

Las fotos de Bilesio fueron donadas por Raúl M. Méndez. Se exponen en el MHR, junto a otros objetos culturales, homenajeándolo.

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