Gustavo tiene 32 años, tuvo COVID y estuvo internado 17 días en el Hospital. Se recuperó y vivió para contarla.
Con un hilo de voz, como consecuencia de los estragos que el COVID hizo en sus pulmones, Gustavo Borda contó en Actualidad cómo fueron esos 17 días que pasó en el Hospital Municipal, peleando por su vida. De esos 17 días, 11 los pasó intubado. Finalmente se recuperó y ya está de nuevo en su hogar, poniendo toda su energía en recuperarse de la mejor manera.
«Al principio no tenía ningún síntoma y después tuve todos: tos, picazón de garganta… A la semana fue cuando ya no daba más y me fui al Hospital. Ahí fue cuando me internaron. Me recibieron en guardia un sábado y el lunes me intubaron. Me preguntaron y yo nunca me negué. Te quedan secuelas después de la intubación. En total, con internación y la intubación, estuve 17 días en el Hospital», relató Gustavo.
«Cuando te conectan al respirador estás totalmente dormido. Siempre corrés el riesgo de despertarte porque se te pasa el efecto y te tienen que volver a sedar. Cuando uno se despierta es malo porque empezás a luchar contra el respirador y eso te puede producir muchas cosas, hasta la muerte», añadió.
El peor momento ya pasó y Gustavo pone énfasis en recuperarse de la mejor manera: «Ahora estoy en mi casa, tranquilo, descansando. Voy a empezar con la recuperación porque te quedan muchos dolores musculares. Tengo que trabajar con la respiración para volver a ser la misma persona. Te queda mucho cansancio: camino y me agito mucho. Uno queda con el 50% de los pulmones y te agitás mucho. Perdí entre 10 o 15 kilos», subrayó.
Su voz, tenue y entrecortada, es una clara muestra de lo que el COVID le hace a los pulmones. De todas formas fue más que suficiente para dejar un potente mensaje: «Les pido a los vecinos que se cuiden, que tomen conciencia, que esto no es joda. Esto es complicado y más ahora que están apareciendo nuevas cepas. Que se cuiden y que cuiden a los demás. Quédense en su casa y traten de salir lo menos posible. Solo para trabajar y abastecerse. Cuídense, esto no es joda».
«Uno cree en la medicina, en los médicos y los enfermeros que fueron excelentes. También hay que creer en Dios porque no solamente estuvieron los médicos, la mano de Dios también estuvo presente. Les agradezco a todos: a la gente del hospital y a los que afuera estuvieron rezando por mí», concluyó.
