Al menos fue lo que le pasó a quien se define como «villeguense en el destierro». Su padre ejerció la medicina en nuestra ciudad por 20 años, hasta que se fue a vivir a Buenos Aires en el ’46. Javier Soraiz es médico pediatra, pero escribir era para él una deuda. Debutó con una novela, «Maragatos»; y entre sus obras se encuentra un cuento titulado «Villegas era un cuento». ACTUALIDAD habló con él en el marco del Día del Escritor, que se recordó este 13 de junio
¿Cómo nace tu pasión por la literatura?
Para escribir, primero hay que leer. La cosa empezó en 4º grado. Mi viejo me mandó a una gran escuela que se llama «Mariano Acosta», en la calle Urquiza y Moreno, en Buenos Aires, que en esa época era de varones. Todos maestros varones además. Teníamos un maestro que a los que nos portábamos bien nos prestaba un libro y el primero que leí fue «El último mohicano». De ahí no paré más de leer, me apasiona leer, sigo leyendo. Me parece que no me va alcanzar la vida para leer. Tengo una biblioteca digital impresionante, vacante, porque en gran parte todavía no la leí, pero me parece que el leer es el nacimiento de la vocación de escritor.Todos son un poco autobiográficos cuando escriben, todos ponen de sí cuando escriben; y yo tengo cosas para decir.
La tele te apaga, el libro te enciende…
Sí, porque la tele te da todo masticado, a una velocidad vertiginosa que no te permite razonar demasiado. En cambio el libro te da tiempo para interiorizar las ideas, para darte cuenta de parte de lo que quiso decir el escritor. El libro vive al ritmo que vos le das y tu pensamiento se adapta, podés volver a leer lo que no entendiste, o releer un libro entero con otra cabeza. Siempre uno vuelve a leer los libros que te dieron placer. O sea, no volvería a leer libros que no me dejaron nada, sino los que sí me dejaron un mensaje lindo.
¿Cómo decidiste arrancar con la escritura?
Yo tengo 73 años, hace 26 que estoy casado con Alejandra; y tenemos dos varones de 24 y 22 años, Lucas y Facundo. Cuando Lucas tenía un año, me propuse aprender a escribir. Entonces me puse a revisar los clasificados en el diario de aquella época y encontré de casualidad un taller literario que me enseñó a escribir cuentos. Empecé a hacerlo. Yo tenía una deuda moral con mi viejo, el «Vasco» Soraiz, médico de Villegas.
También fue presidente del Club Sportivo Villegas.
Claro. El nació en Carmen de Patagones, pero se crió en Bunge. Y después su hermana mayor, Andrea, esposa del escribano Nicolás Yabar, lo crió a él y a Tomás, los dos hermanitos que eran huérfanos, porque les habían matado al padre. A mi abuelo lo mataron en Carmen de Patagones. Rogelio Soraiz era radical de Alem y era periodista. Escribía el diario «La Unión» en Carmen de Patagones. Era la era pre democrática de la Argentina. Los conservadores se manejaban como caudillos y mi abuelo publicada todas las verdades, bien a lo «Vasco»; y defendía a los colonos, que se instalaban con promesas de tierra y nunca se la daban. Entonces enun momento, el caudillo conservador, lo mandó a matar a mi abuelo. La cuestión que mi viejo quedó huérfano a los 2 años de edad. Se crió saltando de acá para allá con su madre, hasta que Andrea y Nicolás lo adoptaron como hijo a él y a su hermano. Eran chiquitos y se fueron a vivir a Villegas. Mi viejo siempre contaba la historia de su padre y ese era mi gran desafío. Pero contaba con pocos datos, porque su historia era toda de transmisión oral. ¿Mi viejo qué se podía acordar, con 2 años?. Pero su familia sí. Tenía recuerdos y anécdotas. Un día me fui a Carmen de Patagones y me encontré con la directora del Museo Histórico, que lleva su nombre. La cuestión que me regaló las fotocopias del diario que escribía mi abuelo. Entonces hice una investigación historio gráfica de la época, tuve que leer un montón de libros de cómo se vivía en ese entonces. Y un día me largué a escribir. «Maragatos» fue mi primer novela.
Hablanos del otro libro, «Villegas era un cuento».
En ese libro, en el prólogo digo que jamás mi vieja, villeguense en el destierro, me contaba cuentos de Caperucita o Blancanieves. Ella me contaba las travesuras de los Alustiza cuando ellos eran chicos. Era tan divertido escuchar sus aventuras y andanzas, las anécdotas eran incontables, una atrás de otra. Yo disfrutaba de esos cuentos y cuando íbamos a Villegas para mí era mucho más lindo que ir a Mar del Plata, porque me encontraba con mis primos, íbamos a la pileta de Atlético, íbamos al campo a andar a caballo. Era Disney para mí. Y todavía cuando voy me junto con los Alustiza. Me emociona llegar a la ciudad. «Villegas era un cuento» es un rejunte de cuentos, de anécdotas imperdibles, en las cuales hay algunas de los viejos Alustiza, que eran 11 hermanos (8 mujeres y 3 varones). Eran muy traviesos…
Perfil
Javier Gregorio Soraiz nació en Buenos Aires el 20 de abril de 1948. Su amor por la literatura nació en la Escuela Normal de Profesores “Mariano Acosta”, donde se recibió de maestro en 1965, profesión que no ejerció pues continuó en la UBA graduándose de Médico en 1971. Se dedicó a Pediatría trabajando durante 40 años en el Hospital Posadas, donde practicó la docencia con los residentes del servicio y de imágenes, ya que es Ecografista pediatra.
Participó de distintos talleres literarios, con César Melis, su primer maestro, luego con Sandra Capriata, Gabriela Torrado, Hilda Guerra, Gabriela Prosdocimi y Lidia Fernández.